Por: María Cristina Hernández. Socióloga, Magíster en gobierno, políticas públicas y territorio Equipo Territorial Proyecto CFT Regional
La vertiginosa evolución tecnológica de los últimos años, sumada a la incertidumbre que ha traído la pandemia, evidencian la importancia de potenciar al máximo las capacidades de aprender, adaptarse y tomar decisiones.
Este escenario, presente a nivel global y local, marcó fuertemente la impronta de diseño y creación del proyecto académico del Centro de Formación Técnico Estatal, próximo a instalarse en la Región de O’Higgins, el cual tiene la oportunidad de integrar desde su génesis los elementos indispensables para los desafíos que enfrentarán los y las técnicos que allí se formen.
Desde lo laboral, la Región de O’Higgins presenta una matriz productiva simple, que, si bien está lejos de ser reemplazada, tiende a complejizarse y a requerir de un capital humano formado en áreas que agreguen valor a los distintos territorios.
En tal sentido, el sector empresarial de la región, destaca dentro de los perfiles más valorados a quienes tienen interés en el aprendizaje constante, pueden adaptarse a distintos contextos y son capaces de tomar decisiones oportunas. Es allí donde los y las técnicos que serán formados en el CFT Estatal de O’Higgins tendrán importantes posibilidades de inserción, dado el modelo bajo el cual se concibe su formación.
Lo anterior, debido a que el diseño del CFT de O’Higgins, sitúa al aprendizaje al centro de su modelo educativo, considerando además como uno de los valores centrales el “deseo de aprender”. Por otro lado, los contextos productivos cambiantes necesitan de personas capaces de adaptarse y decidir constantemente, lo que es recogido igualmente en el modelo educativo a través del desarrollo de la capacidad emprendedora, apuntando a formar técnicos capaces ejercer en empresas o de generar sus propios negocios.
Además, estos tres elementos se expresan en uno de los pilares del modelo, que es la articulación entre distintos niveles de enseñanza, permitiendo el desarrollo de trayectorias flexibles que posibilitan el enlace entre lo formativo y lo laboral. En este proceso de articulación, es donde los y las estudiantes deben poner a prueba su capacidad de aprender constantemente, de adaptarse y de decidir en torno a sus itinerarios educativos autogestionados.
Las capacidades mencionadas, deben necesariamente estar asociadas a una mayor valoración de la educación técnica por parte de todos los actores involucrados. Sólo así el aprendizaje y la experiencia serán merecidamente retribuidos, la adaptación no se transformará en flexibilidad o precariedad laboral y las decisiones serán tomadas de manera informada y responsable.
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