Por: Gonzalo Vial L. Director Ejecutivo Fundación Huella Local
El 27 de febrero de 2010, Chile se vio afectado por uno de los terremotos de mayor intensidad del mundo, y el segundo más destructivo en la historia del país, tras el ocurrido en 1960. Esta catástrofe, que fue sucedida por un tsunami, afectó a seis regiones del territorio nacional.
Para el proceso de reconstrucción, el gobierno del Presidente Sebastián Piñera se dio un plazo de aproximadamente cuatro años, pero cabe preguntarse: ¿Fueron correctos los plazos para cumplir con tan ajetreada tarea? y por otra parte, ¿Se avanzó en cultura de prevención de desastres?
Si bien el programa habitacional fue sin duda exitoso, a 10 años de aquel acontecimiento, no vemos el mismo avance en ámbito de infraestructura y equipamiento, pues aún se observan zonas con bastante rezago, como el centro de la ciudad de Talca y la costa de Iloca, ambas en la región del Maule. Además las medidas adoptadas no estuvieron orientadas en educar y prevenir a la ciudadanía ante futuras catástrofes.
A modo de ejemplo, tenemos el caso de Japón. Luego del terremoto que sufrió el país asiático en 2011, se estableció un plazo de 10 años para llevar a cabo el plan de reconstrucción. Con respecto a la infraestructura, las autoridades japonesas crearon programas educativos, como también la conmemoración del Día del Tsunami, iniciativas que permitieron a los ciudadanos aprender cuáles son los lugares más seguros y qué hacer en casos de emergencia.
Por esta razón, como fundación queremos promover y apoyar la gestión de proyectos que aporten valor cultural frente a los desastres naturales y catástrofes a las que estamos expuestos. En consecuencia, estamos llevando a cabo una campaña que busca recaudar fondos para desarrollar una Infraestructura Comunitaria; un Memorial del terremoto del 27 de febrero de 2010, en la emblemática ex Escuela de la comuna de Iloca. El objetivo es que este espacio recuerde lo ocurrido a la comunidad y los visitantes del balneario.
Esperamos que la sociedad civil, las empresas y el gobierno se sumen a esta causa, y así, seamos capaces, en conjunto, de preparar a la comunidad a reaccionar ante cualquier tipo de catástrofes. Estos espacios generarán una cultura que será el verdadero salvavidas cuando vuelva a ocurrir un desastre natural; algo que ciertamente no podemos cambiar debido a nuestras condiciones geográficas.
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