Por: Oscar Barrera M. Médico especialista en nutrición y chef profesional
Una alimentación balanceada se caracteriza, entre otras cosas, porque sea suficiente. Es decir, consumir todo lo que se necesita dentro de un día. En ese sentido, colaciones pequeñas ayudan a cumplir los requerimientos al mismo tiempo que permiten satisfacer el hambre.
Pero, ¿qué tan necesario es que los niños consuman colaciones entre las comidas principales? Los niños tienen que cumplir con sus requisitos nutricionales mínimos para poder llevar a cabo todas sus actividades. Sobre todo, hay que considerar que es una época de crecimiento corporal rápido y en la cual se instauran los hábitos alimentarios en miras de la complicada adolescencia. En ese sentido, una colación que signifique un 5-10% de las calorías totales a ingerir van a estar dentro de los requerimientos diarios.
Algunos expertos señalan que, como guía, un niño tiene que comer una colación si pasan más de 4 horas entre el desayuno y el almuerzo. El consumo de estas pequeñas porciones de alimentos permite saciar el hambre que pueda sentir si no ha comido hace un buen rato. Además, ayuda a mejorar el rendimiento académico al proveer energía para la concentración, además del humor, ya que a nadie le gusta sentir hambre.
Cabe destacar que estudios muestran cómo si los estudiantes consumen una colación a media mañana llegan con menor ansiedad al almuerzo. Esta sensación se puede confundir con hambre y lleva a que se consuman excesos de comida. Por lo tanto, una colación ayuda a que tomen mejores decisiones y que puedan aprender a satisfacer su apetito de manera correcta.
Existen diferentes determinantes a la hora de la elección de la comida, entre ellos la educación en el hogar y en el colegio, la oferta en los kioscos, lo que consumen los pares, etc. Es ideal que estas colaciones no sean de tan alto valor energético ya que solo son una pequeña comida que sirve para disminuir el hambre y poder llegar bien a la siguiente comida principal. En ese sentido, es un momento ideal para comer una fruta, yogurt con un puñado de cereales sin azúcar añadido, frutos secos o un pequeño sándwich con jamón o palta. Y, por qué no, unos clásicos huevos duros. Una porción pequeña que satisfaga.
Es importante educar a los niños en torno a la importancia de una colación saludable evitando, en general, alimentos con alta densidad calórica, excesos de grasa, sal y azúcar. Y no porque estos sean malos: los alimentos no tienen valor moral y comidas como estas se pueden consumir dentro de un estilo de vida con buenos hábitos. Conviene evitarlos, ya que las colaciones van a formar parte del día a día, en donde se establecen las decisiones alimentarias de los futuros adultos. Es por eso que conviene optar por opciones lo más balanceadas posible.
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