Por: María Elba Chahuán. Vicepresidenta y Fundadora de Unión Emprendedora
Si emprender ya es un desafío en sí mismo, hacerlo desde regiones y además siendo mujer, es doblemente difícil. No porque falten talento, ideas o ganas, sino porque el sistema todavía está diseñado con barreras que nos obligan a esforzarnos el triple para conseguir lo mismo que otros logran con más facilidad. Y ojo, que esto no es un problema sólo de Chile, pasa en todo el mundo.
Sin embargo, si queremos que nuestro país sea realmente un motor de innovación y emprendimiento, es momento de mirar más allá de Santiago y apostar en serio por las mujeres que están levantando negocios en cada rincón del territorio.
Según la VII Encuesta de Microemprendimiento del Ministerio de Economía, existen 1.977.426 microemprendedores en Chile, de los cuales 44,3% están concentrados en la Región Metropolitana. Pero aún así, según el mismo reporte las regiones tienen más de la mitad de los emprendedores, destacando la necesidad de políticas diferenciadas para cada territorio.
Hoy las mujeres que emprenden desde regiones generan empleo y mueven la economía local con una mirada sostenible e inclusiva. Crean negocios con impacto, fortalecen sus comunidades y resuelven problemas que nadie más ve.
Muchas veces, esos problemas están relacionados con las mismas brechas que han enfrentado en su camino: la falta de acceso a financiamiento, la dificultad para conectar con redes estratégicas o la centralización de oportunidades en la capital.
Si miramos los números, la realidad es clara: el 80% de la población en Chile vive fuera de la Región Metropolitana, pero la mayoría de los fondos, incubadoras y espacios de networking siguen concentrados en Santiago.
Esto significa que una mujer emprendedora en Arica, Coquimbo, Chiloé o Coyhaique tiene que hacer un esfuerzo monumental para acceder a los mismos recursos que alguien en la capital tiene prácticamente al alcance de la mano.
El financiamiento no es suficiente, especialmente en regiones donde hay mayor cantidad de microemprendedores, entre ellas Maule (93%), Biobío (92,1%) y La Araucanía (90,7%).
Esto no solo es injusto, sino que además es un desperdicio de talento. Chile tiene un potencial emprendedor increíble, pero si no abrimos oportunidades a todas las regiones, nos estamos perdiendo una parte fundamental de ese potencial.
Y aquí el problema no es solo de financiamiento, sino también de visibilidad. ¿Cuántas historias de emprendedoras regionales llegan a los medios? ¿Cuántas tienen acceso a espacios donde puedan compartir sus experiencias, inspirar a otras y conectar con potenciales socios o inversionistas?
Como originaria de La Calera, en la Quinta Región, algo que me inspira profundamente de las mujeres que emprenden en regiones es la conexión que tienen con su entorno. Ellas tienen una manera de emprender que integra lo económico con lo social y lo ambiental. Más que rentabilidad, es impacto real. Y esto es algo que el mundo necesita más que nunca.
La descentralización del emprendimiento con enfoque de género es una necesidad urgente. No podemos seguir con un modelo donde el talento de las mujeres en regiones queda invisibilizado o limitado por falta de apoyo. Necesitamos financiamiento inclusivo, más programas de aceleración que lleguen a todo Chile y más espacios de conexión entre grandes empresas, inversionistas y emprendedoras fuera de la capital.
Aquí hay una gran oportunidad para todos: para el sector público, que debe desarrollar políticas que realmente faciliten el acceso a financiamiento y redes para mujeres en regiones; para el sector privado, que tiene la posibilidad de apostar por la innovación fuera de la capital, y para quienes trabajamos en este ecosistema, que podemos hacer mucho más por amplificar las voces de estas emprendedoras y conectarlas con nuevas oportunidades.
Pero más allá de todo esto, hay algo clave: la mentalidad. Necesitamos cambiar el paradigma de que el emprendimiento relevante solo ocurre en Santiago y entender que Chile es un país diverso, con realidades distintas y con un potencial gigante en cada territorio. Cambiar el juego implica crear las condiciones para que Chile crezca desde cada rincón del territorio, y sólo así el país avanzará de verdad.
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