[Opinión] ¿Habrá que ser abyecto y desalmado?

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Por: Pablo Cantero B. Ceo Agencia Cafeína


Al final de los noventa, la música de Fito Páez, ya nos mostraba evidencia que nuestro loco mundo iba de mal en peor. La pérdida del sentido ético, la falta de reciprocidad, la desvalorización del mérito, además de una aguda crisis en las instituciones y grupos humanos, nos mostraban que el camino de nuestra sociedad cada vez más líquida, tenía ciertos ribetes que nos invitan a reflexionar.

Las redes sociales dejan huellas o metadatos que nos entregan evidencia irrefutable de ciertos comportamientos y patrones humanos que son exclusivos y característicos de nuestra actual sociedad hiperconectada y en constante relación con las tecnologías.

La sociedad vive un cambio de época que reconfigura las reglas y el tipo de juego, la forma de ser y estar en el mundo, de relacionarnos y comunicarnos. El clima se vuelve confuso, abundan las confrontaciones de ideas y puntos de vistas en conversaciones virtuales y reales entre sujetos. El clima se torna cada vez más tenso y difícil de navegar, fuerzas en constante lucha han logrado sumarte a ti a su contienda desigual: La tecnología es la fuerza constructora de la historia y los sujetos somos protagonistas de los cambios que las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones han traído a nuestras vidas; las emociones son mas contagiosas que un virus y las redes sociales de sujetos interconectados entre sí, son capaces de contagiar, emociones, hábitos, ideas, entre muchas otras cosas que debemos tomar en cuenta.

¿Cómo afectan estos cambios en nosotros y nuestro entorno?

Cosas que antes no veíamos, hoy son el pan de cada día, en una sociedad acostumbrada a lo instantáneo, a la caducidad programada, al círculo del consumo constante y permanente: Comprar comida en una aplicación, ir al super mercado de manera virtual, cambiar el tomar un café, por una junta en zoom. Hablar con un sujeto en china a tan solo un clic gracias a  WhatsApp o discutir con tu novio o novia gracias al tiquecito azul, también de WhatsApp.

Todo esto que se ve tan práctico y útil, también tiene su lado oscuro. Hay elementos conductuales como el narcisismo totalmente normalizadas y justificadas, adicciones a la tecnología, exposición de la vida privada como una mercancía, la compulsión por conseguir el “Me Gusta”, la violencia inminente en el sistema, crisis del yo, consecuencia de la abundancia de lo idéntico en las redes sociales.

3Una sociedad transparente que se justifica en el rendimiento, aumentando las depresiones, frustraciones y gente que se auto explota pensando que ser su propio jefe es la solución a ser explotado. También viejas tácticas operativas vuelven a ponerse de moda: La Post verdad, noticias falsas, manipulación de la realidad a través del relato, viralización de ideas, mensajes, hábitos o rumores en múltiples plataformas y hacia múltiples audiencias, muchas veces definidas por nicho de público. Debemos sumar a lo anterior, la intervención de las IA simulando ser usuarios que defienden o atacan, apoyan o difaman, entre muchas otras estrategias y triquiñuelas que un niño de 15 años de los tiempos de hoy podría realizar sin problemas frente a su computadora jugando a ser hacker.

Triquiñuelas que justo ahora, un grupo de sujetos organizados en redes sociales como WhatsApp, Slack o Telegram, realizan como servicios profesionales o como operaciones de apoyo o destrucción de contrincantes, para candidatos a todo tipo de escaños de poder, con total libertad, impunidad, falta de ética, de moral y muchas veces falta de psicoanálisis o terapia.

Las redes sociales se robaron el protagonismo en las últimas elecciones en Chile. Contenidos de todo tipo abundan: Videos, fotografías, trivias, juegos y bailes fueron protagonistas del estímulo hacia el electorado.  Pero, además abundaron: Las noticias falsas, Post verdad, intoxicación de la red, con el ataque a todo lo diferente, entre otro tipo de violencia cibernética característica de esta nueva sociedad, lo que hace difícil la navegación con herramientas que funcionaban en una época donde la sociedad era más disciplinaria y  el ejercicio de un poder más político.

Unos pocos vigilaban a otros muchos y el panóptico funcionaba a la perfección. Hoy la nueva sociedad repleta de cámaras se vigila entre si, hace que toda la información esté disponible para todos y casi anula la incertidumbre, permite el paradigma de la sinceridad atroz, utiliza la palabra como una herramienta operativa para configurar realidad, dando oportunidad a una sociedad de la opinión, donde la ideología y la opinión se ven en constante tensión.

