Por: Andrés Kogan V. Sociólogo. Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable. Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea
El inicio de la campaña oficial del apruebo y el rechazo para el plebiscito de salida sobre la propuesta constitucional en Chile, el próximo 4 septiembre, ha traído consigo distintos discursos políticos para hacer frente al momento histórico que está viviendo el país.
Si bien la campaña del rechazo de manera no oficial, ya había empezado a través de los grandes medios de información concentrados y medios digitales de extrema derecha, desde el momento que se inició el funcionamiento de la Convención Constitucional, llegó el momento de hacer definiciones.
En el caso de la campaña oficial del rechazo, se encuentra capitalizando todo el trabajo de instalación de fake news durante todos estos meses de trabajo de la Convención Constitucional, usando de manera reiterada ideas generales y apocalípticas, como que es una constitución maximalista, indigenista, revanchista y que no es la casa de todos.
En lo que respecta a aspectos específicos y a la interpretación que se le da al texto, se plantea que con esta constitución el país se fragmentará en distintas naciones, habrá privilegios para algunos por sobre otros, se eliminará la propiedad de los fondos de pensiones, se eliminarán las clínicas privadas, se colapsará el sistema de salud, se acabarán los colegios subvencionados, no podrán ser heredables las viviendas, entre muchas otras mentiras.
Como se desprende de lo anterior, el discurso del rechazo está centrado en hacer una campaña que busque instalar una interpretación del texto, totalmente antojadiza y llena de escenarios catastróficos futuros, omitiendo de manera intencional la constitución actual, ya que no les conviene usarla para compararla con la nueva propuesta.
Por si fuera poco, el discurso del rechazo también ha planteado la idea de rechazar para reformar, al igual que en el plebiscito de entrada, sólo que esta vez sabe que no se sostiene, proviniendo de sectores de derecha, por lo que ha usado a personas del mundo de la ex Concertación, para vender la idea de que ahora sí se harán reformas.
Por lo mismo, su oportunismo llega a tal nivel, ante la posibilidad de una constitución democrática en Chile, que incluso sectores del rechazo, han impulsado una rebaja en el quórum actual para reformarla, de 2/3 a 4/7, después de negarse por 30 años de hacerlo.
De ahí que sea mucho menos creíble aún, como están planteando ahora, que de ganar el rechazo, esos mismos sectores conservadores quieran cambiar la constitución, considerando el enorme riesgo para ellos que sería cambiar un texto que han defendido siempre y que les ha permitido ser lo que son.
Ante esto, la campaña oficial del apruebo se encuentra en un escenario complejo, ya que en vez de centrarse en resaltar todo lo positivo de la nueva propuesta constitucional, ha tenido que responder a todas esas mentiras e interpretaciones de un sector, que aunque se vista de reformista hoy en día, jamás quiso hacer reformas estructurales al país y mucho menos cambiar la constitución del abuso de Pinochet.
En consecuencia, el tiempo corre para quienes queremos una nueva constitución democrática en Chile, por lo que se vuelve una necesidad imperiosa el instalar un relato sobre el texto que sea simple, entendible, coherente y que dé cuenta de todos los derechos presentes.
Para aquello, se debe dejar atrás la torpe idea de aprobar para reformar, propuesta por algunos sectores de centro izquierda, que por tener algunas críticas al texto constitucional, pretenden instalar un discurso que lo único que hace es confundir y plantear que la nueva constitución es pésima y que debe ser reformada de inmediato.
Con esto no se trata de no tener críticas al texto, así como la posibilidad de reformar ciertos aspectos. No obstante, hay que centrarse en las enormes posibilidades que se nos abre con esta nueva constitución, en donde aspectos como la salud, educación, seguridad social, igualdad de género, vivienda, descentralización, naturaleza, plurinacionalidad, entornos seguros y libres de violencia, inclusión, participación, se ve un avance sin precedentes en nuestra historia como país.
Por lo demás, este nuevo texto constitucional, a diferencia del anterior, no está escrito por un pequeño grupo de juristas iluminados que nadie los eligió, los cuales solo buscaron dejar feliz al dictador y a los denominados Chicago Boys.
Por el contrario, que algunos no estén de acuerdo de ciertas normas y otros crean que fue insuficiente y/o poco clara esta nueva propuesta en algunos ámbitos, refleja lo profundamente democrático que fue todo este proceso, ya que se redactaron y acordaron entre distintos sectores del país.
Por eso la importancia de articularnos fuertemente y aprobar este próximo 4 de septiembre, en donde si con el plebiscito del 1988, nos jugábamos la vuelta a la democracia en el país, ahora nos estamos jugando el tipo de democracia que queremos tener en las próximas décadas.
Ante este escenario, la aparición de distintos comandos como Movimientos Sociales: Apruebo Nueva Constitución, Apruebo Por El Agua y Aprueba x Chile, que agrupan a diferentes partidos políticos y organizaciones sociales, da pie para ser optimista de las próximas semanas de campaña y de una franja televisiva que muestre que la nueva constitución nos une en nuestra diversidad, a diferencia de la constitución actual, la cual la niega y la rechaza.
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