Hay planes de modificación y recuperación de áreas que pueden conseguir objetivo de ser ciudades que prevengan desastres por efectos naturales… Ello simplemente incorporando más vegetación inserta en las construcciones
Tan importante es para Chile el poder resguardar las áreas verdes reinantes cuan más cuan menos existan en uno y otros sectores de nuestro largo y estrecho territorio nacional. Sin embargo, el crecimiento poblacional y la modernización se presentan inexorables y poco o nada se puede hacer contra esto. Pero lo cierto es que se hace inminente el repensar las fórmulas de edificación y avance arquitectónico y de infraestructura general que tienen las ciudades y habrá sí o sí que buscar cómo reincorporar sistemas que permitan la vinculación de ciudades sostenibles pero con sustentabilidad.
Hablamos de complementar el sostener (mantener, contener) con el sustentar (mejorar o equilibrar el medioambiente). Esto se puede volver en toda una oportunidad. Y conseguir así que, por ejemplo, los Oasis analicen esta alternativa. De hecho, según lo ha comentado siempre el director de obras de la Municipalidad de Calama, Luis Alfaro, como también lo hacen medioambientalistas y dueños de inmobiliarias, esa ciudad bien podría alcanzar eso que se ve lejano, pero que ha sido “archi” mencionado por muchos. “Lograr desarrollo con sustentabilidad”. Una herramienta clave eso sí. Con acuerdos y esfuerzos mutuos, como también lo afirma el secretario regional ministerial de Agricultura, Jaime Pinto.
Pero antes un preámbulo… Qué decir de lo antes planteado, considerando que estos parajes que existieron y que aún quedan varios en Chile . Y que no por poco cautivaron la atención primero de las comunidades nómades, pasando por las descendencias incásicas, seguidos por los autodenominados “Conquistadores de América” y por qué no decirlo, hasta nuestros días. (Distinto si las motivaciones pudiesen haber cambiado). Nos referimos a los Oasis de ayer y ciudades de hoy.
Preferentemente en el Norte de Chile, mucha historia trasciende desde los que fueron hermosos valles que surgen de la generosa Madre Tierra, donde por cierto y gracias a la Divinidad, afloran los ríos que son igualmente que la pacha mama surgen y vuelven a estos territorios en la pausa del camino.
Es así entonces que, por el ir y andar de la humanidad, fueron pasando de pequeños asentamientos a ciudades en las cercanías de la costa, como en la Cuarta Región y hasta Azapa en la Región de Arica-Parinacota.
Es tal el trajín al que fueron sometidas estas estancias chilenas, que, en primer lugar perdieron su encanto natural pasando de ser centros de gran vegetación y rica cultura a lugares con ínfimas características de antaño.
Oasis en Chile
Pero para entender aquello, hay que recurrir a la historia. Los Oasis en el pasado los constituyeron pequeños asentamientos en el desierto. Más bien tenían un rol de abastecedores.
Según cuenta la historia, la misma ciudad de Calama era un vergel, donde no solamente había maíz y alfalfa, sino era un territorio que llegó a abastecer de frutas y verduras para diversas localidades de Chile, Perú y Bolivia, como también forraje para los ganados de las cercanías de este lugar. Y algo similar se presentó en San Pedro de Atacama, Chiu Chiu y más al Norte Azapa y Pica. Y en el Norte Chico, Copiapó, Vallenar, Huasco, Vicuña y otros.
No obstante uno de los fenómenos más atractivos que ocurren en la porción final del desierto de Atacama es el de la Tercera Región, que se le denomina el desierto florido. Su aparición está condicionada directamente a la presencia de precipitaciones. Allí en agosto puede evidenciarse la abundancia de flores y frutos. No obstante, así como puede pasar un año también pueden ser más de diez, hasta que llueve. Es allí como Copiapó y sus cercanías lucen sus mejores encantos. Pero en tiempos de sequía, la tierra llora sus maravillas.
