Por: Patricio Ibáñez. Gerente de Servicio de Aplicaciones (AO) de Adexus
Durante el 15 y 16 de mayo, los chilenos enfrentaremos un nuevo proceso de votación, en medio de la pandemia de coronavirus que no da tregua y parece haber tomado mayor fuerza superando los 9 mil contagios diarios. Si bien la fecha inicial del escrutinio estaba calendarizada para un mes antes, esta no se pudo realizar debido a la distancia física que nos impone el COVID-19. Situación, que nos hace reflexionar una vez más respecto a la modernización del sistema de votación y el definitivo arribo del voto electrónico.
Desde hace un par de años que viene dando vueltas entre distintos grupos de la sociedad el por qué nuestro país no ha implementado el voto electrónico y qué es lo que falta para tenerlo, preguntas que tomaron mayor fuerza con el cambio de fecha de las elecciones.
Este tema tiene defensores y detractores, pero no vemos una modificación del actual sistema de votaciones en el corto plazo. Sin optar por una posición de defensores o detractores del voto electrónico, es importante que en la discusión se consideren por lo menos estas tres áreas: legal, tecnológica y sociocultural.
La Ley Orgánica Constitucional sobre votaciones populares y escrutinios promulgada en la Ley 18700 con fecha 19 de abril de 1988 y publicada el 6 de mayo del mismo año (su última versión corresponde al 6 de mayo de 2018), establece un principio básico, el voto es secreto y debe ser ejercido sin presiones, por lo tanto no puede ser vinculado el votante con su opción de voto, por esta razón, se encuentra separado el proceso de verificación de identidad (mesa) y de votación (cámara secreta), y no puede existir un tercero en el proceso de elección. Primer elemento a considerar.
El segundo aspecto, la tecnología; esta no es un impedimento para la implementación del voto electrónico en Chile y la efectividad de este mecanismo ha sido probada en muchos países. Hoy esta herramienta permite satisfacer en forma fidedigna e irrefutable la identificación del votante a través de la huella dactilar, reconocimiento facial, lectura ocular, entre otros, logrando de esta manera superar el riesgo de suplantación de identidad. Además, Chile cuenta con una amplia red de comunicaciones alcanzando una alta cobertura nacional que permite acceder a servicios internet desde la comodidad de su casa o prácticamente desde cualquier lugar donde uno se encuentre.
Finalmente, existe un grupo importante de jóvenes y adultos (menores de 40 años) que están muy familiarizados con la tecnología pero que se caracterizan por no tener un rol activo en la participación de los procesos de votación en general y por otro lado existe un grupo conformado por mayores de 40 años y adultos mayores con un rol más activo en los procesos de votación, pero más distantes con la tecnología. Si se quiere modernizar el sistema, se debe tomar en consideración estos dos elementos socio/culturales antes de implementar un sistema de voto electrónico ya que este implica si o si un cambio en la forma y cultura que hoy en día conocen los votantes.
Por tanto, pareciera que la opción más sensata es convertir el actual proceso presencial en una modalidad 100% virtual, manteniendo así los principios básicos que hoy están resguardados en la ley permitiendo además resolver los riesgos que conlleva el día de hoy las actividades presenciales.
El principal desafío en la implementación del voto electrónico tiene más que ver con un tema legal (constitucional) al no garantizar la desvinculación del votante con su elección de voto y, así también, no poder asegurar el acto de no inducir o influenciar la decisión de voto ante la ausencia del rol fiscalizador que asegure la no presencia de un tercero tal como ocurre hoy en día en nuestro proceso de votación presencial.
En este sentido, o modificamos la ley para operar un mecanismo de voto electrónico o automatizamos el actual proceso y lo implementamos en modo virtual; o se adopta una solución mixta e intermedia como urna electrónica, la cual mantendría los conceptos actuales de la ley reemplazando solo la boleta de papel por una boleta electrónica.
Por el momento, el país se quedará con la interrogante sobre si esta vez las elecciones se podrán realizar en la fecha establecida, o nuevamente se van a retrasar por la falta de modernización del sistema de votación.
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