Mujeres y carreras STEM: Una Realidad Social

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Por: Magaly Álvarez y Constanza Prats. Fundadoras de Global Business


Sólo un 30% de las mujeres chilenas optaron por estudiar carreras vinculadas a ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas este 2024, según cifras oficiales. Para graficarlo mejor, podemos decir que 7 de cada 10 profesionales de estas áreas serán hombres, cifra que nos aleja de la meta del 50% que establecen los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que buscan, entre otros temas, la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer en todos los sentidos de aquí al año 2030.

No existe ningún impedimento intelectual que frene a las niñas y jóvenes para dedicarse a las también conocidas como áreas STEM, pero lamentablemente, contamos con realidades sociales que determinan definiendo su futuro y aumentando las brechas de acceso y la desigualdad.

Eso fue lo primero que notamos en el plan piloto de nuestro programa Somos Bakanas!, que iniciamos en 2023 en el liceo politécnico José Miguel Quiroz, en la comuna de Taltal, región de Antofagasta.

Nos encontramos con niñas de 14 a 18 años con un gran potencial que estaba escondido debido a diversos factores como vulnerabilidad social, entornos familiares complicados y desconocimiento general.

Pronto comprendimos que para fomentar el estudio de carreras tecnológicas y empoderar a estas jóvenes no bastaba con discursos pre armados ni frases motivacionales. Lo primero que hicimos fue conocerlas, escuchar sus necesidades y capacitarlas desde lo más básico para unificar conceptos sobre género y STEM. Luego, y a partir de esa base, comenzamos a planificar objetivos caso a caso para empoderar a estas futuras líderes potenciando sus habilidades y fortalezas, y brindándoles herramientas para que pudieran tomar mejores decisiones sobre su futuro laboral.

Gracias a este trabajo concienzudo, pasaron a ser capaces de entregar su propio pitch ante un seminario realizado en Antofagasta que contó con la asistencia de más de 200 personas, e incluso participar en un viaje a Santiago para reunirse con CEOs de grandes empresas transnacionales del rubro minería, energía, tecnología, finanzas, retail, servicios. Poco a poco, logramos que cambiaran su visión inicial hacia una mucho más amplia respecto a lo que podían optar en una futura inserción profesional.

La experiencia nos demostró que cuando entregamos herramientas, las brechas se acortan y los círculos virtuosos se expanden. Muchas niñas que no tenían acceso a redes de apoyo, al conocer a otras en su misma situación, fueron construyendo una comunidad que las sigue acompañando y les entrega la confianza necesaria para salir adelante e inspirar a las que vienen después.

En esta ecuación es fundamental el rol que tiene el sector privado, ya que cuando las empresas participan activamente de programas de este tipo no sólo contribuyen a la equidad de género y la inclusión, sino que también invierten en el desarrollo de futuros profesionales talentosos y diversos, promoviendo una fuerza laboral más equitativa y fortaleciendo sus propias operaciones con una mayor diversidad y sostenibilidad.

El talento femenino en áreas STEM ha sido reconocido por la ONU como un motor de cambio, progreso social y económico para los países. Ojalá podamos internalizar esta visión de largo plazo para que más actores comprendan que apoyando a estas jóvenes, impactan de forma directa en el crecimiento del país.

El trabajo en diversidad e inclusión requiere de procesos humanos y empáticos que acompañen tanto a las organizaciones como a las personas que trabajan en ellas. Sólo cuando invirtamos con conciencia en la próxima generación de líderes, viviremos en un mundo más diverso, justo y sostenible.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo


 

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