[Opinión] El modelo educativo puesto en la balanza

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Por: Nicolás Goldstein. Presidente Ejecutivo de Accenture Chile


A principios de este año, el Gobierno del Presidente Boric lanzó el “Plan de Reactivación Educativa”, que considera un eje de fortalecimiento del aprendizaje a través de la transformación digital. Aborda, a través de la acción del Centro de Innovación del Ministerio de Educación (Mineduc), las brechas en el acceso y en el uso de tecnologías en el sistema escolar y, a la vez, la innovación educativa en los diferentes niveles del sistema educacional.

De acuerdo con la “Radiografía Digital 2020” de la Subsecretaría de Telecomunicaciones (Subtel), a febrero del 2020 sólo el 11% de los adolescentes entre 13 y 17 años reconocía el concepto de huella digital.

Y es que el acceso a las tecnologías, para que todos puedan beneficiarse de sus posibilidades, es solo el primer paso. Para que su uso sea beneficioso se requiere construir propósitos claros, desarrollar capacidades humanas tanto a nivel individual como colectivo y generar condiciones que permitan innovar en cada establecimiento educacional.

En 2021, junto a Fundación País Digital (FPD), dábamos cuenta que, de no actualizar los sistemas de formación y capacitación acorde a las nuevas habilidades y competencias que requiere el siglo XXI, Chile podría desaprovechar hasta US$13 mil millones en crecimiento acumulado del PIB en los próximos diez años.

Por ello, recientemente lanzamos el estudio “Futuro de la Educación: Innovación, tecnología y habilidades del siglo XXI”, a fin de promover una hoja de ruta con ocho pasos clave para dar relevancia al uso de las nuevas tecnologías y el desarrollo de habilidades y competencias digitales que, por un lado, permita a las personas aprovechar los beneficios de una sociedad hiperconectada del siglo XXI y, por otro, ubicar a nuestro país como líder en materia educativa en la región.

Fortalecer la infraestructura digital; establecer una gobernanza de datos; Formación Inicial Docente (FID); un currículum nacional actualizado al ritmo del desarrollo de las tecnologías; poner al estudiante en el centro; desarrollar un Programa de Ciudadanía Digital; una estrategia de aprendizaje a lo largo de la vida; e innovación en el aula, son los pasos clave para que como país podamos enfrentar la alfabetización digital con rigurosidad y responsabilidad.

Innovar a nivel escolar es posible mediante jornadas de robótica, clases de tecnologías educativas, escuelas de verano enfocadas en el desarrollo de temáticas como programación, robótica, impresión 3D, y proyectos de asociación para la promoción y desarrollo del pensamiento computacional en edades tempranas con tareas de programación de videojuegos y aplicaciones móviles. Todo esto, sin olvidar jornadas de formación docente para el desarrollo de proyectos y habilidades de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, en inglés).

A su vez, herramientas como el metaverso o la Inteligencia Artificial, entendido como un continuo de tecnologías donde las personas podemos identificarnos, compartir y recrear experiencias que imitan la vida real, marcará la transformación de todos los aspectos de nuestra vida digital, incluyendo la educación.

Datos de UNESCO señalan que al año 2030, veremos los primeros formatos de aprendizaje formal al interior de estos espacios, impactando al sector educativo hacia modelos personalizados y con plataformas que adaptarán los contenidos en tiempo real al estilo y ritmo de aprendizaje de las niñas y niños. Los estudiantes podrían conocer museos de todas partes del mundo, asistir a clases en otros países, ver una filarmónica con su curso o bien quedarse en casa sin tener que retrasarse en sus asignaturas, democratizando accesos y acortando brechas socio culturales.

Por ello es urgente avanzar en la implementación de un modelo educativo que fomente el desarrollo de las habilidades y competencias para aportar al desarrollo humano y económico de Chile.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo. 

 

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