La fuerza de mujer que impulsa a Monticello

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El rol de las mujeres en la industria de casinos no pasa desapercibido. Le invitamos a conocer la experiencia de mujeres de la Región de O’Higgins que, desde diferentes roles, tienen dos puntos en común: aman sus trabajos y se sobrepusieron a las adversidades laborales y económicas de la pandemia


El rol de las mujeres en la industria de casinos no es menor. Al menos, estas 7 mujeres de la Región de O’Higgins se consideran un pilar en una organización de entretención, ya que una parte muy importante en el rubro es la atención a los clientes, lo que finalmente hace volver a la gente a disfrutar de jornadas de esparcimiento, independientemente que en ocasiones gane o pierda.

“Las mujeres tienen una visión amplia que entrega buenas soluciones a los problemas que se presentan en el día a día”, sostiene Javiera Peña, Host (Ejecutiva Servicio Clientes VIP) de Casino Monticello y quien afirma estar muy orgullosa de haber logrado su nuevo puesto en noviembre pasado.

Coincide Carolina Altamirano, Jefa de Juego. “Somos parte importante del rubro, el trato de los clientes hacia una mujer es respetuoso, y la atención siempre será algo fundamental”, junto con recordar que hace 25 o 30 años la presencia de las mujeres en el mundo de los casinos de juego era prácticamente inexistente y hoy en día tiene una realidad diametralmente opuesta, con una gran presencia femenina.

Teresa Orrego, Croupier, cree que la razón de ese cambio es sencilla. “Somos muy amables en términos de atención y eso es importante para mantener la cercanía con los clientes. Pienso que nuestro toque femenino genera una actitud y empatía que se valora mucho, ayuda a que el juego no se transforme en una experiencia plana para el cliente”.

Carmen Gloria Aracena, Ejecutiva del Club Monticello dedicada a la atención de público, cree que todos los días es importante tener ganas de aprender algo nuevo en el trabajo “y cuando te gusta y quieres tu trabajo, lo haces siempre como si fuera la primera vez que atendieras a una persona, con el máximo de energía y pasión, independientemente que estés finalizando tu turno”.

Otro punto importante en tiempos de pandemia para el funcionamiento de cualquier casino son los estrictos protocolos de higiene y seguridad, que cuentan con gran rigurosidad y preocupación lo que ha permitido una situación de cero contagios laborales entre los trabajadores.

 

Y eso lo tiene muy claro Yolanda Arce, del área de Aseo, que con 6 años en Monticello da fe de ello. “Las normas son súper buenas, nosotras para trabajar contamos con todo: alcohol gel, guantes, mascarillas y escudo facial. Para mí es súper tranquilo venir a mi lugar de trabajo, además, en el bus de acercamiento que ocupo, también hay normas adecuadas”.

Sila Contreras, Guardia de Seguridad, debe ver por sus propios ojos la aplicación de normas sanitarias para todos los trabajadores, internos o externos, que ingresan a Monticello.  “Todas las personas tienen que seguir el instructivo de seguridad, y eso permite trabajar en un ambiente tranquilo”, refiriéndose a una acotada posibilidad de riesgo de contagio al interior del casino, ya que los sistemas priorizan la trazabilidad de las personas para tener claridad y rapidez frente a un posible foco de contagio.

Julia Soto, Demi Chef con 11 años de trabajo en Monticello y encargada del servicio de alimentación para los trabajadores del Casino, también afirma que la manipulación de alimentos es con máximo cuidado y la gente puede almorzar o comer una colación tranquilamente con la debida distancia. “Es un trabajo en equipo. Somos 5 personas, incluida yo, que nos esforzamos por entregar un servicio de calidad, sin el apoyo de mis compañeros, sería muy difícil. Con ellos, todo se facilita”.


De luchas y perseverancias

El cierre de los casinos en marzo del 2020 ordenado por las autoridades trajo como consecuencia que muchas de estas trabajadoras se quedaran sin su sustento laboral y económico. Pero siempre hay ventanas de luz y esperanza, más allá de los retiros del 10% desde las AFP o el uso del seguro de cesantía.