Es claro que no necesariamente un like significa un voto, pero sí sabemos que conecta al candidato con posibles electores y le brinda la oportunidad de entregarles un mensaje directo y transparente, una mirada simple, hiperreal, capas de movilizar un “Me Gusta” y demostrar quién es, de dónde viene y hacia dónde va; todo en un minuto. Todo el impacto de las redes sociales en las estrategias de comunicación se evidencia con la gran inversión en plataformas como Facebook, mediante mensajes publicitados durante el periodo de campaña y la masividad de contenidos multimediales y audiovisuales disponibles en la red, lo que se tradujo en: Menos papeles en la calle y menos inversión en medios análogos.

Pero, también en estrategias de pago para propagar mentiras, manipular realidad, solo con el objetivo de ganar la elección y tener el poder para imponer un programa de ideas o simplemente sentir el placer de ganar. Lo que es cierto es que en estas elecciones grupos organizados en redes sociales se coordinan, en asociación a un propósito, con el objetivo de levantar medios y dar caja de resonancia a sus ideas y si no es por la razón, difamar, atacar y manipular la realidad, vulnerando a quién piensa diferente o al que en ese momento sea contrario.

Múltiples habilidades se ponen en práctica en estas operaciones: En grupos de chat, se gestiona la información, con total horizontalidad jerárquica, todos aportan en la medida de sus posibilidades, algunos buscan información, otros diseñan, escriben o administran el algoritmo, otros transmiten mientras quizás otro grupo comparte con el objetivo de viralizar. Así se configura una operación de post verdad o defensa a un candidato, con aproximados 70 usuarios se puede lograr una semántica capaz de impactar en los sujetos.

En estas elecciones fuimos testigos de situaciones desafortunadas en la política nacional, por momentos, un pánico colectivo, típico del caos, se apoderaba, surgiendo así la necesidad inminente del orden, en este caso en particular, un concepto que en lo emocional nos obliga a regresar al pasado en busca de soluciones para el Chile de hoy. Retrotopía: es cuando se pierde la fe en la idea de construir una sociedad alternativa para el futuro, se tiende a volver a las grandes ideas del pasado que habían estado abandonadas. Zygmunt Bauman, en este ensayo póstumo, analiza el contexto de este fenómeno contemporáneo y disecciona nuestro peligroso idilio con el pasado. Realmente, ¿podemos confiar en que el futuro mejorará nuestra condición?

Uno de los comportamientos más repetitivos, se clasifica como el “Fenómeno Hater”. Sustantivo del Inglés que significa envidioso, aborrecedor, odioso. Es una descomposición social que dedica su existencia a las críticas destructivas en las redes sociales. Discrimina, difama, denigra, ofende, comenta, publica, hace burlas de contenidos o personas, oculto en el anonimato de un perfil en la red social o encarnando la odiosidad justificada en un propósito: Polarizar, dividir para vencer, una estrategia de manual muy antigua pero que parece no fallar en nuestros tiempos.

Los “Hater” tienen un patrón de comportamiento habitual. Van incrementando en violencia y falta de tolerancia a otras formar de ver y sentir el mundo, según sea el caso. Buscan difamar o destruir la reputación de su víctima, un fenómeno que se pudo observar con claridad en las últimas elecciones, sin distinción de bandos, credos, valores y colores políticos ¿Usted logro detectarlo?

Este tipo de comportamientos se describe en el libro “Sociedad Transparente”, del sociólogo Byung-Chul Han, cada uno de los capítulos en los que se divide este pequeño ensayo, analiza un aspecto de la sociedad actual en relación con un determinado epíteto y muestra el camino lógico que ha seguido el autor para llegar a sus conclusiones. Google y las redes sociales, que se presentan como espacios de la libertad, adoptan formas panópticas. Hoy, contra lo que se supone normalmente, la vigilancia no se realiza como un ataque a la libertad. Más bien, cada uno se entrega voluntariamente a la mirada panóptica. A sabiendas, contribuimos al panóptico digital, en la medida en que nos desnudamos y exponemos”.

