Por: Antonio Walker P. Ministro de Agricultura
Hay tres principios básicos para explicar el milagro agroexportador de Chile. El primero el empuje del agricultor chileno, que con trabajo y perseverancia ha logrado impulsar el desarrollo del sector. Segundo, el respeto a las instituciones y el rol que juegan en el desarrollo de la actividad, entregando certezas a los emprendedores. Y tercero, que actualmente Chile cuenta con 26 acuerdos comerciales. Profundizar nuestra integración al mundo es fundamental para potenciar nuestro desarrollo, ya que amplía los horizontes de la agricultura chilena.
Hoy se está discutiendo la aprobación por parte del Congreso del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP) y desde el Ministerio de Agricultura queremos aportar despejando algunos puntos.
¿Qué hubiera pasado si Chile no hubiera adoptado su política de apertura al mundo y no hubiera suscrito los 26 acuerdos comerciales?, ¿habríamos sido capaces en el sector silvoagropecuario de generar 800 mil empleos?, ¿exportado casi US$ 18.000 millones en 2018? Chile no puede dar ventaja a sus competidores, y menos en el sector agrícola, donde Australia, Nueva Zelandia y Perú adhieren al CPTPP y cada día amplían su importancia en los mercados.
Esta es la instancia para que los beneficios de la apertura comercial lleguen a todos los sectores de la población. Queremos hacer realidad nuestro sueño, que es transformar a la Agricultura Familiar Campesina en exportadores, por eso hablamos con tanta fuerza de la asociatividad y el cooperativismo moderno, que es, a nuestro juicio, una herramienta clave para alcanzar con éxito estos mercados.
Chile tiene que abrir las puertas de sus fronteras, no cerrarlas. Estamos convencidos que el CPTPP generará mayor crecimiento económico, empleo, reducción de la pobreza, y mayores oportunidades para empresas, trabajadores, agricultores y consumidores, que es lo que buscamos como país. El generar mejoras a la calidad de vida de todos los chilenos y que quienes viven en el campo puedan acceder también a estos beneficios y es lo que estamos empujado desde el Gobierno del presidente Sebastián Piñera y del Ministerio de Agricultura.
También debemos hacernos cargo de quienes no conocen el real alcance de este acuerdo o confunden respecto de sus reales implicancias en la agricultura chilena mezclando temas. Por eso quiero ser claro, el acuerdo no afectará la soberanía de las semillas, no altera las obligaciones de nuestro país respecto al derecho de los obtentores, no hay compromisos adicionales en este punto. El UPOV91, que fue aprobado en 2011 por el Congreso, no privatiza las variedades vegetales existentes, sino que otorga derechos sobre variedades que son nuevas y distintas a todo lo conocido, y eso también, beneficia a los creadores nacionales frente a intentos de apropiación y protege a los agricultores.
El CPTPP, en términos de comercio de bienes, incorpora alrededor de 3.000 nuevas oportunidades para productos agrícolas y agroindustriales, en mercados como el de Japón, Vietnam, Malasia, Canadá y México, las cuales estarán a disposición de los exportadores nacionales al momento de la entrada en vigor del Tratado. Por eso es importante que tanto el sector público y el privado estemos alineados y conscientes de que restarse de ser parte de un acuerdo de estas características sería un gran retroceso al trabajo desarrollado por el sector en los últimos 30 años.
Por todo esto creemos que el CPTPP establece un marco que permitirá que el comercio de mercancías entre las economías, en particular de productos agropecuarios y de alimentos, sea más fácil, justo, seguro y con menores costos, permitiendo que todos, incluida la Agricultura Familiar Campesina, puedan aprovechar estas oportunidades.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.