Dignos de destacar también son Pica, localidad ubicada en la Región de Tarapacá, a 114 kilómetros de Iquique, reconocida por el cultivo de frutos tropicales, entre los que se cuentan mangos, guayabas, limones y pomelos.
Antes de la llegada de los españoles ya estaba poblado por los habitantes primitivos, quienes aprovechaban las inmejorables condiciones que otorga este oasis en medio del desierto más árido del mundo.
Pero múltiples fueron, son y serán las razones que han llevado a que los hermosos parajes que hemos recordado sufran transformación tras transformación. Y así como los fenómenos climáticos han sido parte trascendental, también se producen cambios por efectos de la mano del hombre. Es decir a la fuerza de la naturaleza se suman igual otros factores, como la producción minera, por ejemplo. Y esto va asociado con la urbanización, la industria y otras. El ser humano ha ido ocupando espacios, ya sea para asentarse o para explotar los recursos naturales en busca de energía, alimentos y materias primas. Eso va en desmedro del entorno.
Pero si hablamos con justicia, no toda la culpa de la desertificación la tiene la minería y otro tipo de industrias, sino también hay que considerar la ausencia de sistemas de pastoreo sustentables. El ganadero chileno de regiones áridas casi no usa sistemas de manejo de los terrenos de pastoreo. Aplican más bien un talaje continuo, exhaustivo, que no permite la regeneración de las poblaciones de plantas mediante recesos periódicos. Es el seremi de Agricultura el que también considera las fórmulas tanto de riego como del mismo suelo no son compatibles con los objetivos agrícolas en la Segunda Región. “Eso es un motivo de preocupación. Pero siempre los mismos trabajadores del agro son quienes buscan la reconversión. Pero los recursos son pocos”.
Ejemplos concretos
La Región de Antofagasta se caracteriza por un desarrollo urbano generado por la explotación histórica de recursos minerales que creó campamentos mineros, ciudades y puertos. Calama, es la ciudad que concentra una fuerte actividad industrial de las faenas de la gran minería del cobre.
La actividad agropecuaria se desarrolla principalmente en los pueblos andinos de la Provincia de El Loa y, en ciertas localidades como Quillagua y el sector de “La Chimba” en Antofagasta.
Insiste el seremi Jaime Pinto que “en general, estos agricultores producen sus cultivos aplicando técnicas agrícolas tradicionales de zonas áridas o desérticas. Algunas de estas tecnologías al ser aplicadas en suelos de mala calidad, junto al manejo ineficiente de las fuentes de aguas salobres o tratadas que se utilizan para el riego. Sumado a la improvisación en la experimentación de los cultivos, se han convertido en serias limitantes para la productividad. Manteniendo una baja rentabilidad agrícola. Esta situación afecta a dos de los sitios que constituyen áreas prioritarias para la conservación de los ecosistemas de la Región de Antofagasta, los oasis de Quillagua y Calama”.
Y quienes más que los propios agricultores que saben de sus limitantes, para comentar de los problemas que atraviesan, y de las causas que han llevado a oasis como El Loa a prácticamente no existir o a manejar sólo mínimos sitios en los que ejercen el trabajo de ganadería y agricultura.
Según el presidente de la o, que además es dirigente de la Comunidad Indígena de Calama, la gran parte de las familias que desarrollan el trabajo de la tierra en cultivos, son personas que dedican su misión para la autosustentación, dado que no hay fórmulas como mejorar las actuales condiciones, por presentarse factores cada vez más negativos como la rudeza del clima, la carencia de agua y suelos de mala calidad, fundamentalmente salobres. Todo ello, explica, les significa un duro batallar, por cuanto si hay familias que procuran mantener sus cultivos, en ocasiones no presentan buena cosecha, por los problemas mencionados. Esa misma razón es que cada vez también tienen menos posibilidad de hacer de sus territorios, lugares activamente vegetables. Lo que también les juega en contra, porque al haber terrenos sin señas de cultivos, son declarados infértiles o en desuso agrícola y pasan a formar parte de tierras con características para otros usos, sean estos industriales, como habitacionales.
