Por: Hernán de Solminihac. Ingeniero Civil UC. Ph.D. U. de Texas. Exministro de Minería y Obras Públicas. Director de CLAPES-UC
Se avecinan las vacaciones y con ello el aumento en el flujo de pasajeros en los aeropuertos nacionales. La imagen de largas filas y viajeros apiñados frente a los counters de líneas aéreas o ventanillas de inmigración ya es parte del paisaje ad portas de las fiestas de fin de año.
Según datos del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, el flujo de pasajeros transportados en vuelos nacionales ha aumentado en promedio 11,1% anual en el período 2007-2017. El tráfico aéreo internacional con relación a Chile, por su parte, ha crecido en promedio 8,4% anual en el mismo período. Es decir, el flujo de pasajeros es más de 2 veces el observado hace una década.
El significativo incremento de la demanda de transporte aéreo en el país no ha estado alineado con los aumentos generados en la oferta de infraestructura aeroportuaria, generándose así un déficit en este servicio. Esto se ve reflejado en que el Foro Económico Mundial (WEF), en su Ranking de Competitividad Global, este año calificó a Chile en el lugar 62/137 en el ítem de calidad de infraestructura de transporte aéreo. En 2007, nuestro país ocupó el lugar 29/125 en esta misma categoría.
Pero ahora las inversiones en terminales aéreos están en marcha en América Latina: Colombia ya trabaja en el nuevo Aeropuerto El Dorado 2, con montos de inversión de alrededor de US$ 1.200 millones; en Perú avanzan las obras por el nuevo terminal aéreo de Lima con inversión de US$ 1.500 millones; en México las faenas en el Nuevo Aeropuerto Internacional de ese país (NAIM) alcanzan los US$ 15.800 millones; y en Chile la ampliación del aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merino Benítez (AMB) tiene una inversión de alrededor de US$ 900 millones. Estas obras -que están causando las respectivas molestias en el movimiento de personas y aviones- eran necesarias y urgentes. No disponer de una infraestructura adecuada genera pérdida de calidad y retraso en los vuelos.
Considerando que Chile fue elegido por cuarta vez consecutiva como el principal destino de Sudamérica para realizar turismo aventura (The World Travel Awards, 2018), potenciar el turismo nacional e internacional es clave. Por ello -y como la puerta de entrada es el Aeropuerto AMB- es esencial asegurarse que el tráfico por esas instalaciones sea una buena experiencia.
Si bien la inversión planteada para el Aeropuerto AMB corresponde al período 2018-2027, medidas de corto plazo deben ser adoptadas para satisfacer las necesidades de los pasajeros en fechas estivales y así mitigar las molestias. Aquí la gestión y coordinación es clave, desde solicitar arribos al aeropuerto con mayor tiempo de holgura; redistribuir flujos, aumentar la capacidad de estacionamientos; disponer de buses de acercamiento y vías exclusivas; hasta contar con mayor dotación de personal son algunas de las medidas a considerar y, por supuesto, paciencia. Cerrar las brechas existentes en materia de aeropuertos requiere gestionar la infraestructura en función del servicio que esta brinda. Al igual que el crecimiento de un niño, el crecimiento de un país cuesta, requiere de recursos y tiempo de adaptación.
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