[Opinión] Estrategia público-privada para nuestro Comercio Internacional

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Por: Herman Cortés. Miembro del HUB Desierto de Atacama


Antofagasta nació y ha crecido con procesos ligados al comercio internacional: primero para exportar salitre e importar los equipos e insumos para la producción salitrera; luego para importaciones y exportaciones de cobre. Ahora es con el litio. Sin los procesos de comercio exterior, la ciudad-puerto quizás no existiría y la región misma habría tenido otra característica. Esas riquezas naturales, sin el comercio exterior, no habrían podido ser “el sueldo de Chile”, cada una en su momento.

Es lógico, entonces, que el futuro desarrollo de nuestra región también se apoye en el comercio internacional, pero en otra forma de practicarlo. La diferencia es que no exportaremos sólo nuestra producción regional, ni las importaciones serán sólo para usarlas en nuestro territorio.

Debemos ampliar la mirada más allá de la cordillera de los Andes, para ofrecer nuestros puertos, caminos y ferrocarriles internacionales a las regiones mediterráneas de varios países del centro oeste sudamericano, como Paraguay y Bolivia, así como del norte de Argentina y de algunos Estados del sudoccidente de Brasil, porque ahora la mayor demanda para sus productos viene desde mercados del Asia Pacífico, de donde también les pueden proveer buena parte de sus necesidades de importación, todo lo cual podrá pasar -en tránsito- usando nuestra infraestructura para el transporte y otros servicios de logística internacional.

A ese tránsito se une también la posibilidad cierta de que el comercio internacional permita la diversificación productiva, con la consiguiente creación de empleo y de riqueza para nuestra región. Para ello contamos no sólo con nuestra ubicación geográfica, nexo entre el centro-oeste de Sudamérica y los mercados del Asia Pacífico, sino básicamente con las ventajas competitivas de los Tratados de Libre Comercio que Chile ha firmado con las principales economías mundiales, que permiten entrar sin aranceles o con bajos impuestos de importación a los productos que tengan el certificado de origen chileno.

Para utilizar exitosamente estas oportunidades, infraestructura y ventajas -comparativas y competitivas- que tenemos como región, es indispensable contar con una planificación estratégica con activa participación del empresariado y no formulada sólo por el sector público, porque ciertamente no son los organismos del Estado los que pueden llevar a cabo los negocios y otros emprendimientos, productivos y de servicio, que permitirá el comercio internacional en la región.

Algo de historia

La idea de utilizar el puerto de Antofagasta para exportar productos del noroeste de Argentina justificó la construcción del ferrocarril desde Salta, inaugurado en 1948, y resurgió con fuerza en la década del 70’, impulsada básicamente por el sector privado. En octubre de 1974, durante la Primera Feria Internacional del Norte Argentino (FERINOA), en Salta, se generó una entidad coordinadora del empresariado con interés en el comercio internacional de los nortes de Chile y Argentina, más algunos departamentos de Bolivia y del Paraguay.  Desde la Segunda FERINOA empezó a institucionalizarse -en 1975- el Grupo Empresarial Interregional del Centro Oeste Sudamericano (GEICOS). El interés común para apurar el desarrollo era producir más, tanto para los intercambios intrarregionales, como para exportar a los mercados del océano Pacífico por Antofagasta.

En esa época, el principal problema era la conectividad, por falta de vías y medios de transporte. Entre el noroeste argentino y el norte chileno la única opción de transporte era el ferrocarril entre Salta y Antofagasta, ya que no existían los actuales caminos por los Pasos de Sico o de Jama.

Pese al esfuerzo empresarial, a través de GEICOS, los escasos recursos disponibles hicieron muy lentos los avances en el proceso de integración. Por eso fue necesaria la intervención de los Gobiernos Subnacionales de las citadas regiones, a las que se agregaron también algunos estados brasileños y regiones del sur del Perú. El interés común seguía siendo la comercialización más directa con los mercados del Pacífico por los puertos del norte de Chile y sur del Perú.

Por ello fue exitosa la convocatoria del Gobierno Regional de Antofagasta, que invitó a los demás Gobiernos Subnacionales del área a un Encuentro de la Zona de Integración del Centro Oeste Suramericano (ZICOSUR) con el Asia Pacífico, en abril de 2007.  Así nació ZICOSUR, no en una asamblea o con un previo acuerdo institucional, ni con estatutos u otros documentos previos.

Con la acción gubernamental -aunque regional y no siempre con el apoyo de los respectivos gobiernos nacionales- se avanzó mucho más en el mejoramiento de caminos y otras infraestructuras, como gasoductos, redes eléctricas, mejoramiento de puertos y más facilidades para el turismo. Sin embargo, debido a que algunos Gobiernos Subnacionales son de países federales y otros unitarios, no todos pueden tomar decisiones descentralizadas en materias internacionales, por lo que ZICOSUR no ha logrado una institucionalidad que le permita facilitar el comercio internacional, tanto entre sus miembros como con los mercados del Asia Pacífico. Además, las operaciones comerciales obviamente las concertan y las concretan los empresarios, pero este sector no ha tenido un papel protagónico en este proceso, como sí lo tuvieron al empezar estos esfuerzos de integración e internacionalización.

Planificación público-privada

Por ello, ha llegado el momento de reorientar el proceso hacia una estrategia público-privada, con una acción básicamente empresarial, que permita concretar negocios de exportación, importación y captura de inversiones y tecnologías para utilizar más plena y positivamente las potencialidades productivas de estas ricas regiones del Centro Oeste Sudamericano, a partir de las claras demandas de los principales mercados mundiales, ubicados ahora en el Asia Pacífico, por lo que resulta más lógico y económicamente favorable utilizar los puertos del norte de Chile directamente al Asia, empezando por aquellos que actualmente disponen de ferrocarril y caminos en pleno funcionamiento, como ocurre con la Región de Antofagasta, la única limítrofe con dos provincias argentinas -Salta y Jujuy- a través de las cuales se conecta, también por ferrocarril y rutas internacionales, con Bolivia, Paraguay y Brasil.

Las posibilidades de negocios que surgen de las actividades de comercio internacional no serán posible sin la participación activa y protagónica de los empresarios. Sólo ellos pueden presentar ofertas concretas, sea de exportación o importación, para ubicar a sus posibles contrapartes en el Asia Pacífico. Pero la materialización de esas operaciones comerciales y, en especial, el logro de inversionistas que puedan aportar financiamiento y tecnología para agregar valor a la producción primaria requiere también de políticas públicas, tanto de los Gobiernos Subnacionales como de los Gobiernos Nacionales de sus respectivos países.

En consecuencia, lo que se requiere es una planificación estratégica con plena participación público – privada, en la que el impulso fundamental vuelva al sector empresarial, con el apoyo de otros sectores, como lo son las Universidades, Institutos Tecnológicos y otras instancias académicas y de investigación regionales.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.

 

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