Por: Harry Cea. Director Corporación Pro O’Higgins. Gerente de Clientes de Mundo telecomunicaciones
En el contexto de la pandemia por Covid-19, la brecha digital en Chile ha quedado aún más en evidencia, especialmente, en regiones. El confinamiento y la necesidad de teletrabajar y estudiar a distancia hicieron de la conectividad una primera necesidad.
Pero dicha necesidad acentuó el compromiso de todos quienes podemos aportar a disminuir esta brecha y contribuir en la digitalización del país, siendo muy realistas de las materias pendientes y de la urgencia de agilizarlas. La inclusión digital es un deber que permite brindar oportunidades a todas las personas y por eso uno de los aspectos esenciales es dejar de segregar lugares sólo por su ubicación geográfica o condición social, puesto que ello se traduce en opciones que se pierden injustamente para muchas personas.
La invitación es tener un rol activo en esta materia, pues no se trata de actores públicos y privados que deben ser partícipes en este compromiso, pues también existe el rol multigremial y de las corporaciones de desarrollo de impulsar este desafío, gestionar acciones y exigir respuestas.
Esto, debido a que las principales causas del actual escenario guardan relación con la inversión que conlleva, por ejemplo, un óptimo despliegue de fibra óptica; sin embargo, necesitamos que confluyan todas las fuerzas que podrían optimizar avances en este orden, partiendo de la base de la organización y cercanía con las principales necesidades de la gente.
Según las últimas cifras de la Subsecretaría de Telecomunicaciones hay un creciente consumo de internet fija, con 3,6 millones de conexiones a junio de este año, lo que implica un crecimiento de un 5,5% en relación al primer semestre de 2019. El detalle de la estadística sólo nos confirma que la conectividad es sinónimo de accesos y hoy nadie debiese quedar ajeno a poder cumplir con sus labores de estudio o trabajo, como tampoco nadie debe hacerse el desentendido en la búsqueda de soluciones.
Este análisis nos permite tener un espejo de lo que contribuimos realmente en materia de conectividad a nuestra ciudadanía y nos invita a plantearnos constantemente nuevos desafíos en términos de expansión y tecnología, pues el despliegue e inyección de recursos propios para seguir conectando al país es fundamental, especialmente, en el complejo y excepcional escenario producto de la pandemia.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.