Y es allí donde los agricultores desechan su posibilidad de poder continuar con esa función y deciden vender y de inmediato surgen quienes compran esas hectáreas para otro tipo de usos y aparecen entonces las construcciones de viviendas, hoteles, servicios de restaurantes, etc. “Calama llegó a poseer miles de hectáreas de Oasis. Sin embargo, con el paso del tiempo, sufre un duro revés y lo verde, se transforma en selva de cemento. Y esto no para. Por eso es que solicitamos incansablemente se busque contener el desarrollo habitacional por sobre la vida, porque nosotros si bien es cierto en mayoría disponemos más bien de agricultura de autosustento, por este amor que tenemos a nuestra tierra de origen es que no queremos que se nos dañe más y por el contrario, nosotros contribuimos a mejorar el pulmón verde, que ya es ínfimo, respecto de todo el desarrollo minero que gira en torno a la ciudad”, explica Araya Toroco.
Dado el desarrollo inmobiliario emergente en Calama desde los noventa y a la fecha, es que se producen cambios constantes al plano regulador de Calama. Pero a entender de los agricultores y a la misma Asociación de Pueblos Indígenas, es que solicitaron cambios drásticos al vigente instrumento territorial y piden se les atienda sus sugerencias.
Si bien no ha sido fácil conciliar posturas, por los intereses surgidos desde las distintas esferas aquí involucradas. Igual se advierte hay ciertos parámetros e indicios que hacen buscar la conciliación.
Por lo mismo es que el propio municipio, igual atendiendo la demanda comunitaria es que decidió estudiar en paralelo al Plan Regulador, un Plan del Resguardo del Oasis de Calama, que conlleve preservar las actuales hectáreas cultivables y dar pie al desarrollo de zonas que compatibilicen el avance urbano con la mantención de áreas verdes, comprometiéndose en cambio a preservar esos espacios con sistemas de riego con aguas tratadas y de causes permisibles. “Ese fue siempre nuestro afán y de allí que generamos esa instancia de estudio para el oasis. Y debemos recordar que bajo ese mismo predicamento fue que conseguimos el que las áreas verdes de Calama aumentaran en el sector oriente, porque nos pusimos firmes en que las villas de Codelco contaran con zonas en ese estilo, contribuimos a la creación del Parque Periurbano, el Granaderos, y otras múltiples en las que dispusimos recursos propios, otros sectoriales, luchamos por fondos regionales, en fin, no nos quedamos sólo en la idea”, comenta Esteban Velásquez, ex alcalde de Calama.
Pero si hubo alguien que siempre puso en el tapete el tema del cambio de usos de suelos fue la Secretaría Regional Ministerial de Agricultura, cuyos seremis, indistintamente del color político al que representen en su etapa de gobierno, defienden la preservación y desarrollo de áreas verdes sin distingo.
Así lo manifestó en su momento Alejandro Pizarro, Ramón Aristegui, Gerardo Castro. Y el protagonista hoy es el seremi Jaime Pinto, quien sin pelos en la lengua plantea la urgente necesidad de resguardar las hectáreas cultivables, indistintamente que esas estén o no hoy en procesos de vegetación. Pero a entender de él, “son los sitios que antes conformaron el oasis una reserva natural que no se debiera alterar en su esencia”.
Es por lo mismo que para hacer valer esa voz, unió fuerzas con las seremías de Medioambiente y Vivienda, para en su momento hacer notar sus propias observaciones al proyecto que persigue mejorar el Plan Regulador de Calama, que está en estudio, para que así se garantice mantener las áreas verdes.
