[Opinión] Educación emocional para una sociedad más humana

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Por: Arnaldo Canales.  Director ejecutivo de Fundación Liderazgo Chile


“Toda persona tiene derecho a la educación”. La frase corresponde a la Declaración Universal de Derechos Humanos, documento cuya aprobación y adopción por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), se conmemoró el recién pasado 10 de diciembre.

A 72 años de aquel hecho histórico, quise recordar un derecho humano por sí mismo, como es el de la educación, dada su vital importancia, precisamente para la promoción de toda la carta fundamental de los DD.HH.

No obstante, quiero enfocarme en la Educación Emocional, temática que como fundación trabajamos desde sus inicios y que significa un tremendo aporte cuando hablamos de las diversas herramientas socio emocionales que niños y jóvenes pueden adquirir, para así trabajar el respeto por el otro y, del mismo modo, alzar una bandera en contra de la pobreza, la desigualdad, la violencia y la discriminación.

Cabe destacar que la misma Declaración de Derechos Humanos, además de destacar el rol de la educación en su promoción, establece algunas obligaciones a los Estados, en el sentido de establecer estrategias y políticas tendientes a la formación y promoción de sus artículos.

Es así como creo firmemente que la Educación Emocional, particularmente el desarrollo de las emociones morales en los infantes, aquellas que apelan al sentido del bienestar de otro ser humano, es vital por estos días. No están enfocadas en el “yo”, sino en el otro, pudiendo ser ésta una mirada distinta y necesaria respecto a cómo estamos viendo la educación en Chile y América Latina.

Si fomentáramos desde la niñez la compasión amorosa, por ejemplo, es decir cómo solidarizo con el prójimo, comparto su sufrimiento y colaboro concretamente en el término de su pesar (una dimensión más profunda que la empatía), entre otras emociones morales, habría menores dificultades para trabajar la ética, la culpabilidad, la vergüenza, la deshonra, etcétera.

Ya lo he señalado anteriormente: Un niño que se siente culpable desde lo valórico, tendrá un marco regulatorio moral interno que le va a permitir saber lo que es bueno y lo que es malo. De paso, tendrá la posibilidad de comprender mejor, asumir, adoptar y realizar una adecuada práctica de los derechos humanos.

El 2019 presentamos un proyecto de Ley de Educación Emocional que integra precisamente parte de estos aspectos. No hay espacio para dudas que el generar un círculo virtuoso entre la educación emocional y los derechos humanos traerá de la mano la edificación de pilares mucho más sólidos en lo valórico, además de cimentar el camino a la sociedad que realmente queremos.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


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