Luis Tamayo, canchero del estadio Codelco El Teniente: “Esto es como ver nacer un hijo”

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Hace 36 años su preocupación laboral es la mantención del principal recinto deportivo de la región de O’Higgins. A lo largo de su vida ha visto la evolución de su lugar de trabajo y hoy, junto a su equipo experto, preparan el lugar para que, como sede del Mundial Sub 20 de fútbol, cumpla con todos los estándares que exige la FIFA.


Día a día, desde hace 36 años, Luis Tamayo se preocupa de la mantención de la cancha y la infraestructura del estadio Codelco El Teniente. Con su mirada experta recorre cada rincón, cada centímetro de las instalaciones y cada metro cuadrado de pasto para que el principal centro deportivo de la región de O’Higgins esté siempre en las mejores condiciones para su uso.

“Mi trabajo aquí parte con la mantención diaria de la cancha, con tareas como el corte de pasto, fertilizaciones, marcación, preparación para los partidos que se juegan tanto a nivel local, como a nivel laboral y a nivel internacional”, cuenta mientras observa las tareas de siembra de la nueva cancha de pasto natural que el estadio prepara como una de las transformaciones comprometidas como sede del próximo Mundial Sub 20.

Hace algunas semanas comenzó en la superficie de 8 mil metros cuadrados, el sembrado de ray-grass perenne pelletizado, una semilla importada desde Estados Unidos, que permite un corte más bajo, suave y que facilita un mejor desplazamiento del balón. Este cambio, junto con otras mejoras, no sólo preparan el lugar para cumplir con los exigentes estándares de la FIFA para albergar un mundial de fútbol, sino que también forman parte de las transformaciones que se desarrollan en el estadio para conmemorar los 120 años de explotación industrial de la mina de El Teniente, cuna de la gran minería del cobre en Chile.

Actualmente, Luis Tamayo está viendo nacer una nueva cancha y lo vive con el respeto y emoción que reclama el momento. “Esto es como ver nacer un hijo. En mis 36 años acá vi morir el estadio antiguo, el que fue mundialero en el 62, con sus galerías de madera. Después vi nacer este. Y ahora, ver “morir” la otra cancha y ver la nueva es otro nacimiento. Es impresionante. Uno tiene sensaciones que no puedo explicar, porque es un regocijo y una motivación querer que todo salga bien”.

La siembra se realiza luego de haber levantado “el césped antiguo y después se trabajó la carpeta con la parte del terreno, haciéndole retro fresado para sacar y levantar lo que quedaba de la otra cancha”, detalla Tamayo.

“Ahora, el desafío es querer llegar con los estándares que nos pide la FIFA. Entonces, la cancha tiene que ser una carpeta homogénea para que filtre bien el agua. Tuvimos que remover la tierra, dar vuelta, aplicarle una arena de sílice. Todo eso va incluido en el proceso de mantención, hasta llegar a la siembra”, asegura.

La envergadura del torneo es proporcional a la responsabilidad que asume con este desafío. “Me siento con un desafío grande. Pero cuento con toda la experiencia que hemos sumado con las copas sudamericanas y campeonatos de la Conmebol que se han disputado acá. Ahora es el momento de aplicar los conocimientos adquiridos y trabajar para cumplir con lo exigido por la FIFA”, explica.

Son 700 kilos de semillas que se utilizarán para dejar la cancha con la misma calidad que las mejores canchas de pasto natural del mundo. Luego se aplicará una capa de compost y una malla protectora para favorecer su crecimiento.

 

La Federación Internacional pide un pasto homogéneo y que se vea solo un tono de pasto. Con la otra cancha, el césped ya estaba muy antiguo y tenía variedades de pastos, lo que hacía que los colores no fueran los mismos. También estamos trabajando en que no tenga superficie en desniveles para llegar a un prado que sea compacto. Los tiempos son importantes para la madurez del pasto y la firmeza del terreno y los cumpliremos sagradamente”, asegura.


 

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