Por: Sandra Barros. Directora Ejecutiva de Accenture Chile
El horizonte tecnológico de Chile está cambiando y, al hacerlo, está rompiendo con antiguas barreras de género que han prevalecido por años. Durante mucho tiempo, el sector tecnológico chileno ha estado dominado por hombres, pero las mujeres están comenzando a reclamar su lugar, y es hora de que prestemos atención.
Programas como Girls in Tech Chile, Laboratoria y Mujeres en Tecnología han jugado un papel fundamental al nivelar el terreno de juego. Estas iniciativas no solo ofrecen capacitación, sino que también trabajan para incrementar la visibilidad de las mujeres en un campo tradicionalmente masculino. Las mujeres no sólo están mostrando habilidades técnicas; también están tomando roles de liderazgo y aportando una visión y perspectiva únicas que son cruciales para el sector.
No obstante, no podemos obviar el hecho de que hay un largo camino por recorrer para alcanzar la completa equidad de género en el mundo tecnológico de Chile. A pesar de las victorias alcanzadas, los datos muestran una historia diferente.
Según el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (Sence), hay un déficit de casi 6,000 trabajadores al año en el sector TI. Además, solamente un 20% de los estudiantes de carreras TI en Chile son mujeres, y apenas un 16% de los trabajadores digitales son del género femenino.
Este déficit no solo afecta la diversidad en la industria, sino que también mina el potencial transformador del sector. La heterogeneidad en los equipos de trabajo tiene el poder de impulsar la innovación; al no aprovechar la riqueza de perspectivas que las mujeres pueden ofrecer, estamos limitando el avance tecnológico del país.
Desde una perspectiva socioeconómica, avanzar en la equidad de género no es solo una cuestión de justicia; es una necesidad para el desarrollo integral de Chile. Las carreras en tecnología suelen ofrecer salarios competitivos y oportunidades de crecimiento profesional. Al marginar a las mujeres de estas oportunidades, se perpetúan las brechas de género y se limita el potencial económico del país.
La diversidad, en particular la de género, es más que un concepto moderno; es un pilar clave para la innovación y el crecimiento económico. En un mundo cada vez más interconectado y diverso, las empresas que abogan por la inclusión se destacan, atraen a profesionales de alta calidad y fortalecen sus procesos de toma de decisiones.
Las mujeres en Chile están haciendo una diferencia significativa en el sector tecnológico, no solo en roles técnicos sino también en liderazgo y gestión. Sin embargo, todavía enfrentamos el reto de construir un ambiente laboral plenamente equitativo. Es imperativo que sigamos avanzando en esta dirección, no solo para beneficiar a las mujeres en tecnología, sino también para asegurar un futuro más próspero e innovador para todo Chile.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.
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