[Opinión] Cuidar el planeta para sobrevivir

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Por: Manuel Baquedano M. Fundador y Presidente del Instituto de Ecología Política


Hasta que no se encuentre una vacuna efectiva, avalada por las autoridades internacionales en salud, el Covid-19 podrá ser contenido pero no eliminado. Entonces una “nueva normalidad” llegó para quedarse. ¿Cómo fue que alcanzamos esta situación? Existen muchas explicaciones y, a grandes rasgos, las podemos agrupar en dos perspectivas.

Por un lado están todas aquellas explicaciones que van desde teorías conspirativas -que enfrentan a hombres malos contra inocentes- hasta aquellas que culpan de la expansión del virus a los Estados, a la ineficacia de la ciencia y al sistema de salud que no se preparó lo suficiente para evitar que el coronavirus se convirtiera en una pandemia.

Todas estas explicaciones son antropocéntricas en el sentido de que tienden a exculpar a los seres humanos como causa primordial. De esta forma, la pandemia no sería más que una  lamentable situación y un costoso tropiezo en el camino de los seres humanos hacia el progreso y el bienestar. Bajo esta perspectiva, se la considera una situación cíclica que hoy nos toca vivir pero que, tarde o temprano, terminará. Entonces la pandemia nos habrá dejado sus lecciones como podrían ser la necesidad de invertir más en ciencia, en tecnología y en el aparato de salud pública.

Por  otra parte, estamos aquellos que formamos parte del mundo verde y  que en esta pandemia vemos las consecuencias del actual modo de desarrollo capitalista ya sea en su forma de Estado o de mercado. La civilización industrial que nos alberga trasgredió los límites a la reproducción de la vida que impone la naturaleza y ella misma se encargó de gatillar los mecanismos que posee -y que utiliza con frecuencia- para lograr nuevos equilibrios que le permitan garantizar la continuidad de la vida en el planeta. Este proceso no es nuevo. La naturaleza lo viene realizando desde hace 4.300 millones de años, desde que existe vida en el planeta.

En el mundo verde todos sabíamos que una o varias pandemias se veían venir como parte de la crisis ecológica y climática. Sin embargo, nadie sabía cuándo ni cómo. En palabras de la conocida primatóloga inglesa, Jane Goodall, “Nuestro desprecio por la naturaleza y nuestra falta de respeto por los animales, con quienes tendríamos que compartir el planeta, son los que han causado esta pandemia, presagiada desde hace mucho tiempo”.

Si los humanos queremos sobrevivir debemos cuidar el planeta o lo que va quedando de la naturaleza. No habrá otra alternativa. Por lo tanto, el dilema que enfrentamos ahora es saber si ese proceso se hará por un gran aumento de la consciencia de la especie o se hará recurriendo a la fuerza. Como declaró el historiador de moda Yuval Noah Harari, “Mi principal preocupación es que, debido a consideraciones cortoplacistas, la gente tome decisiones equivocadas como, por ejemplo, lidiar con la crisis implantando regímenes autoritarios o incluso totalitarios, en lugar de empoderar a los ciudadanos”.

Desde nuestro punto de vista, el empoderamiento ciudadano es la principal lección que nos tiene que dejar la pandemia y esperamos que predomine la visión de que estamos en presencia de un fenómeno que nos obliga a cambiar radicalmente nuestros estilos de vida para lograr una adaptación profunda que nos permita sobrevivir cuidando el planeta.

Pero también está abierta la posibilidad de que muchos otros en su desesperación decidan asegurar su supervivencia cediendo derechos y perdiendo libertades a cambio de lograr “seguridad”, es decir, aceptando el uso de la fuerza para instaurar una sociedad donde el cuidado se ejerza primordialmente por medio de la vigilancia y la represión.

No peco de alarmista en afirmar que el gran dilema de hoy es la forma que adoptaremos para sobrevivir: si decidimos cuidar el planeta de manera voluntaria, participativa y democrática o si terminamos, lamentablemente, optando por la fuerza.

Nadie sabe lo que pasará en el futuro pero esta pandemia puede ser la primera de varias olas catastróficas que no toquen vivir en un corto tiempo como consecuencia de estar transitando el fin de nuestra civilización industrial. Debemos prepararnos para hacer una adaptación profunda si deseamos sobrevivir desde el fortalecimiento ciudadano y ser un aporte para el tránsito hacia una nueva civilización donde todos podamos vivir reconciliados con la naturaleza.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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