Estas semanas son claves para la campaña presidencial de Alejandro Guillier. Su equipo territorial dio por finalizado el proceso de recolección de firmas y prontamente inscribirá su candidatura como independiente ante el Servicio Electoral.
Más allá de la cantidad de firmas que avalarán la carrera de Guillier para competir en las elecciones presidenciales de noviembre próximo, este proceso dejó en evidencia lo complejo que resulta para el periodista y su entorno más cercano articular el trabajo con los partidos políticos que lo acompañan.
Durante las últimas semanas no han sido menores ni pocas las críticas que ha recibido el senador por parte de diversos personajes de la Nueva Mayoría, en teoría sus compañeros de ruta, por la forma en que ha desarrollado su campaña, la conformación de su equipo y, por cierto, el proceso de recolección de firmas como tal.
La lectura es una sola, quienes critican a Guillier lo hacen desde lo conocido, ya que les resulta impensado abordar una campaña de forma distinta a lo que siempre han hecho, cuestionan y se resisten a aceptar una estructura de trabajo horizontal, que no consagra la figura omnipotente de un generalísimo en beneficio de un hacer colectivo con espacios para hacer y discutir lo que se hace y no se hace.
Ahora bien, si se revisa con detención cada una de las críticas que ha recibido el presidenciable oficialista, no resulta difícil entender las motivaciones que hay tras las grandiosas declaraciones que surgen por los medios de comunicación. Todos hablan desde afuera, desde la galería, ninguno a puesto sobre la mesa una propuesta o acción de mejora directamente al candidato o su equipo de trabajo… se dispara desde la prensa, como si los medios fueran el canal adecuado para hacer política, para sumar.
Se percibe sin duda alguna que se busca satisfacer una necesidad de protagonismo casi patológica, una inmerecida figuración en el quehacer político de primera línea que hoy no se tiene ni se tendrá. Siempre es más fácil criticar que hacer… los errores se cometen haciendo, no comentando desde fuera por no tener la capacidad para entrar.
Un reparo constante de estos mismos “hombres de bien” ansiosos de figuración es el rol que ha jugado Alejandro Guillier en la agenda legislativa que ha impulsado la presidenta Bachelet con proyectos tan relevantes y significativos para su administración como el aborto en tres causales o la elección de los gobernadores regionales. Se le acusa de falta de liderazgo, de no tener la capacidad para alienar a los parlamentarios y obtener una votación que permita convertir en ley las iniciativas legales que ha impulsado el Ejecutivo. Es inconcebible, carente de toda lógica endosar al candidato la falta de compromiso y lealtad de los señores parlamentarios y de los propios partidos políticos de la Nueva Mayoría con Bachelet y su programa de gobierno. Se olvidaron de las fotos de campaña que se tomaron el 2013 con Bachelet para llegar a estar donde hoy están.
Se le enrostra a Guillier su estancamiento en las encuestas, que la opción de Beatriz Sánchez le ha ganado espacios en los electores de la centro – izquierda. El Frente Amplio hizo su trabajo y logró en tiempo record ponerse de acuerdo y desarrollar sus primarias, lo que le permitió posicionar su proyecto en la ciudadanía al alero de una campaña de primarias con debates radiales y televisivos. Por su parte, en Chile Vamos dieron vida a unas primarias candentes, colmadas de descalificaciones y por momentos de verdadera competición, pero que tras su termino todos se cuadraron tras la figura de Sebastián Piñera, entendiendo -por lo demás- que siempre fue el ganador. En la Nueva Mayoría no, ya que la tozudez e interés particular de algunos se impuso por sobre la posibilidad de realizar un ejercicio electoral tan anhelado y esperado por la ciudadanía en aras de la participación y ser parte de decisiones tan relevantes como la elección de su candidato presidencial.
No obstante lo anterior, el candidato Guillier entiende que el aporte de los partidos es clave para lograr el objetivo de derrotar a Sebastián Piñera en noviembre, pero también defiende su independencia y forma de hacer política, por lo que cede terreno en algunos aspectos, pero marca con fuerza aquellos espacios que reconoce como propios de la ciudadanía y los independientes.
El senador por Antofagasta ha hecho su trabajo… se impuso a Ricardo Lagos, logró el “apoyo” de los partidos oficialistas, abogó a la capacidad de estos mismos partidos para ponerse de acuerdo y hacer primarias legales, tomó la decisión de mantener su independencia y juntó las firmas. ¿Todos sus compañeros de ruta ha hecho lo mismo?.
Razón tienen quienes comparan a Bachelet con Guillier, ambos deben cohabitar con los partidos políticos y sus cálculos cortoplacistas, ambos han escuchado hablar de apoyos y compromisos para luego sentir el “fuego amigo”.
Es hora que los partidos políticos de la Nueva Mayoría entiendan que es hora de hacer las cosas distintas, que se hace imperativo renunciar a sus intereses partidistas, que entiendan la importancia de ceder espacios al mundo de los independientes progresistas y sumar, desde sus bases, sus orgánicas y estructuras, acciones concretas a la campaña de Alejandro Guillier.
La carrera presidencial se encuentra en su recta final y el candidato presidencial independiente necesita de compañeros de ruta dispuestos a sumar, más que a criticar.