Jairo Trad, CEO de Kilimo: “Hoy liderar no es hablar más fuerte, es construir la mesa donde otros también quieran sentarse”

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El argentino forma parte de la nueva generación de Young Global Leaders 2025, comunidad que reúne a los líderes más destacados del mundo. Trad fue reconocido por su aporte en innovación climática y eficiencia en el uso del agua para la agricultura


Con casi diez años de historia, la empresa Kilimo se ha posicionado en Chile y Latinoamérica gracias a un trabajo conjunto con empresas, organizaciones y agricultores para fortalecer la seguridad hídrica de las cuencas más estresadas del mundo y combatir así la escasez de agua originada por la crisis climática.

Y en este propósito, su cofundador y CEO, el argentino Jairo Trad, ha cumplido un rol fundamental. Recientemente fue incluido por el World Economic Forum dentro de la nueva generación de Young Global Leaders (YGL) 2025, una comunidad que reúne a los líderes más destacados del mundo menores de 40 años gracias a su impacto en los negocios, la sociedad y la sustentabilidad.

Desde Kilimo, Jairo se enfoca en desarrollar soluciones colaborativas con un modelo de negocios que impulsa una agricultura más resiliente en la región y que en el caso de Chile, centra su gestión en la cuenca del Río Maipo, con la intención de impulsar el uso óptimo del agua y apoyar al mismo tiempo a los productores de la zona.


¿Cómo crees que tu reciente elección como miembro de la comunidad Young Global Leaders 2025 del World Economic Forum fortalecerá la estrategia y posicionamiento de Kilimo en el mercado global?

Ser parte de la comunidad de Young Global Leaders es, ante todo, una oportunidad de conexión. Porque cuando tenés una misión como la nuestra —optimizar el uso del agua en la agricultura y hacer de eso una palanca de impacto ambiental real— necesitás estar en los lugares donde se discuten las reglas del juego.

Estar en esta comunidad nos pone en una mesa global, con otros líderes que están moldeando el futuro desde sectores distintos pero complementarios. Ahí es donde Kilimo tiene que estar. Porque si queremos escalar soluciones que sean efectivas, necesitamos cruzar fronteras, y esto nos abre puertas para hacerlo.


¿Cuáles han sido los principales retos que has enfrentado en tu carrera y cómo han moldeado su visión de liderazgo y gestión en una industria tan especializada?

Arrancar una empresa de tecnología para el agro desde Latinoamérica ya es, de por sí, nadar contracorriente. Al principio, el mayor reto fue convencer al ecosistema inversor de que podíamos generar impacto real desde esta región —y no solo impacto ambiental-, sino también económico.

Pero esos desafíos terminaron fortaleciendo nuestra propuesta: nos obligaron a pensar una innovación que no solo sea buena en teoría, sino útil para quien la usa todos los días. Ahí fue cuando entendí que el liderazgo no tiene que ver con tener todas las respuestas, sino con saber hacer las preguntas correctas al equipo, a los clientes, a los aliados. Preguntar, escuchar y construir desde ahí. Hoy liderar no es hablar más fuerte, es construir la mesa donde otros también quieran sentarse.


En un sector impulsado por la tecnología, ¿cómo equilibras la necesidad de innovación constante con la estabilidad y el crecimiento de la empresa?

La innovación no es un experimento de laboratorio. Por eso hablamos mucho de innovación con los pies en la tierra: hacemos pruebas, sí, pero siempre con un pie en la realidad. Equilibramos apostando a la escucha activa, con equipos que están en campo, y con una cultura interna que entiende que crecer no es ir rápido, sino ir con sentido. No se trata de lanzar lo nuevo por lanzarlo, sino de construir herramientas que puedan escalar y durar.


¿Qué estrategias y objetivos tienes en mente para escalar Kilimo y fortalecer su impacto en el mercado, tanto local como internacional?

Tenemos una obsesión sana: que cada gota de agua usada en el agro sea usada de forma inteligente. Escalar Kilimo significa encontrar socios —públicos, privados, globales y locales— que compartan esa visión. Hoy estamos trabajando en consolidar nuestro modelo de water stewardship que ya está operando en varios países de América Latina, y llevarlo a mercados donde la presión sobre el recurso hídrico es cada vez mayor.

 

También queremos profundizar la articulación con grandes empresas que tienen metas de sostenibilidad ambiciosas, porque ahí es donde nuestra tecnología puede ser un puente: entre el campo y el mundo corporativo, entre el impacto real y las métricas que lo reflejan.


Basado en tu experiencia, ¿qué recomendaciones darías a otros emprendedores o líderes que buscan transformar sus industrias a través de la innovación y sostenibilidad?

Lo primero: no se puede transformar una industria sin entenderla desde adentro. Y eso significa estar cerca de quienes la viven, no solo de quienes la regulan o la financian. En nuestro caso, eso fue escuchar a los productores, caminar sus fincas, entender sus tiempos.

Lo segundo: buscar aliados. La innovación no sucede en soledad, sucede en red. Y lo tercero: tener claro que la sostenibilidad no es una moda, es una necesidad de negocio. Hoy, los modelos que no integren impacto social y ambiental en su lógica van a quedar fuera de juego. Apostar a lo sostenible no es un diferencial, es el único camino.


 

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