Por: Marisol Alarcón. Socia cofundadora de Laboratoria y Kaudal
Cuando hablamos de participación femenina en el mundo laboral, es evidente que hemos avanzado si comparamos la realidad actual con lo que se vivía en décadas pasadas. Sin embargo, también es cierto que debido a brechas socioeconómicas, prácticas instaladas en espacios públicos y privados, y estereotipos de género que aún persisten en la sociedad, la gran mayoría de las mujeres seguimos estando subrepresentadas en el trabajo, en especial, en roles de mayor liderazgo.
Según el Foro Económico Mundial, las mujeres representan sólo el 42% de la mano de obra mundial y el 31,7% de los altos cargos, por detrás de los hombres en casi todas las industrias y economías.
Si bien contamos con una mayor presencia femenina en distintas industrias y puestos de trabajo, vale la pena analizar la calidad de esos cargos y su proyección profesional. Años después de titularnos, acumular experiencia y conocimiento, ¿podemos las mujeres ascender en nuestras carreras de la misma forma en la que tradicionalmente lo han hecho los hombres? Lamentablemente no.
Según el Informe Global sobre la Brecha de Género 2023 del Foro Económico Mundial, la paridad económica entre hombres y mujeres podría tardar aproximadamente 131 años en cerrarse, al ritmo actual de progreso.
En Chile, según el Quinto Reporte de Indicadores de Género de 2023, de las 80 empresas que reportaron conforme a la nueva norma a la CMF, el 39,2% de su fuerza laboral corresponde a mujeres, un 22% son gerentes de primera línea y sólo un 16% son directoras.
Para acortar esta brecha como sociedad, tenemos un desafío que es estructural y que debe ser abordado desde varios enfoques (políticas públicas, iniciativas privadas, etc.), pero también es necesario mirar cómo nosotras mismas, las mujeres, podemos tomar acción y estar mejor preparadas para impulsar nuestro crecimiento laboral.
El desarrollo profesional no es un camino lineal y en general es bastante solitario. En las primeras etapas, es fundamental dominar las habilidades técnicas del rol y, por supuesto, desarrollar las habilidades para el trabajo, o power skills, como se les llama ahora, como el trabajo en equipo, la organización y la colaboración. Sin embargo, mientras se va escalando en la carrera corporativa, las habilidades que se requieren van cambiando y la mayoría de las veces no sabemos cómo adquirirlas. Estas nuevas habilidades suelen estar más relacionadas con el liderazgo, la toma de decisiones asertivas, las relaciones interpersonales y la oratoria, entre otras.
Aprender estas herramientas y sentirse cómoda en roles de mayor liderazgo suele ser difícil, porque nos enfrentamos a retos que implican reconocer nuestra vulnerabilidad. En un mundo donde las exigencias y las expectativas para las mujeres además son cada vez mayores, el autoconocimiento es una herramienta esencial para quienes aspiramos a liderar con impacto y propósito, mientras intentamos sobrevivir en todos nuestros roles.
Conocernos a nosotras mismas implica conectarnos con nuestros pensamientos, sentimientos y actos. Para explicarlo mejor, si ya tenemos un rol de jefatura y liderazgo, es importante entender cómo pienso que mi equipo y jefatura me perciben cómo líder; cómo me siento yo misma con mi ejercicio de liderazgo y finalmente, cómo estoy actuando como tal.
Este autoconocimiento es fundamental porque solemos vivir incoherencias entre estas situaciones y si nos vemos y comprendemos mejor, podremos detectarlas y actuar sobre éstas. Para poder generar mayor conexión entre cómo estamos pensando, sintiendo y actuando como líderes, es fundamental que:
- Nos demos espacios para observarnos y reflexionar sobre el tipo de líder que estamos siendo y sobre como el resto interactúa con nosotras.
- Estemos abiertas a tener conversaciones incómodas y al feedback constructivo de nuestro equipo y de nuestros líderes
- Estemos dispuestas a cambiar en los aspectos que debamos mejorar.
Para hacer esto, la invitación es a ser valientes para reconocer nuestras vulnerabilidades y nuestras áreas de mejora, a tener conversaciones incómodas con personas del equipo y/o con jefaturas, a tomar acciones correctivas y cambiar.
Como diría la inspiradora Brené Brown, académica, autora de best sellers y experta en liderar desde la vulnerabilidad, “para poder fomentar el liderazgo atrevido y fortalecer la valentía dentro de organizaciones y equipos, es necesario cultivar una cultura en la cual se estimule tomar la iniciativa, atreverse, experimentar, tener conversaciones difíciles e intercambios de todo corazón, y donde el uso de las armaduras no es necesario ni retribuido”.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.