[Opinión] Invertir en I+D es apostar por un mejor futuro

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Por: Juan Ignacio Troncoso. Gerente comercial de PlanOK


Hasta hace algunos años, hablar de Investigación y Desarrollo (I+D) parecía restringido a industrias específicas y se caracterizaba por un lenguaje complejo y poco comprensible. La intensiva adopción tecnológica del último año y los beneficios que representa para diversos ecosistemas, ha propiciado que sea considerada como una inversión necesaria para el crecimiento de las empresas. Las que no se han sumado aún, deberían pensarlo para llevarlo a cabo en un corto o mediano plazo.

Tal es su importancia, que CORFO elaboró el Ranking “Aprendizajes I+D para la industria de la construcción” -donde PlanOK ocupa el puesto número 15- y que destaca a las 20 empresas nacionales del rubro que más invirtieron en I+D durante el 2020, con el objetivo de identificar la pertinencia de estrategias nacionales e internacionales, y de las industrias, orientadas al desarrollo tecnológico y cuyo aporte sea replicable en el programa Construye 2025.

Invertir en Investigación y Desarrollo vale la pena porque las demandas de los consumidores han crecido en tamaño y complejidad, porque los desafíos medioambientales así lo requieren y porque una industria como la inmobiliaria puede obtener mejores resultados en múltiples áreas en el largo plazo, y es en esa inversión donde podemos encontrar respuestas específicas para los desafíos actuales y futuros. Lamentablemente en Chile, pese a que crecemos, aún estamos al debe.

Los países de la OCDE invierten en promedio un 2,34% del PIB en I+D, mientras que en nuestro país, según la última Encuesta Nacional del Ministerio de Economía de 2017, se destina sólo un 0,36%. Un dato importante: Corea del Sur, Japón e Israel invierten más del 4% de su PIB en estas áreas.

De acuerdo con datos entregados por Eurostat, en Chile sólo el 23,4% de las empresas innova, mientras que la media de los países miembros de la OCDE es de 51,4%. En tanto, el presupuesto estatal que se destina al financiamiento de actividades de I+D alcanza apenas 0,2% del PIB. Si lo comparamos con lo que registra la OCDE, cuyo promedio es 0,56%, también estamos  bajos aún.

Tenemos en el país una ley de I+D que, entre otras cosas, establece escenarios específicos ante pérdidas tributarias y que pueden ayudar a concretar el retorno de la inversión en Investigación y Desarrollo. Avanzar en este ítem nos permitirá impactar positivamente en otros ámbitos como la educación, en un mayor compromiso del Estado y también de los tomadores de decisiones.

Dar pasos seguros en esta materia nos confirma un futuro con empresas más dinámicas, con profesionales mejor preparados para los desafíos futuros y le otorga al país un nuevo rasgo clave en su camino hacia el desarrollo.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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