El seremi de agro insiste, como representante del Ministerio en la región de Antofagasta, que esa cartera posee competencias y atribuciones sobre el suelo rural en virtud de los cuerpos legales.
“En lo particular del Oasis de Calama, reiteramos que existe una situación extraordinaria en la comuna, ya que en el sector definido legalmente como “urbano”, conforme a su plano regulador actual y vigente, se describe dos zonas urbanas de “usos” mixtos, para realizar la actividad agrícola, quedando al arbitrio y competencia de la Dirección de Obras Sanitarias. Esta condición es única a nivel país. A través de un levantamiento de información, realizado por el Servicio Agrícola y Ganadero en diciembre del 2015, en las zonas delimitadas como ZR-1A “Sector Oriente”, ZR-1A “La Banda”; y ZR-1B “Sector Poniente, ZR-1B “Sector Sur”, se aprecian hasta ese año una concentración mayor del porcentaje de áreas verdes en el Oasis, con un total de 960,25 hectáreas en total, en las que solamente 280,86 Hás pertenecen a superficie cultivada, 150,04 Hás en abandono”.
Añade la autoridad que “esto de tierras que fueron en su época hectáreas plenas de cultivos nos preocupan. Pero hay que hacer un reordenamiento. Si existe esos espacios hay que procurar recuperarlos, no avanzar sólo con construcciones. Eso no es sano. Hay que preservar el medioambiente y en Calama, al hacer esta nueva planificación territorial o modificarla, efectivamente hay una gran posibilidad de aprovechar la instancia y por qué no hacer de ese oasis un punto que se vuelva un ejemplo, donde pueden compenetrarse sostenibilidad con sustentabilidad. Si se puede”.
La mirada de vivienda y Urbanismo
El Seremi de Vivienda y Urbanismo de la Segunda Región, Mauricio Zamorano expresa su planteamiento y el del Ministerio en relación a los Oasis de esa región, fundamentalmente en relación al Oasis de Calama. “El Plan Regulador es tan importante y por ello nos preocupa su actualización porque, salvo Mejillones, el resto de las comunas tiene vigentes instrumentos de planificación desactualizados que no recogen la realidad actual de las comunas generando dificultades para su desarrollo”.
Agrega Zamorano que “el MINVU ha impulsado la protección del oasis de Calama y lo ha hecho junto al Seremi de Agricultura y de Medio Ambiente. Hemos propuesto y solicitado a la Municipalidad que arbitre las medidas en la planificación que impidan que el oasis continúe urbanizándose porque es precisamente aquello lo que hará sostenible y sustentable la vida en Calama”.
Y respecto de lo mismo también tuvimos como protagonistas de opinión a la Cámara Chilena de la Construcción que tienen su particular concepto al referirse al tema y están dispuestos a contribuir con las determinaciones que se adopte en las modificaciones a aplicar en el Plano Regulador y apoyar en ellas y más todavía, si se trata de asistir y poner en práctica medidas que conlleven mejorar el medioambiente.
Comunidad a la vanguardia
En una última reunión del Concejo Comunal de Calama, se analizó a profundidad las variables del Plan Regulador y se definió la necesidad de atender al Convenio Internacional 169, en su artículo que tiene relación con escuchar y responder a las inquietudes de las comunidades indígenas, que exigen se les consulte de sus posturas que dicen relación con diversas variables para el uso de suelo, frente a lo que, según lo explica Esteban Araya Toroco, ellos tienen derechos y deberes frente a las tierras que les fueron legadas de sus ancestros y que por consiguiente, no pueden hacer levantamientos de diseños que no estén enmarcados en sus coordenadas y peor aún hacer uso indebido de estos. Si se hacen instalaciones sobre terrenos agrícolas, por supuesto no estamos de acuerdo, y si se ocupan sitios que son patrimonio de la humanidad, tampoco. Y si no se nos atiende. Podemos apelar a los artículos del Convenio 169 que el gobierno de Chile firmó bajo compromiso”.