“Durante la pandemia en realidad no pude hacer otra cosa porque mi hijo pequeño tiene un problema de salud, pero el tiempo que estuvo él conmigo, mejoró mucho en su autoestima y la forma de desenvolverse, lo que me hace muy feliz” declara Teresa Orrego, quien agrega que el tiempo de encierro fue caótico en términos económicos, pero que está muy contenta de volver a trabajar después de casi un año.

Javiera Peña hizo de todo para generar algo de dinero el tiempo que estuvo sin trabajar.  Con dos niños pequeños y con su hermana menor que se encarga del cuidado de ellos, Javiera lleva el sustento de la casa y disminuir sus ingresos era una gran complicación. Por eso, no dudó en vender pizzas y rollos de canela, además de dedicarse al cuidado de otros niños. “Nunca pensé en renunciar, ni en los momentos más duros, yo entré como embajadora (ejecutiva junior de servicio a cliente VIP) a Monticello y llegué a donde quería estar, como Host (Ejecutiva de Servicio a Cliente VIP)”.


Mientras, Julia Soto, casada hace 28 años y con tres hijas mayores, sostuvo que su familia se apretó económicamente, pero pudieron salir adelante. “A pesar de todo, no me faltó. Tengo una hija que estudia medicina en una universidad de Santiago y pudo continuar”, aunque reconoce que mantener su casa y además un departamento en arriendo para su hija se le hizo algo complicado a ratos. “Fue un período de incertidumbre, pero logramos salir adelante”, comenta orgullosa.


Una época difícil fue también para Yolanda Arce. “Fue muy complicado, lo poco y nada que tenía lo destiné a mantener a mi familia. Mi marido tenía trabajos muy esporádicos y mis tres hijos estaban sin empleo, lo que nos obligó a sacar fondos de la AFP”. Pero se declara feliz de volver a trabajar. “Es muy gratificante, me encanta lo que hago que es hacer el aseo y mis jefes me reconocen mi pega”.

A propósito de volver a trabajar, Sila Contreras, quien tiene dos hijos, no tiene problemas en decir que nunca pensó que iba a querer volver con tantas ganas a sus labores. “Fue un alivio, por un tema de angustia de estar tanto tiempo encerrada y por un asunto de plata también.  Pero lo cierto es que amo lo que hago, a veces me toca ser un poco la niña ruda, otras veces las hago de sicóloga, digo, escuchar o animar a la gente… mi trabajo a veces es estresante, no tiene nada que ver con lo que hacía antes, pero me gusta mucho más”.

En el caso de Carolina Altamirano –madre de dos niños—el tiempo de pandemia le sirvió para desarrollar su faceta de vendedora, lo que la tiene muy entusiasmada. Si bien tomó la opción en algún minuto como una forma de poder mantener a la nana de su casa que la ha ayudado a cuidar a sus hijos en los últimos diez años “me fue muy bien vendiendo ropa de niños y quiero seguir con mi emprendimiento”, junto con declarar que está eufórica de haber vuelto a sus labores.

Carmen Gloria Aracena no duda en decir que fue extraño vivir tanto tiempo encerrados. “Pero la experiencia creo que la llevé muy bien, vivo con mi madre y mis tres hijos y la contención de mi familia fue algo muy importante. Mi hija se tituló en Construcción Civil y mis dos hijos en enseñanza media se esforzaron por aprender”. Así es que el retiro de la AFP pasó a un segundo plano. “Aprendí a ser muy organizada en lo económico, eso también me ayudó mucho”.

Estas son algunas de las historias de las mujeres que hacen a Monticello progresar con mucho entusiasmo y que ellas estén muy contentas con el ambiente laboral en que se desempeñan, donde prima el compañerismo –como recuerda Sila Contreras, “mis compañeros en general siempre saludan y preguntan cómo está uno, algo que me resulta muy importante”– y las ganas de progresar –como es el caso de Yolanda Arce, que destinó durante casi 4 años casi todo su sueldo a pagar la carrera de enfermería de su hija y quien actualmente trabaja en una clínica de Rancagua.


 

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