Hacia una transición energética equitativa

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Por: Arife Mansur Acevedo. Seremi de Energía, Región de Valparaíso


No cabe duda que la transición hacia energías limpias en nuestro país enfrenta varios desafíos significativos, uno de los principales es la inclusión y participación de las mujeres en este sector. Esto implica no sólo aumentar la presencia femenina en roles de liderazgo, sino también, asegurar que las políticas energéticas consideren las necesidades y perspectivas de las mujeres.

Por ello, el programa de liderazgo de energía+mujeres es un aporte clave en el avance de fortalecer la participación de mujeres en la industria, lo que como sociedad se debe ir abordando, para asegurar así, un futuro sostenible para las siguientes generaciones.

Algunos temas que hoy son importantes de destacar -y que también afectan a casi todas las sociedades del mundo- son la modernización de la infraestructura eléctrica, la cual requiere actualizaciones y expansiones para soportar la generación y distribución de energías renovables como la solar y la eólica. Además, el financiamiento inicial para estos proyectos puede ser elevado, lo que hace crucial encontrar fuentes de inversión adecuadas.

A ello se suma la capacitación del capital humano en nuevas tecnologías, la aceptación de las comunidades a la llegada de nuevos proyectos, el desarrollo de tecnologías de almacenamiento de energía y la gestión de los impactos ambientales. Todos aspectos fundamentales que deben ser considerados.

A pesar de los avances significativos que nuestro país ha mostrado y que han servido de ejemplo a nivel mundial, aún nos queda mucho por hacer. Prueba de ello son los desafíos que tenemos como región entre las que destacan la entrega del levantamiento de información sociolaboral en Puchuncaví, que es un paso crucial para desarrollar procesos de reinserción laboral, ante el cierre del Complejo Termoeléctrico Ventanas en 2025 y, sumado a lo anterior, debemos avanzar en la entrega de agua potable a localidades rurales, sustentado por respaldos fotovoltaicos, garantizando así un suministro sostenible y confiable.

Es por esa razón que el proceso de transición energética debe ser inclusivo y representativo. Es fundamental y necesario garantizar la voz de las mujeres y relevar su papel para que lideren iniciativas innovadoras que promuevan la sostenibilidad y la eficiencia energética, ya que estos criterios nos permiten avanzar en inclusión y justicia social, que puede apoyar beneficios para que el proceso se distribuya de manera justa. Esto genera efectos positivos como el empoderamiento de comunidades que no han tenido mayor representatividad, fomentando un desarrollo sostenible que no deje a nadie atrás.

La diversidad de perspectivas que aportan las mujeres en este campo enriquece el debate e impulsa soluciones más creativas y efectivas para enfrentar los desafíos climáticos. Teniendo en cuenta estos puntos podremos aspirar no sólo hacia una transición energética efectiva, sino también, hacia una que sea igualitaria y justa.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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