La Ética está huérfana: ¿Qué está de moda? ¿Lo honesto o lo deshonesto?

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Por: Carlos Cantero O. Geógrafo y Doctor en Sociología


Mi reciente columna “Servicio público y política: probidad versus corrupción” cruzó fronteras, generando múltiples e interesantes reacciones en mis redes en diversos países de LATAM. Es muy evidente que el problema está muy extendido (corrupción y soborno).

Unos apuntaban el dedo acusatorio hacia el ámbito público, otros responsabilizaban a los privados; algunos señalan que se trata de un problema puntual, otros lo asumen como estructural; unos lo definen acotado otros que está en expansión.  Algunos funcionarios públicos me dicen que, por ser honestos y probos han sido castigados, como disfuncionales, poco leales y no tener compromiso, destinándolos a la huesera institucional o cancelados del trabajo.

Desde el sector privado dicen que, hay mafias internas, en servicios públicos y también en las grandes empresas (públicas y privadas), que se dedican a trancar el avance de los proyectos, exigiendo coimas o sobornos.

No faltaron los que reaccionaron molestos y dispararon sus dardos por traer temas complejos, con alarma.

Otros están entregados, rendidos me dijeron que en sus proyectos consideran entre un 5 y un 10 % para coimas, sobornos y corruptelas. Afirmando que, para sobrevivir, por ahora, es la única manera de sortear imprevistos.

En algunas realidades (países) señalaron a la política y los políticos como responsable del proceso, por omisión y permisividad, en unos, y/o por acción y complicidad, en otros casos.

Lo concreto es que todos reconocen que, ¡Ser honesto y probo no está de moda! Todo el contrario, es disfuncional y dañino para hacer negocios o desarrollar proyectos. Estos males están en proceso de normosis, que es asumir como normales cuestiones completamente anormales e inaceptables.

Es el relativismo ético fruto de la banalidad, la lenidad, la orfandad de la ética. Hasta aquí solo hablamos de Corrupción y soborno. Ni siquiera hemos rozado el Crimen Organizado, el Narcotráfico y la Narcopolítica, entre otras plagas.

Esas reacciones dicotómicas, me trajeron a la memoria dos principios del Hermetismo que, por su profundidad de sentido, tienen mucha importancia:

1) La Ley de la Causalidad: Toda causa tiene un efecto; todo efecto tiene una causa. Nada es casual, todo es causal.

2) El Principio de la Correspondencia: Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba. Como es adentro es afuera, como es afuera es adentro. Esta sabiduría milenaria, atávica a la humanidad, tiene plena y certera aplicación en el caso que comentamos. Cada cual debe asumir su propia realidad y sus circunstancias.

Hay países que han abordado el problema con seriedad y se están recuperando de estos flagelos ético-sociales:

1) El Reino Unido (UK Bribery Act) una legislación de amplio alcance extraterritorial, que aplican a organizaciones que realizan negocios en el Reino Unido, independientemente de su lugar de constitución, que persigue el soborno activo (ofrecer un soborno) como el soborno pasivo (recibir un soborno), lo que constituye un enfoque más preciso que la corrupción general.

Además, establece como delito la “no prevención del soborno”; persiguiendo la falta de implementación de medidas adecuadas para prevenir el soborno; las organizaciones deben tener vigentes  procedimientos adecuados; se destaca por su aplicación estricta y por las severas sanciones que impone.

2) En EE. UU. (Foreign Corrupt Practices Act), que prohíbe el soborno a funcionarios para obtener o retener negocios; incluye disposiciones sobre la precisión de los libros y registros contables precisos y sistemas de control interno.

3) En Chile, la ley 20.393, que establece la responsabilidad penal de las personas jurídicas por delitos como soborno, lavado de activos y financiamiento del terrorismo, enfoca la responsabilidad en la falta de supervisión y control por parte de la empresa. Promueve la adopción de modelos de prevención de delitos para mitigar la responsabilidad penal.

Para que el mal no siga extendiéndose (y triunfando) se requiere decisión y acción coordinada, asumir que no se trata solo de ley, es un problema cultural y valórico. La probidad y la honestidad, constituyen un valor cuando son defendidos y promovidos.

Si se guarda silencio……, entonces se es cómplice de la corrupción. ¡Que entienda el buen entendedor! Ojalá “El bien actúe con coherencia, oportunidad, pertinencia y honestidad, para contener al mal”. Espero que estas ideas se pongan de moda. ¡Que así sea!


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo


 

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