Por: Carlos Cantero O. Geógrafo, Master y Doctor en Sociología. Académico y Consultor en Sociedad y Política Digital
La política y las campañas electorales, en Chile y a nivel global, muestran Postverdad y Fakenews. Una verdadera guerra de estrategia comunicacional cotidiana para manipular emocionalmente a las personas con mentiras tendenciosas, con un nivel de manipulación desconocido hasta ahora, en el intento de configurar la percepción de la realidad. Se distorsionan los hechos para modelar la opinión pública, influir en las actitudes y creencias de las audiencias masivas.
Todo esto en el contexto de la emergencia de la sociedad digital, la revolución en las tecnologías de información y comunicación, el despliegue y gestión en las redes sociales y medios de comunicación como sustrato preferente. Se democratiza el acceso a los medios de comunicación, el uso de las redes sociales y la Big Data asociada, con múltiples emisores de mensajes y vocerías, muchas veces con seudo-información que requiere verificación.
La política en la postverdad es un seudo-debate determinado por falsedades pre-configuradas. La primacía no está en la racionalidad, el pensamiento crítico, ni en la argumentación de los hechos, sino en la manipulación emocional de las personas, en hacer foco (enfoque) en ciertas áreas de la realidad ocultando otras que las contradicen, dejándolas postergadas, ocultas, mimetizadas.
No se trata de buscar la verdad, sino de crearla a conveniencia. Se trata que algo parezca verdad, o se crea que es verdadero, más que de la verdad misma. Se renuncia a todo compromiso ético, para manipular la percepción de la realidad, engañar, desprestigiar. Postverdades pre-configuradas y coordinadas estratégicamente, sea con noticias falsas (fakenews), con contenidos seudo-periodístico, con manipulación mediática multimodal y con la propaganda apoyada por el neuromarketing.
Todo esto se difunde por portales, redes sociales y algunos medios, para desinformar a la audiencia. En unos casos se usa para dañar la imagen de un candidato (fascista, ultraderechista o despectivo con las mujeres) o en otras para crear una imagen positiva, contraria a lo que se ha sido su perfil (respetuoso del orden, la no violencia, valoración del emprendimiento y el lucro). ¿Reconoce estas fakenews o postverdad? La más reciente: “Piñera dictador” fue un completo fracaso.
Chile, llega a la segunda vuelta presidencial con un país polarizado, con posiciones radicales, dónde los sectores moderados han perdido influencia relativa. Enfrentamos una encrucijada, la ciudadanía debe optar entre nuevos liderazgos y perfilamientos políticos. El candidato de la derecha tuvo un rendimiento electoral escaso y no pasó a segunda vuelta; por su parte el candidato de la izquierda llegó en segundo lugar, con un resultado electoral muy por debajo de sus expectativas. Emergió la figura de José Antonio Kast por voluntad ciudadana, ganando la primera vuelta, desplazando ampliamente -en la presidencial- a la derecha tradicional.
Esta encrucijada deja atrás los partidos y coaliciones tradicionales de la Izquierda y Derecha, los que son sustituidos por nuevos referentes. Claramente se observa una voluntad de cambio, no por acuerdos políticos sino por forzamiento electoral. Se está refundando la política chilena. Más del 50% de lo electores aún no concurren a las urnas y ahora, además, se verán forzadas a elegir entre coaliciones en formación, opciones nuevas y desconocidas.
El 19 de diciembre, ambas opciones buscarán remontar para obtener el 50% más uno. Eso demanda transmutar programas y abrirse a liderazgos más moderados y acogedores. Hasta ahora ese cambio de estrategia muestra la opción de Boric más flexible, llamando a sus cercanos políticos.
Kast debe reaccionar prontamente a este desafío de las imágenes pre-configuradas por sus adversarios políticos, los que están instalando la postverdad. Esa estrategia debe ser corregida a la brevedad para enfrentar y superar la falsa imagen, que puede transformarse en el Talón de Aquiles electoral, si no sabe rodearse de nuevos y más amplios liderazgos, flexibilizar su discurso y expandir sus vocerías.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.