Por: Mg. Alberto Torres B. Miembro HUB Desierto de Atacama
Desde hace varias décadas, y especialmente desde la creación de la Zona de Integración del Centro Oeste Sudamericano (ZICOSUR) a la que se encuentra adscrita nuestra región, es común hablar de oportunidades de integración entre regiones de países del Cono Sur y de éstas con el Asia Pacífico.
Los Encuentros Internacionales ordinarios y extraordinarios de Zicosur, los Comités de Integración NOA – Norte Grande y otros eventos que han aglutinado a entes públicos y privados en pro de la integración subregional sin duda han sido útiles para el intercambio de experiencias y consolidación de algunos avances. No obstante, muchos de éstos se conciben aún como tímidos o en clara deuda con anhelos de integración que datan de mucho antes de la creación de la Zicosur.
Lo anterior puede explicarse por motivos diversos (que se perpetúan) y, que a su vez, se transforman en oportunidades de mejora. En primer término, en el contexto de la transferencia de competencias a los nuevos Gobernadores Regionales que serán elegidos en 2021, y que se enmarca en la Ley de Fortalecimiento de la Regionalización, durante 2019 el Gobierno del Presidente Piñera ingresó a la Contraloría General de la República cinco decretos supremos que establecieron que dichas competencias se vinculan a los Ministerios de Economía, Desarrollo Social, Vivienda y Transportes.
Aquí encontramos el primer talón de Aquiles para el desarrollo regional, al no figurar una transferencia de facultades en materia de relaciones exteriores, lo que permitiría fortalecer la paradiplomacia, entendida como todo tipo de relacionamiento formal o informal ejercido por los Gobiernos Regionales o locales con actores internacionales, sean públicos o privados.
Dicha ausencia perpetúa el rol de las actuales Unidades Regionales de Asuntos Internacionales a entes meramente ejecutores y no deliberantes de las políticas de relaciones exteriores definidas por el nivel central, concentrando sus esfuerzos, como ha sido característico, en el apoyo logístico para la realización de eventos internacionales, con lo cual cercenamos las posibilidades de autonomía de los futuros Gobiernos Regionales en la generación de directrices en materia de integración subnacional.
Por ello, un importante desafío es que los actuales parlamentarios o en su defecto los futuros Gobernadores Regionales, alcen la voz por una transferencia de competencias a las regiones en materia de integración subnacional, relevando las cualificaciones de las Unidades Regionales de Asuntos Internacionales, que podrían enfrentarse a dos escenarios: replantear completamente su rol, otorgándole un mayor valor dentro de la gobernanza regional; o su mutación a una Seremi de Relaciones Exteriores, ejerciendo su liderazgo inherente a la paradiplomacia, permitiendo con ello el seguimiento de los acuerdos establecidos con las contrapartes internacionales, verificando cumplimientos, entre otros aspectos relevantes que definan las futuras disposiciones legales.
Cabe señalar que una de las principales falencias que se atribuye a esta ausencia de valor sobre la paradiplomacia es la poca concreción de muchos de los acuerdos suscritos en eventos internacionales por nuestra Región, por lo que este clamor a favor de la gobernanza regional se haría cargo de dichas problemáticas.
Junto con lo anterior, la elaboración de la próxima Estrategia Regional de Desarrollo de la Región de Antofagasta es un hito relevante que requiere incorporar las necesidades de desarrollo regional en materia de internacionalización, como es el caso del anhelado Corredor Bioceánico, en el cual trabaja desde 2019 la Universidad Católica del Norte para la construcción de capacidades que faciliten su concreción.
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