Frente al tema, el concejal José Mardones, se hace parte de la inquietud de los agricultores e indígenas y dice está justamente analizándose el tema dentro del Concejo Comunal, “porque en lo personal, estimo es lo prudente y lo correcto atender a quienes deben tener los mismos derechos de participación que toda la ciudadanía en estos casos, y si se consulta a unos, igual hay que atender las inquietudes de todos. Y de hecho hubo consultas previas, pero no con todos se llegó a acuerdo. Por eso bajo el mismo esquema esperamos se atienda los requerimientos de toda la ciudadanía, porque igual está el tema de las tomas, que es donde la gente quiere se considere en el estudio de las modificaciones del Plan Regulador en general, también están estimados el pedir que se hagan nuevas demarcaciones en terrenos que debieran tomarse en cuenta como Barrio Industrial y otros que se deben considerar” dijo Mardones.
Agregó que se plantea ahora desde la misma Dirección de Obras Municipales, y específicamente desde la Asesoría Urbana, que es el ente que vela por el estudio a las modificaciones, que se asignen nuevos espacios de tiempo, para retomar conversaciones con los estamentos de participación ciudadana y a su vez que se haga la asignación de setenta millones de pesos más, para estas nuevas etapas de esta modalidad territorial.
El estudio se realiza desde el 2004, cuando ya en ese entonces se advirtió la necesidad de cambios en la estructura de la ciudad. Dentro de muy luego pasa a quedar obsoleto. Luego de un largo andar se logró los recursos (algo más de cien millones de pesos) para llamar a licitación pública y esa misma empresa hoy pide nuevos fondos para mejorar la información.
Pero si en algo podemos contribuir con esta investigación de Poder y Liderazgo, es que si Calama tomase más en serio este paso trascendental como es el tener un nuevo plan regulador o mejorar el existente, es que deben pensar y repensar la ciudad a tal grado de que se convierta en un ejemplo real de desarrollo, cuyos conceptos y fines no persigan simplemente el dar en el clavo para dejar a más del 50 por ciento conformes y cumplir con los estamentos políticos de turno y parar de contar, sino que el mundo realmente se los agradecería si se toma en cuenta con seriedad y especial razonamiento y mirar el hecho que las grandes moles en el orbe, construidas milenios antes, con los mayores índices de densidad, que hoy están en miras a reconstruirse y ver formas de que reflorezcan espacios de manera natural, porque hoy por hoy se han dado cuenta que nada logran con tanto crecimiento y lindas armazones de cemento… No olvidemos los pulmones verdes. Y de eso todavía Calama se puede salvar y puede recuperar… si no todo, gran parte del vergel que fue antes de los años 40, ó mejor 30 y más en los años veinte del siglo recién pasado.
Cabe mencionar que ya en su oportunidad hubo expertos que lo mencionaron. “Primero, proteger desde la perspectiva legal estos ecosistemas que no están bien representados en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado (SNASPE). Esto se ha abordado por la autoridad a partir de la Estrategia Nacional de Biodiversidad liderada por la antes denominada Comisión de Medioambiente hoy ministerio y que esta vez dijeron no tener injerencia en el tema.
El segundo punto, es apoyar técnica y financieramente a aquellos propietarios privados que posean predios de alto valor de biodiversidad, a través de los incentivos y herramientas de fomento existentes en las normativas ambientales y forestales del país. Sin embargo, es necesario evaluar si estos incentivos son suficientes para estimular la protección por parte de los privados.
Ante todo lo expuesto, se logra establecer que los oasis y preferentemente Calama, puede tener en el nuevo instrumento territorial la gran oportunidad de reconvertirse y lograr lo que hoy grandes ciudades quieren hacer, optimizar sus formas de desarrollo y conseguir volverse ciudades complementadas con diversidad de áreas verdes que hasta salvaguardan la seguridad social.