[Opinión] Ausencia de mano de obra calificada, freno para el desarrollo sostenido y equitativo

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Por: Ricardo Lazcano C. Director y Gerente de Casinos River


En un recorrido por el centro de Antofagasta, capital minera y ciudad en que se evidencia un profundo cambio en su estructura de desarrollo, un simple letrero llama la atención e invita a reflexionar acerca de una verdad que, de tan evidente, pasa a veces inadvertida: la cada vez más amplia falta de mano de obra calificada. Se requiere de personal especializado, se necesita gente capaz de desarrollar tareas especiales en áreas específicas y, aunque parezca insólito en un instante en que el desempleo se ha elevado con cifras inéditas, no se llenan los cupos ofrecidos porque no existe esa mano de obra calificada.

Comparada con muchas ciudades del mundo, en la nuestra -al igual que en otras zonas del país- se experimenta una profunda escasez de mano de obra calificada tema no menor cuando existe real carencia de personal experto en áreas sensibles para la economía regional, que impacta de manera directa con las necesidades del país.

De este modo, hay sectores que necesitan con urgencia personal calificado como ocurre, por ejemplo, en el ámbito de la metalurgia, necesitada cada día más de personal que sea capaz de operar con conocimientos y calificación en soldadura o como sucede en el ámbito de los casinos para faenas mineras que requieren de personas capaces de trabajar en cocinas, en procesos alimentarios de altos estándares de exigencia e inocuidad. Incluso en una actividad que parece fácil para incorporar gente como es el mundo del retail, faltan especialistas en áreas clave de la administración e incluso, en bodegas y almacenamiento.

En otras geografías, lejanas a la nuestra, sucede el mismo lamentable escenario: en el agro existe una elevada carencia de trabajadores temporeros, simplemente porque no hay mano de obra calificada. Lo mismo se palpa en el mundo de la construcción, en donde también existe una marcada dificultad para llenar plazas de trabajo porque no hay personal apto e incluso se ha llegado a la contratación de mujeres, en un mundo laboral que tradicionalmente había sido ocupado por hombres.

Y más paradójico resulta el fenómeno de carencia de personal cuando, se explica en algunos medios, se debe al éxodo de un sinnúmero de trabajadores desde el sur para llegar a ocupar puestos de trabajo en la minería del norte. Pero acá muchos de ellos chocan con la falta de mano de obra calificada que se solicita, lo que redunda en un círculo vicioso: dejan sin mano de obra sectores de una parte del país, llegan a nuestra región, no califican para los puestos ofrecidos e incrementan las estadísticas de cesantía y de población flotante que no alcanza a ingresar a una gran cantidad de puestos que les podrían significar un mejor estándar de vida.

Aquí radica uno de los grandes desafíos para el mundo empresarial, sean grandes o pequeñas empresas: lograr que esa carencia de mano de obra especializada se forme precisamente en centros de trabajo donde se puede calificar, entregar herramientas formativas y generar una escala de perfeccionamiento para los trabajadores, haciendo que ellos alcancen las exigencias que demandan los puestos vacantes de trabajo en ciertas áreas específicas.

De esta manera, pareciera que una clave está en tratar de eliminar la brecha existente entre la demanda real y efectiva de la industria con el tema de la formación de los trabajadores. Es en ese aspecto en donde no hay comunicación alguna. O si la hay, es muy poca y no lo suficientemente poderosa como para erradicar la brecha señalada.

Voces especializadas, como los expertos en políticas públicas de la misma Sociedad de Fomento Fabril han planteado una verdad del porte de una catedral que, a pesar de su evidencia, no ha sido subsanada: pareciera existir un abismo entre las capacitaciones que se ofrecen respecto se está capacitando, pero no se está capacitando para lo que se necesita en la realidad. La Asociación de Industriales, por intermedio de los colegios Don Bosco, los institutos e Inacap y algunas empresas, han creado sus propios talleres de capacitación y entrenamiento, contribuyendo en este aspecto a tratar de revertir esta situación.

Un factor que se suma a este panorama es lo que ocurre con las áreas tecnológicas, donde se evidencia también que el mercado laboral chileno se va quedando atrás al entregar su oferta de profesionales, en donde pareciera darse una situación extraña: no hay una masa considerable de candidatos para ingresar a las demandas de las empresas, el mercado cambia aceleradamente pero no se entregan capacitaciones adecuadas ni se preparan a los trabajadores en temas de alta precisión, como problemas de seguridad asociada al mundo de la informática, a la protección de datos de alta sensibilidad para ciertas empresas ni menos se prepara a personas capacitadas en actividades clave en determinadas áreas como la hotelera, la alimentaria y la turística, solo por dar ejemplos.

No deja de ser preocupante que de acuerdo a estudios efectuados, Chile está en un escenario que se caracteriza por la dificultad para encontrar personal idóneo para que ocupe cargos ofrecidos, lo que reafirma lo mencionado inicialmente: nuestro país y nuestra región en particular, carece de mano de obra especializada, donde cada vez se cierran las puertas por una ausencia de calificaciones, de competencias y de habilidades específicas para ciertos puestos de trabajo.

Hoy, cuando el discurso político correcto hace hincapié en promover un compromiso social que dé la seguridad de un crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, aparece como una profunda debilidad la falta de capacitación y perfeccionamiento en áreas clave.

Así, las necesidades de los empleadores deben coincidir con las áreas de capacitación que se promueven. Hace falta una clara conexión entre los requerimientos del mundo del empleo productivo y las instancias para que esas personas accedan a programas de capacitación y cursos en los cuales se asegure la entrega de una formación de calidad en oficios de alta demanda en el mercado actual.

La sola conexión de estas dos instancias habrá de asegurar un mejor futuro para regiones que, como la nuestra, esperan mano de obra calificada para repuntar y asegurar el futuro, convencidos de que vivimos en una región de oportunidades donde muchos emprendedores en educación tienen el desafío de crear centros de especialización de distintos labores, asegurando desarrollo pleno y empleabilidad.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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