Por: Pablo Silva Amaya. Intendente de la Región del Libertador General Bernardo O´Higgins
La temporada 2016-2017 de incendios forestales golpeó a nuestra región de una manera nunca antes vista en el país. La intensidad de este fenómeno superó todo evento registrado con anterioridad y ocasionó una destrucción impensada. Incluso la comunidad internacional denominó a estos incendios como los primeros de una nueva ‘sexta generación’ en la categoría de siniestros forestales y la Unión Europea los contextualizó dentro del término de ‘Tormenta de Fuego’.
Solo en la Región de O’Higgins se quemaron más de 105 mil hectáreas, siendo 12 las comunas más afectadas. La severidad de los incendios, fundamentada por la combinación de factores como altas temperaturas, sequía, humedad ambiental y una alta intensidad del viento, dejó alrededor de 90 familias sin vivienda y a muchas de ellas sin su capital de trabajo: predios, animales e infraestructura relacionada. Una perdida tremendamente lamentada por aquellas personas, a las que apoyamos desde el inicio.
Los primeros incendios de la temporada comenzaron en noviembre del 2016. Litueche, Marchigüe, La Estrella, Paredones y Pichidegua, fueron algunas de las comunas donde el fuego alertó su llegada a la región, anunciando consigo que el escenario no sería favorable, sin embargo–como todos los años– ya habíamos tomado las medidas de precaución requeridas y ejecutado los planes de combate al fuego, a través de la Dirección Regional de Onemi y la Corporación Nacional Forestal (Conaf).
Lamentablemente el año 2017 no inició de manera más favorable. Ya en enero el mega incendio “Nilahue Barahona” consumía una gran cantidad de hectáreas en Pumanque, sumándose a otros focos repartidos en varias comunas de la región. Esto provocó que se declarara Estado de Excepción Constitucional y de Catástrofe en las provincias de Colchagua y Cardenal Caro, acciones que permiten dictar normas especiales para garantizar una rápida y ágil disposición de recursos públicos, materiales y humanos en las distintas zonas afectadas.
Además, recibimos al Ministro de Agricultura, Carlos Furche, como delegado presidencial, para coordinar el combate a los siniestros y como Jefe de la Defensa de la región fue designado el General de Brigada del Ejército, Gustavo Núñez con el objetivo de tomar el control de la seguridad y velar por el orden público.
Asimismo como Gobierno Regional, junto a las secretarías regionales ministeriales y los servicios, nos desplegamos en terreno para atender las necesidades más inmediatas de las comunas damnificadas, gestionando la ayuda que requerían. En primera instancia, nos unimos a las labores de evacuación de las familias que tuvieron que dejar los sectores donde habitaban, por el riesgo al que se enfrentarían si permanecían en sus viviendas, una de las tareas más difíciles, ya que muchas de ellas se negaban a abandonarlas.
Afortunadamente, y gracias a un trabajo mancomunado entre distintas instituciones, no tuvimos que lamentar víctimas fatales. No obstante, durante los meses de enero, febrero y marzo el paisaje fue desolador. La continuidad de las altas temperaturas propició la generación de focos durante todo este periodo, donde voluntarios de Bomberos, el personal de Conaf, del Ejército, entre otras entidades, enfrentaron con una abnegación admirable. Por su compromiso y solidaridad, estaremos siempre agradecidos.
Sin lugar a dudas esta experiencia vivida, centrada en el enfrentamiento del siniestro forestal más grande en la historia de nuestra región y del país, nos dejó muchas lecciones y la tarea de implementar acciones que nos permitieran afrontar de manera más preparada una próxima temporada. En ese contexto aunamos voluntades políticas y técnicas para acelerar el proceso de coordinación interinstitucional y multinivel, con el objetivo de identificar y dar factibilidad a un ambicioso Plan de Infraestructura Estratégica para combatir los incendios forestales, pionera a nivel nacional.
A través de esta iniciativa, diseñada por la División de Infraestructura y Transporte del Gobierno Regional, nos propusimos mejorar las instalaciones existentes y construir nuevas tipologías de bases de brigadas forestales, helipuertos, torres de vigilancia y mejorar las pistas de aterrizaje de la red aeroportuaria de nuestra región, que permitirán aumentar la capacidad terrestre y aérea instalada para la detección, ataque, control y extinción de los incendios.
Este plan ya comenzó a ejecutarse y se complementa con la Estrategia para el Fortalecimiento de la Gestión en Incendios Forestales, creada este año por la Subsecretaria del Interior.
Estas herramientas han alcanzado altos niveles de compromiso y factibilidad. Sobre todo, por parte de los principales servicios públicos relacionados con este objetivo, tanto de los que atienden directamente las emergencias, como de las instituciones que se desempeñan como unidades técnicas claves para ejecutar los proyectos priorizados.
En cuanto al apoyo entregado como Gobierno Regional a Bomberos a modo de potenciar su valioso trabajo podemos señalar que durante los últimos cuatro años hemos destinado más de 8 mil 140 millones de pesos en carros aljibe, carros bomba, carros cisternas y equipos de protección personal.
Para finalizar quiero expresar que no podemos garantizar un verano libre de este tipo de incidentes, por lo que necesitamos el mayor apoyo de la comunidad. Los incendios se producen, en su mayoría, por negligencias de los seres humanos, es por eso que mi llamado es a educar a nuestros hijos desde su niñez y a tomar conciencia del daño que generamos al medio ambiente, sino prevenimos con medidas sencillas de implementar: Limpiar los alrededores de nuestras viviendas, evitar las quemas de pastizales, no botar basura en sectores no permitidos, y denunciar cualquier actuar irresponsable contribuirá a disminuir los riesgos y evitará que volvamos a vivir aquella tan perjudicial experiencia.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.