Por: Antje Bracker. Cofundadora y Directora de Crecimiento Global de Bifidice
En abril celebramos el Día Mundial del Emprendedor, creado para reconocer el impacto y la importancia que tiene el emprendimiento en el desarrollo de la economía de los países y también como generadores de empleo para miles de personas.
Es cierto que cuando analizamos las cifras generales nos damos cuenta de su crecimiento y consolidación en los últimos años, pero al revisar la experiencia de las emprendedoras y cómo se han posicionado en el ecosistema, aún tenemos varias brechas pendientes.
En 2005, sólo un 8% de los emprendimientos en Chile eran encabezados por mujeres (ni siquiera nos alcanzaba para decir que eran 1 de cada 10), mientras que la última encuesta de microemprendimiento publicada en diciembre de 2020, se reveló una representación de sólo 38,6% en el universo emprendedor, cifra correspondiente a menos de 800 mil mujeres.
Fue la misma pandemia la que impulsó que ellas se atrevieran a iniciar sus propios proyectos. Una encuesta realizada por Mujeres Emprendedoras mostró que los emprendimientos liderados por ellas crecieron un 35% en los últimos tres años, debido principalmente a la oportunidad que vieron algunas de poder manejar sus tiempos y mejorar su calidad de vida. Si revisamos la distribución de socios de empresas y sociedades constituidas entre septiembre y noviembre de 2022 en el Registro de Empresas del Ministerio de Economía, vemos la misma tendencia: el 37,1% corresponde a mujeres.
De todo esto, podemos concluir que estamos en un momento perfecto, para poder impulsar movimientos en regulaciones y en la mentalidad de cómo hacer negocios, en los que podemos repartir las cargas personales de forma equitativa mujeres y hombres, de tal forma, de nivelar la presión y las grandes barreras, que nos ponen muchas veces en desventaja al ser nosotras las responsables no solo de sobresalir profesionalmente y liderar emprendimientos, sino que además de mantener la armonía en la casa, de cuidar a nuestros hijos, de construir una familia y de ser ese punto conector entre los integrantes de la familia. Pero es exactamente esta capacidad, la que nos permite hacer negocios de forma exitosa.
Es el momento perfecto, para que salten más mujeres a luchar por sus sueños, porque nunca es tarde, y lo más importante, es que está en nosotras apoyarnos, darnos herramientas y ayudarnos a crecer formando redes.
Pero más allá de estas adversidades, lo destacable es que cada vez somos más las mujeres que buscan sobresalir. Es cierto que a veces las cosas son más difíciles, pero cada una de nosotras cuenta con enormes capacidades y habilidades que los hombres sueñan con tener, entre ellas, una poderosa fuerza interna, pasión y las agallas para enfrentar lo que venga sin importar lo que pase.
Sabemos que el emprendimiento femenino ha demostrado ser un motor de cambio para la economía. Según ONU Mujeres, cada vez son más mujeres en el mundo, las que contribuyen a un mayor crecimiento económico. Y esto es lo que tenemos que seguir construyendo.
Está demostrado que los negocios liderados por mujeres se asocian a crecimiento, alto impacto, innovación y oportunidad.Pero para lograr esto, tenemos que empoderarnos, ser conscientes de lo mágico que es ser mujer, y no permitirnos dejarnos vencer.
¿Cómo tenemos entonces que transformar nuestro mindset, para que nadie pueda jamás decirnos que no somos capaces, que con hijos no se puede, que como mujer no siempre podremos llegar lejos? Esa es la pregunta que sigue pendiente y en la que tenemos que seguir trabajando como sociedad para dar más fuerza al emprendimiento laboral femenino. Y como comunidad, tenemos la tarea conjunta de apoyar a todas esas mujeres que luchan por hacer realidad sus sueños, construir redes y demostrar al mundo de todo lo que son capaces.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.
