[Opinión] Desde Carmen Gloria a Fabiola Campillay

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Por: Esteban Velásquez N. Diputado por la región de Antofagasta


Hace veintidos años varios millones de chilenos soñábamos y luchábamos en plena dictadura hacia el retorno a la democracia por el camino de la paz, apostando con nuestras fuerzas por un Plebiscito que abría una salida sin violencia, sin odio. No obstante previo al Plebiscito de 1988 fuimos los ciudadanos, el pueblo organizado, los jóvenes de aquellos tiempos que ocupábamos las calles en todos los rincones de Chile, desafiando con nuestro puño en alto y la conciencia social, que sí podíamos construir un país más justo, para todos, con sentido colectivo.

En las Universidades, Iglesias, Sindicatos, Liceos, la consigna era “fuera  el dictador y su sistema económico abusivo”; los incrédulos pueden revisar el programa de gobierno de Patricio Aylwin. Es cierto, ocurrió que muchos se entregaron al sistema del lucro, traicionando al lucha de la calle. La historia hasta ahora es conocida, vergonzosa.

Pero volvamos a esos sesenta días antes del Plebiscito del año 88. Luego de las interminables y masivas movilizaciones, protestas cacerolazos y debemos decirlo, también enfrentamiento en la calle con las fuerzas especiales y fuerzas armadas, que salían a reprimir todo tipo de manifestación y los horrorosos crímenes con el objetivo de provocar terror. Profesores degollados, Periodistas asesinados como Pepe Carrasco, Jóvenes quemados como Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana.

Las tremendas represiones en la Rotonda Tucapel de Arica, Las pifias en un desfile a Pinochet en Punta Arenas o las grandes marchas de los Trabajadores que caminaban desde Chuquicamata a Calama. Todas manifestaciones cargadas de emotividad, de dignidad, con un patrón muy similar al 18 de Octubre. Era el pueblo que se levantaba, sin dirección partidaria. Juntos como pueblo el 88, decíamos,  “No hasta Vencer”; hoy “Hasta que la Dignidad se haga Costumbre”. Es el mismo pueblo digno, que sabe cuándo roncar y levantarse.

Hoy se levantó con esa misma fuerza de ciudadanos dignos, que sin esperar guía partidaria, lucieron su valentía y gala de astucia, pero  la historia se repitió, la fuerza brutal, reprimió y castigó.  Así como ayer quemó hoy disparó y encegueció. Ayer Carmen Gloria, hoy Fabiola Campillai, revelan a un pueblo atropellado y al frente la impune cobardía. Pero así como ayer fue sin odio y violencia; hoy será hasta que “La Dignidad se haga costumbre”.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.

 

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