Por: Patricio Martínez Q. Seremi de Desarrollo Social y Familia de la región de Antofagasta
Cuando los temores del coronavirus se convirtieron en realidad en nuestro país, una de las primeras preocupaciones fueron las personas en situación de calle en la Región de Antofagasta, muchas veces consideradas invisibles y cuyos rostros pasan desapercibidos para gran parte de la gente.
Cómo y dónde viven, qué piensan y cómo afrontan esta pandemia, fueron algunas de las interrogantes. Esta inquietud tomó mayor dramatismo con el progresivo aumento de la cifra de contagios del Covid 19, situación que obligó a una serie de medidas para adelantar la apertura de albergues mixtos en Antofagasta y Calama, a lo que se sumaron tres potentes Rutas Protege, que incluso ha liderado el intendente Edgar Blanco.
En el primer caso, el objetivo estuvo en la apertura de un recinto de emergencia para 20 personas por cuatro meses, donde los usuarios están impedidos de salir como medida de prevención contra el virus. Durante todo este tiempo, los ocupantes reciben terapias, talleres y apoyo sicológico, ya que varios de ellos tienen problemas con el alcohol y las drogas.
Hace dos semanas, abrimos otro refugio en la capital regional para igual número de personas, pero durante tres meses. Lo mismo sucederá la próxima semana en Calama, que contará con un albergue con todas las comodidades para entregar un lugar digno y seguro a 20 usuarios, además de protegerlos contra la pandemia. Un dato clave: las temperaturas en la capital de El Loa ya registran mínimas bajo cero durante las noches.
Así, con esfuerzo y ganas estamos entregando calidad de vida a estas personas, que asumieron un compromiso de permanecer en confinamiento y tener una buena convivencia con sus compañeros, con reglas claras y precisas que deben seguir durante este tiempo. Su seguridad es lo primero.
Pero eso no es todo. Con el fin de llegar a la mayor cantidad de gente posible, también están los dispositivos Protege en Antofagasta, Calama y Tocopilla, con un total de 150 atenciones diarias que entregan alimentos fríos, kits sanitarios y con mediciones de la temperatura a los usuarios. El primero está a cargo del Hogar del Cristo y los otros dos de Carabineros, en una inédita alianza con nuestro Ministerio de Desarrollo Social y Familia.
Es cierto, no es suficiente para todos (son 711 personas en situación de calle en la región, según el Anexo Calle del Registro Social de Hogares), pero hay un esfuerzo importante por devolver una sonrisa y su autoconfianza a estas personas. Para nuestro gobierno y por encargo especial del Presidente Sebastián Piñera, esto es una preocupación permanente y ahí la importancia de este plan social.
Y más allá de lo que serán estos meses de confinamiento para estos usuarios que tendrán un lugar seguro donde vivir, uno de los objetivos es recuperar a estas personas a la sociedad. Detrás de cada uno de ellos hay una historia de sufrimiento, olvido y soledad que no debemos olvidar. Jamás.
Por eso, con una persona que logremos reinsertar a la sociedad, esta tarea tendrá un doble motivo de satisfacción. Son los rostros invisibles en las calles que merecen una oportunidad.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.