[Opinión] Educación, el motor de la movilidad social

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Por: Alejandra Fuenzalida. Directora Ejecutiva de United Way Chile


La movilidad social es entendida como los cambios en la posición dentro de la estructura socioeconómica de un país determinado. En países donde la desigualdad es baja, esto se logra de manera más fácil. Sin embargo, Chile presenta grandes niveles de desigualdad, esto queda claramente graficado al ver los indicadores de Pobreza Multidimensional, la cual abarca no solo el indicador económico, sino que también el acceso a la salud, educación, previsión y vivienda, todos factores determinantes en la movilidad social de una persona.

De los anteriores queremos destacar la educación, entendiendo que este ámbito es trascendental, puesto que las personas que tienen trabajo de baja calificación laboral y por ende de escasos ingresos, presentan en promedio entre 8 a 10 años de escolaridad. Para disminuir estas brechas no solo se debe mejorar el acceso a la educación pública, sino que también la calidad de la misma y con ello disminuir las diferencias que poseen con los colegios privados, es decir mejorar el sistema educativo en el país.

Un informe entregado por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) en junio pasado, indica que en Chile a un niño o niña de la parte baja de la escala de ingresos le tomaría entre cinco y seis generaciones llegar a la parte media de ésta, igual que en países como Francia y Alemania.

Esto viene a demostrar que la educación actúa como un motor de movilidad social. Si un niño o niña recibe una mejor educación desde la primera infancia, aumenta sus posibilidades de ingreso a la enseñanza superior, sin embargo, se debe considerar que el porcentaje de deserción en el primer año alcanza el 30,6%, siendo los principales motivos económico y vocacional.

Es por lo anterior, que no basta con que el sistema asegure una buena educación pre-escolar, básica y media, sino que también debe contar con un apoyo a los jóvenes durante sus primeros años universitarios, sobre todo a aquellos que provienen de contextos de riesgo, en donde la deserción por factores económicos es más alta.  Si se quiere reducir la desigualdad se debe trabajar en políticas públicas que apoyen a las nuevas generaciones desde sus primeros años para que no vean restringidas sus oportunidades en el futuro.

Potenciar la movilidad social apunta a lograr que muchas familias chilenas salgan de los contextos vulnerables en los que se encuentran insertos y la igualdad de oportunidades educacionales es el motor de partida. Todos los niños deberían tener las mismas posibilidades de ingreso a una enseñanza de calidad, sin importar si ésta es de carácter pública y/o privada.

Desde United Way Chile creemos que alcanzar una sociedad justa, donde las brechas de desigualdad en la educación se terminen de la noche a la mañana no será un trabajo fácil, por lo tanto, el Estado, las empresas y la sociedad civil deben aportar a esta tarea, con el fin de alcanzar un país más justo y equilibrado.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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