Por: Bárbara Olivares. Académica de la carrera de Ingeniería Comercial de la U.Central, región de Coquimbo
A medida que la sociedad avanza hacia la igualdad, el emprendimiento femenino se ha convertido en una poderosa fuerza impulsora del crecimiento económico y el cambio social. En los últimos años, hemos sido testigos del creciente número de mujeres emprendedoras a nivel mundial. Estas mujeres valientes y visionarias han demostrado su capacidad para enfrentar desafíos y superar obstáculos.
Según los datos publicados por Global Entrepreneurship Research Association en 2022, Chile se sitúa en el cuarto lugar a nivel mundial con más mujeres emprendedoras (25,2%), superados por Togo (25,4%), Colombia (26,1%) y Guatemala (28,2%). Esto deja a Latinoamérica como la región con la más alta proporción de mujeres que emprenden.
En este sentido, el número de mujeres que inician y gestionan sus propios negocios en Chile ha experimentado un notable aumento en los últimos años. Según el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), el 38% de los nuevos emprendimientos que surgieron en 2022 fueron liderados por una mujer.
Es importante destacar que el emprendimiento femenino fomenta la igualdad de género y empodera a las mujeres, brindándoles la oportunidad de tomar decisiones y tener control sobre su propio destino y, por otra parte, beneficia también a sus familias, su entorno y, por lo tanto, a la sociedad en su conjunto. Estudios demuestran que los países con una mayor participación de mujeres en el sector empresarial tienden a tener un crecimiento económico más sólido y sostenible, lo que demuestra el impacto positivo que tienen en la economía.
Sin embargo, a pesar de sus logros, es evidente que aún existen barreras que impiden un desarrollo pleno del emprendimiento femenino en el país, esto considerando que el 77% de las mujeres usan sus ahorros para financiar sus proyectos y sólo el 14% logra acceder a financiamiento por parte de programas públicos o privados, según los datos publicados por Startup Chile, Female Founder Factor.
Esto demuestra que, si bien nuestro país se destaca en la región por la participación de mujeres en el emprendimiento, aún existen desigualdades de género y en el acceso a financiamiento y programas del Estado, por lo tanto, los principales desafíos que tenemos dicen relación con fortalecer las habilidades empresariales y liderazgo de las mujeres, ampliar la red de mujeres emprendedoras y conectarlas con expertos y expertas en su industria, y facilitar el acceso a financiamiento generando alianzas con instituciones financieras y programas de apoyo gubernamental.
En resumen, el emprendimiento femenino es una fuerza impulsora del crecimiento económico y la igualdad de género. Las mujeres emprendedoras tienen un impacto significativo en la generación de empleo, la innovación y el desarrollo económico, por lo tanto, es vital promoverlo y apoyarlo para construir sociedades más equitativas y prósperas.
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