Por: Valentina Pardo. Country Manager de Tango Chile
Durante la pandemia, se observó un aumento de la demanda de arriendos de casas y departamentos alejados de los centros urbanos. Fue justo en momentos en que el confinamiento era una obligación necesaria, y el trabajo remoto una opción para cuidarse de los contagios. Para muchos fue una oportunidad para alejarse del ruido de la ciudad y acompañar a sus seres queridos.
En este escenario, los arriendos de viviendas de 3 dormitorios aumentaron en torno a un 13% durante los últimos 12 meses, mientras que las de 4 dormitorios aumentaron casi 19%.
Esta incipiente descentralización de la vivienda ahora está a punto de detenerse. Muchas oficinas están volviendo a funcionar, mientras que colegios y universidades ya anunciaron el retorno a la presencialidad en 2022. Razones hay para volver al centro, y es muy probable que esta sea la nueva forma de vivir, sin que haya cambios fuertes en la tendencia en el mediano plazo.
Estos cambios nos llevan a pensar en cuáles son las necesidades más profundas que tienen las personas al escoger un lugar donde vivir. Calidad de vida y conciliación entre familia y trabajo son las bases para planificar nuestras ciudades.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.