[Opinión] La vida como patrimonio

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Por: José Albuccó. Académico de la Universidad Católica Silva Henríquez y creador del blog Patrimonio y Arte 


Este 15 de abril se celebra en nuestro país el Día Nacional de la Paz, a través de la Cultura, las Artes y el Patrimonio, fecha que, desde 2018, recuerda al Tratado de Protección a las Instituciones Artísticas y Científicas y Monumentos Históricos, más conocido como Pacto Roerich, suscrito por distintos Estados del continente americano (entre ellos, Chile) en Washington el 15 de abril de 1935, en el marco de la Unión Americana, antesala de la ONU.

Luego de más de un año de pandemia, tiempo en el cual hemos visto partir por Covid-19 a aproximadamente 2 millones 900 mil personas en el mundo y a 23.700 compatriotas y conciudadanos confirmados en Chile, y con una segunda ola de contagios, recrudecida por las nuevas variantes del virus, la conmemoración de este día nos lleva a reflexionar sobre el sentido primario y esencial del concepto de patrimonio.

Hoy nuestro principal patrimonio, la vida, está amenazado por un virus que no se ve, que transmitimos de persona a persona y que ha desnudado la tremenda inequidad en educación, vivienda, acceso a información y a atención sanitaria oportuna y de calidad. Así lo dijo el ex ministro de Salud, Jaime Mañalich, quien, sorprendido, señaló públicamente que -hasta esta pandemia- él no sabía de las condiciones de pobreza y hacinamiento en que vivían muchos compatriotas. De este modo, el Covid-19, con el obligado confinamiento y el impacto económico, nos mostró la cara más amarga del modelo, la de la injusticia social y la falta de equidad.

“Donde hay paz hay cultura, y donde hay cultura hay paz” señaló Roerich, artífice del pacto de 1935. Así se entendió el patrimonio cultural como un eje esencial para promover la paz y el desarrollo social, ambiental y económico sostenible. Sin embargo, el patrimonio de Chile y de toda nación reside en sus personas: el patrimonio humano. Ese mismo patrimonio que hoy está más frágil que nunca, porque se están perdiendo vidas que son las que co-crean y construyen la sociedad.

En la búsqueda de la protección y cuidado de nuestro principal patrimonio nacional, las personas, Chile ha avanzado exitosamente en el proceso de vacunación. La vacunación ha sido, sin embargo, otro proceso que ha evidenciado la desigualdad a nivel mundial, dejando al arbitrio del mercado el acceso de vacunas de los distintos países, en detrimento de gran parte de América Latina y del continente africano, que no cuentan con los medios para costearlas.

Este pacto de paz, que nos recuerda el Día Nacional de la Paz, a través de la Cultura, las Artes y el Patrimonio, nos lleva a reflexionar que la paz solo es posible a través del bienestar social de todos y todas. Por ello, aunque Chile esté en pleno proceso de vacunación, esta protección no será del todo efectiva ni real si no se extiende a todos los países. Es decir, mientras el bienestar no se extienda de la mano las vacunas, será difícil alcanzar este ideario de paz.

Es necesario, entonces que la vacunación, a nivel mundial, sea colaborativa y con una mirada colectiva. Este es el gran desafío que tenemos, como humanidad, para dar término a esta catástrofe sanitaria. Porque la vida es nuestro principal patrimonio, pero nadie se salva solo y todos dependemos de todos.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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