¡Nuestra tierra necesita un respiro, Ley marco de Ordenamiento Territorial URGENTE!

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Por: Giovanna Amaya P. Seremi del Medio Ambiente de la región de O’Higgins


Abril es uno de los meses más lindos del año, no sólo porque es el de mi cumpleaños, sino porque nos ofrece un clima agradable, con días templados y serenos, sin caer en extremos. Sin embargo, más allá de su atractivo climático, abril nos regala una oportunidad invaluable. El calendario ambiental marca el 22 de este mes como el Día de la Tierra, una fecha que nos insta a reflexionar sobre la triple crisis que enfrentamos como planeta: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.

Nuestra tierra, específicamente en O’Higgins, enfrenta desafíos en materia de cambio climático. El clima cambiante afecta la agricultura, la vida silvestre y la calidad del agua. Los veranos más cálidos y los inviernos menos lluviosos amenazan la continuidad de cultivos y la mantención de los ecosistemas locales. En este sentido, se requiere de la adopción de prácticas agrícolas sostenibles y la promoción de la resiliencia frente a eventos climáticos extremos que ya hemos presenciado.

La expansión de la urbanización y las parcelaciones también ejerce presión sobre nuestros recursos naturales limitados. Cada nueva subdivisión significa más cambios del uso del suelo, más hábitats destruidos y más fragmentación del paisaje. Surge la pregunta: ¿a qué costo estamos dispuestos a sacrificar la biodiversidad que nos rodea?.

El Gobierno Ecológico del Presidente Boric, preocupado de este fenómeno inmobiliario producido por las parcelaciones, ha mandatado a los servicios con competencia en el área, la búsqueda del equilibrio entre el desarrollo urbano con la conservación de los ecosistemas, priorizando la planificación territorial que proteja áreas críticas para la vida silvestre y el acceso equitativo a espacios verdes para las comunidades locales.

Pero para avanzar, se requiere urgente legislar sobre una ley marco de ordenamiento territorial que integre medidas sostenibles como el establecimiento de zonas de protección ambiental y áreas prioritarias para la conservación de la biodiversidad, donde se prohíba o restrinja el desarrollo urbano y la actividad industrial que pueda dañar los ecosistemas sensibles; un ordenamiento de la expansión urbana, incentivos para la eco agricultura, integre la gestión de riesgos y desastres naturales, el cambio climático, la promoción de los asentamientos humanos sostenibles, entre otras medidas.

Una ley de esta envergadura permitirá reducir la huella de carbono asociada con la construcción y el transporte. Además, podría establecer incentivos para la adopción de energías renovables y la eficiencia energética en los nuevos desarrollos urbanos, contribuyendo así a la reducción de emisiones de carbono en la región.

La pérdida de biodiversidad es una amenaza que enfrentamos en nuestro territorio regional. La deforestación de bosques nativos para la expansión agrícola y urbana, por ejemplo, no solo reduce la diversidad de especies vegetales y animales, sino que también elimina hábitats para algunas especies, como zorros, gatos güiña, cururos, gruñidores, entre otros. Además, la disminución de la biodiversidad puede tener impactos en los ecosistemas, como la disminución de la polinización de cultivos debido a la pérdida de poblaciones de abejas y otros polinizadores.

Nuestros ecosistemas son sistemas interconectados, y cada pérdida tiene consecuencias que se extienden mucho más allá de lo que podemos ver a simple vista. Proteger la biodiversidad no es solo una cuestión de conservación, sino también de preservar los servicios ecosistémicos que sustentan nuestras vidas, como la purificación del aire y del agua, la regulación del clima y la provisión de alimentos y recursos naturales.

Nos encontramos ante una triple crisis: la contaminación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Estos desafíos están entrelazados y requieren soluciones integrales. Por ejemplo, la deforestación que no permite el secuestro de carbono, sino por el contrario, libera grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera, aumentando el cambio climático.

A través de los Fondos de Protección Ambiental, la SEREMI de Medio Ambiente de la Región de O’Higgins, trabaja en la educación ambiental enfocada en la sensibilización y capacitación de las comunidades para abordar estos problemas de manera efectiva. Al educar a las personas sobre la importancia de la conservación de la naturaleza y la adopción de prácticas sostenibles, fomentamos una cultura de respeto por el medio ambiente y la biodiversidad.

Las comunidades más comprometidas desempeñan un papel vital en la protección y restauración de nuestro entorno. Desde la participación en proyectos de reforestación hasta la implementación de prácticas sostenibles, estas comunidades demuestran que el cambio es posible cuando la acción colectiva lucha por un futuro más sostenible.

Nuestra tierra necesita un respiro. Ante el ritmo acelerado de la urbanización y la explotación de recursos naturales, es urgente detenernos un momento y reflexionar sobre el impacto de nuestras acciones en el planeta. Necesitamos adoptar un enfoque más consciente y equilibrado hacia el desarrollo, dando prioridad a la conservación y regeneración de los ecosistemas.

Permitir que la tierra recupere su salud y vitalidad requiere medidas como el ordenamiento territorial, la protección de áreas naturales, la restauración de ecosistemas degradados y la reducción de nuestra huella ecológica, así aseguramos vida para las nuevas generaciones.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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