Por: Francisco Ortúzar. Socio Orca Business Consulting
Frente al reciente informe de la Comisión Nacional de Productividad, que confirma la caída de ésta en la economía chilena por segundo año, requerimos un cambio cultural que nos lleve a un crecimiento de dos dígitos y a mejores resultados de última línea a largo plazo, porque la productividad es una respuesta estratégica para hacer frente a los desafíos que estamos enfrentando.
Es importante señalar que aquí las grandes empresas tienen un rol clave para revertir esta tendencia, sobre todo las sanas, puesto que, si mejoran su productividad, sus resultados se verán impactados positivamente y el conocimiento que generen internamente será muy valioso para el país.
Para comenzar a operar en este sentido, no basta con recetarios ni aplicar internamente y de manera vertical y descendente metodologías puntuales de captura de valor, sino que se requiere realizar un trabajo más rupturista y arriesgado, que sea inclusivo, líquido y sistemático, inspirado en behavioral economics y en otras disciplinas, incluso incorporando algunas ciencias sociales como la antropología.
Se requiere trabajar con los equipos internos multidisciplinarios, involucrando a directores, ejecutivos y trabajadores, recomendación dada por la OCDE en uno de sus estudios llamado “El lado humano de la productividad”, seleccionando a los integrantes según sus roles dentro de la cadena de valor, haciéndolos parte del proceso, para que intercambien miradas desde otra perspectiva, liberando dolores, con el fin de que perciban problemas cotidianos que limitan a los equipos.
Así se validarán los cambios necesarios con un mayor nivel de compromiso, sacando el elefante blanco, las ineficiencias de las cadenas, disminuyendo errores y mejorando procedimientos, aun cuando a veces los ajustes sean extremadamente radicales y los incomoden.
En definitiva, la incapacidad que se ha visto reflejada en los números reportados estos dias debe transformarse en lucidez de los altos mandos para quebrar la tendencia y contrarrestar, por ejemplo, los aumentos de costos por un lado y la caída en ventas por otro, que han azotado a diversas industrias en Chile.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.