Por: José Albuccó. Académico de la Universidad Católica Silva Henríquez y creador del blog Patrimonio y Arte
La primera vez que se aplicó la PSU fue en diciembre de 2003 para el Proceso de Admisión del año 2004, es decir, hace 16 años; la antecedieron a ella, como mecanismos de ingreso, el Bachillerato desde el siglo XIX hasta la aplicación de la Prueba de Aptitud Académica (PAA) en 1967. A comienzos del siglo XXI, surge la actual Prueba de Selección Universitaria que conocemos y que en tres intentos trató de realizarse este año.
Lo cierto es que la PSU es más que un mecanismo de ingreso al sistema de educación superior, sino que es una pieza más de un engranaje mayor: el modelo de desarrollo cultural y económico del país. Un modelo donde la histórica labor de la universidad, orientada a la satisfacción del “bien público”, ha quedado cercada por la urgencia de recuperar en el corto plazo la inversión pública o privada realizada.
Así las universidades se han enfocado, en las últimas décadas, en formar “capital humano”, creando la relación clientes-usuarios que tanto ha dañado el espíritu de la educación universitaria. Con un discurso orientado al desarrollo económico del país, los conceptos de equidad y justicia social fueron perdiendo fuerza en las universidades. Y al romper el contrato social con el Estado y la Ciudadanía, muchas de estas casas de estudio se vieron lanzadas al “todopoderoso mercado”.
Sin duda que hoy las universidades públicas y privadas del país y de toda América Latina tienen el desafío de buscar su nueva identidad: ¿Cuál debe ser su rol estratégico? ¿Cómo convertirse en agentes transformadores de la sociedad?.
Por ello, este 2020 se anticipa con un intenso debate público en el mundo universitario y de la educación superior en general, que involucrará a autoridades ministeriales, universitarias, estudiantes, académicos y familias.
Recordemos que muchas familias continúan atribuyendo a la educación superior un factor de promoción social, por lo que los educadores que atienden a sectores más vulnerables tienen una enorme responsabilidad en su formación como ciudadanos. Un desafío por romper las inequidades del sistema, del cual una evaluación estandarizada como la PSU es también parte.
Para quienes deben elegir este 2020 una casa de estudios donde invertir sus sueños y recursos, la recomendación es que apuesten no sólo por un holding que oferte títulos de educación superior, sino por una institución donde su prioridad sea un país más justo y democrático.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.