La Educación Intercultural en la Reforma Educacional, ¿dónde está?

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Por: Diego Ancalao G. Presidente Fundación de Desarrollo de Liderazgo Indígena


Existe un hecho indiscutible, y es que hay un desapego entre los políticos, la realidad del Mapuche y del pobre, eso es indudable. Pero no se trata simplemente de esta falta de sintonía, sino también de la distancia que hay entre los ideales que profesan los que conducen Chile y la realidad que contemplemos cada día. De alguna forma, esta distancia ha existido desde el nacimiento de nuestro país, pero no es eso lo preocupante, sino la enorme distancia entre los grandes desafíos a los que nos enfrentamos y la pequeñez de nuestros políticos.

Es innegable que todas las grandes reformas no han sido del todo un éxito, como por ejemplo, el caso del Transantiago. El problema es que se hacen las reformas sin los actores principales involucrados, se hacen reformas a la salud sin los enfermos y médicos, reformas pesqueras sin los pescadores, reformas al deporte sin los deportistas, reformas a la educación sin los estudiantes, sin el profesorado y sin los padres, y esto es la génesis del fracaso. No queremos que la reforma a la educación sea un nuevo fracaso, ya que el precio lo paga todo Chile, con excepción de los colegios privados que por alguna razón el gobierno decidió no regularlos, y no creo que sea porque ahí están los hijos de los políticos y empresarios.

Chile es un país plurinacional, aunque los gobiernos no quieran reconocer el idioma y la cosmovisión de los pueblos originarios que son las características de su propia nación, tanto es así, que en Estados Unidos llaman a las tribus primeras naciones. La educación intercultural en un país plurinacional es un mandamiento insoslayable que lleva obligatoriamente a la justicia, la democracia, la libertad y la paz.

Es una necesidad absoluta si queremos vivir en una casa que no esté dividida, y no me refiero a una educación Intercultural de cursos o cursillos en ciertas escuelas rurales o de pequeñas ciudades con alto índice de indígenas, como lo plantean hasta el momento.

¿Por qué? Porque nosotros los mapuches ya somos interculturales, somos tan interculturales que hablamos español, vamos a escuelas alemanas o inglesas, Escuela Italiana o Alianza francesa, somos tan interculturales que vamos a universidades chilenas o romanas, como la universidad Católica, y no tenemos aún liceos ni universidad mapuche, pero las tendremos. Somos tan interculturales que vamos al mall y vemos TVN. El problema es que la sociedad dominante no es Intercultural, por lo tanto, la educación Intercultural debiera ser para ellos y debiese ser obligatoria.

Veía a un profesor de la UFRO que hacía para un gobierno programas de interculturalidad juntando un pequeño grupo de mapuche en el Hotel Pucón. Me parecía imposible defender esa idea, pues ¿cómo iba a interculturalizar a los que somos interculturales si es la sociedad chilena la que debe conocernos en profundidad?, de lo contrario es un sin sentido, por lo que este tipo de asesores de los gobiernos son parte del problema, no de la solución.

Estoy convencido que el único camino posible para sacar adelante las familias y derrotar esa masa de analfabetos sobre los pueblos originarios es la educación, y no cualquier educación, sino la educación intercultural, punto puesto en el petitorio al Ministerio de Educación por la Federación de Estudiantes Mapuche (FEMAE). Hoy, que se juega en el Congreso la posibilidad que Chile tenga una educación de calidad, pública y gratuita, quisiéramos ver a los políticos consagrase al deber para que Chile tenga educación intercultural, de calidad, sin segregación económica para el que no tiene para comer y quiere estudiar para tener que comer.

No se trata de un partido político u otro, ya que esta demanda la pusieron en el debate público los estudiantes con su consigna “no al lucro”. En ese momento, los políticos se reían de esta demanda catalogándola como una consigna “hippie”, inclusive la Cámara baja rechazó el primer informe sobre el lucro en la educación, así lo informaron los medios de comunicación el 19 de julio de 2012, pero cuando las investigaciones arrojaron que las universidades lucraban, no solo se lavaron las manos, sino que se sumaron con un No al lucro.

Por lo tanto, la reforma en la educación no sólo pone a prueba el cambio del modelo educativo, que es uno de los más caros del mundo y uno de los más malos, sino que también pone a prueba la credibilidad de los políticos que administran el poder “para el beneficio del pueblo”, pero al parecer el pueblo que ellos benefician no es el mismo en el que vivimos la mayoría del país. Se trata de volver a creer en esos líderes que nos han demostrado muchas veces que lo que nosotros necesitamos no tiene nada que ver con lo que ellos votan.

La política no debería ser algo que te mueva solo cuando te afecte al bolsillo, debe ser una cuestión moral. Aún que me niegue a creer que en el poder Ejecutivo y Legislativo hay artistas en el trapecio político, no es muy difícil ver una voltereta en el circo del poder, como ocurrió con un senador que rechazó incluir el lucro en debate de reforma constitucional asegurando en su circunscripción estar en contra del lucro en la educación, “porque no es un bien de consumo”, pero al otro día vota en el Congreso a favor del lucro. Respondió que vio que iban a perder la votación, por lo que se inclinó para el voto que iba a ganar.

Tal vez para algunos esto sea un ejemplo de convicción, ideales y la estampa de un verdadero estadista, pero esto solamente fue un dilema moral, y en verdad el senador Quintana no es un artista del trapecio político y no es su culpa que la región más desigual y pobre de Chile. La Araucanía, no ha experimentado un despegue económico-social, por lo que estamos a la espera de ver su alto vuelo intelectual en proyectos que hagan desaparecer la región de los últimos niveles en pobreza y desarrollo humano. De todas maneras, contamos con su voto en esta reforma.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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