En el libro Sociedad Digital: Racionalidad-Emocionalidad,, interesante texto disponible en Amazon, el doctor y pensador chileno Carlos Cantero, plantea que nos encontramos en un cambio de época, que afecta a los sujetos como tú y yo en aspectos: éticos, estéticos y emocionales, generando un cambio general extremadamente rápido en la sociedad y su ecosistema relacional. De esta manera podemos apreciar cambios como el tecnológico, donde los negocios y servicios convergen a plataformas digitales. Un cambio en el ecosistema relacional, donde se rompe la linealidad cartesiana y sectorial. El cambio en paradigma comunicacional: donde el lenguaje construye la percepción y la realidad. Además del cambio en el paradigma social donde nace un nuevo valor de la diversidad y el pluralismo en la convivencia.

Cantero señala que con la emergencia de las redes y el tiempo-espacio virtual hay cambios en la relacionalidad humana por los cambios topológicos: centralidad, conectividad, proximidad, accesibilidad.  Pero, eso genera además demanda por adaptabilidad en el Hardware o infraestructura; el software o herramientas de gestión de información y cognitiva disponibles; y, en el Humanwarte, es decir las habilidades y competencias relacionales y gestionales de las personas. También prende alarmas de atención cuando señala que la mayoría de nosotros somos manejados subjetivamente por quienes están detrás de los algoritmos, de los medios masivos, los gestionadores de redes y la grandes corporaciones que manejan la Big Data y la Inteligencia artificial asociada, que buscan vender productos y activarnos a través del estímulo para la compra y otros fines subalternos, comprometidos con diversos intereses.

En la sociedad actual el marketing, pero no cualquier marketing se trata de Neuro Marketing,  permite manejar o configurar la subjetividad de las audiencias masivas, es decir incidir en nuestra mente, en nuestros deseos o miedos. Se nos conoce tan bien que son capaces de pensarnos y controlarnos, todo esto gracias a la ayuda de nuestro propio celular, hay quienes escuchando y analizando nuestro comportamiento, nos somete a un mandato omnipotente. Luego nos persuade, estimulando emociones y la subjetividad, para lograr objetivos específicos, la mayoría del tiempo comerciales. Lo emocional y racional están en constante tensión, enfrentando un escenario carente de límites, sumidos en el consumismo y la seducción constante perdemos el sentido ético y experimentamos con sujetos reales, sin medir las consecuencias que estas acciones pueden generar en nuestra sociedad.

Nuestros padres y abuelos vivían en la sociedad disciplinaria, una sociedad de la negatividad, caracterizada por la prohibición: el NO PODER, el no tocar, se prohíbe, etc que terminó generando personas muy restringidoras y empapadas de castigo y culpa, propios de su visión religiosa. Eso, nos trajo hasta aquí. La sociedad disciplinaria que describió Foucault ya no sería la de hoy en día. La sociedad ha cambiado a una sociedad de rendimiento, una sociedad en donde sus habitantes no son sujetos de obediencia, ahora son sujetos de rendimiento, esclavos de sí mismos, mirando lo que tiene el vecino, para obtenerlo también y demostrar que “Se puede, claro que se puede” o morir en el intento. Hoy -al revés- se observa un exceso de positividad en los sujetos, tanto que hay confusión y por momentos la libertad se asume como libertinaje, la competencia se parece más al egoísmo, entre otras comparaciones semejantes.

La sociedad del rendimiento que caracterizó Byung Chul Han, no tiene negatividad, se caracteriza por el verbo: PODER, sin límites, YO SÍ PUEDO pero genera: pena, rabia, frustración y muchas veces suicidios. Con el fin de aumentar la productividad, cambiamos de sociedad disciplinaria a la sociedad del rendimiento, nos hicimos nuestros propios sometedores y somos esclavos de nosotros mismos. ¿El resultado? La sociedad del rendimiento produce depresivos y fracasados, algo que se contagia por todo el mundo. De hecho Chile tiene record global en suicidios, depresiones junto a otras afecciones mentales, además del cáncer en los jóvenes.

Las enfermedades asociadas a la subjetividad son la expresión patológica del ser humano que no puede devenir por sí mismo, que no integra materialidad y espiritualidad, cuerpo y alma. Estas manifestaciones surgen cuando el estilo disciplinario cede ante el devenir del auto rendimiento e induce al individuo a una iniciativa personal desbordada, materialista, inhumana. La depresión se desata cuando el sujeto de rendimiento ya no PUEDE MÁS, es el cansancio del crear y de poder hacer en el ser y estar en el mundo sin darse espacio para su interioridad, para su realización personal y espiritual.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

 

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