Por: Sebastián Pilasi. Gerente general Club de Innovación
Promovido por la ONU hace 6 años, se oficializa el 21 de abril como el día mundial de la creatividad y la innovación, con el objetivo de promover el pensamiento creativo multidisciplinario que nos pueda ayudar a conseguir un futuro más sostenible.
Si bien la innovación siempre ha sido un elemento clave para impulsar el desarrollo y el crecimiento de los países y organizaciones, este 2023 se vislumbra con particular importancia debido a los impactos económicos post pandemia.
Según el Banco Mundial las proyecciones para la región son de apenas un 1,4% de crecimiento del PIB para el 2023, y Chile en particular con una contracción económica del orden del 0,7% (-0,7% de crecimiento). A este complejo escenario macroeconómico hay que agregar la difícil situación de descontento social y aumento de la pobreza. Es por ello que la necesidad de una resiliencia y reactivación económica sostenible es clave no solo para Chile, sino para la región, y la innovación debe cumplir un rol relevante.
En ese sentido a nivel nacional tenemos una buena noticia ya que el presupuesto global de Ciencia, Tecnología e Innovación sube un 13% el año 2023, financiado por los aumentos de recaudación de litio. El año 2022 entre SQM y Albermale aportaron cerca de US$4.000 millones a CORFO y la proyección es que va a seguir subiendo a 2 dígitos en los próximos años debido al precio del litio (cuando el precio sobrepasa la barrera de los 10 mil dólares la tonelada, la tasa por derechos de explotación llega al 40% y el promedio 2022 fue de US$52 mil).
El gran desafío es entonces darle el correcto uso y enfoque a esta potente inyección de recursos. Debemos aprovechar de diversificar nuestra matriz exportadora desarrollando más capacidades de valor agregado apalancado en las industrias tractoras y ventajas comparativas que tenemos por ejemplo en los rubros de minería, forestal, hidrógeno verde, entre otras, siguiendo el modelo de las economías nórdicas, como Suecia, que pasaron de ser extractivas y dependientes de recursos naturales (en particular un país agrónomo en los años 1800), a convertirse en exportadores de conocimiento y tecnologías hacia fines del 1900. Pero eso requiere de una mirada de largo plazo, de una estrategia país que integre al sector público, privado, academia y sociedad con una sensibilidad ambiental, en una lógica de quíntuple hélice, que se le pueda dar continuidad más allá del gobierno de turno.
El enfoque de misiones que está teniendo el gobierno de descarbonizar Chile al 2050 requerirá de importantes innovaciones para reducir las emisiones e ir desarrollando industrias más verdes y sustentables. Esos mismos desafíos requerirán de capital humano avanzado y es donde está la oportunidad de transformarlo en nuevos productos y servicios basados en el conocimiento adquirido.
El impacto que puede tener la innovación en la descentralización también es algo interesante a explorar, la mayor disponibilidad de recursos regionales creando polos de desarrollo local enfocados en ciertas industrias específicas puede acelerar la reactivación económica e internacionalizar la innovación regional.
Por ello, deberíamos aprovechar este día para reflexionar, consensuar y poner rápidamente en marcha la Estrategia Nacional de Innovación que nos lleve al 2030 a ser un país desarrollado ya que los recursos con los que dispondremos los próximos años para innovar difícilmente se repetirán en el mediano plazo.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.