Por: Markus Schreyer. Fundador de Ganeshalab
El ecosistema chileno de biotecnología se encuentra en una etapa muy temprana. Sólo en los últimos años, las universidades han comenzado a enfocarse más en sus capacidades de Transferencia Tecnológica, lo que lleva a un aumento lento pero visible de proyectos de Biotecnología con potencial de traducirse en valores e impactos reales para la economía. Aun así, tenemos dos grandes brechas: el Control de Calidad en los procesos científicos y la necesidad de potenciar un vínculo con la industria para enfocarse en las tendencias y necesidades actuales de los mercados.
Adicionalmente, si invertir en Startups representa una clase de activos de inversión de alto riesgo, la biotecnología agrega un nivel adicional. Pues sólo un número limitado de personas y organizaciones tienen el conocimiento y la capacidad para juzgar la viabilidad de un proyecto y llevar a cabo un proceso de due diligence eficiente. Sumemos a esto que los inversionistas locales están más orientados en la inversión de corto plazo (3-5 años) mientras que los emprendimientos de biotecnología requieren de más tiempo para alcanzar la etapa de ingresos o el tan ansiado Exit.
Tenemos casos de emprendimientos nacionales posicionados en mercados extranjeros como Proteus, Levita Magnetics, Phage Technologies o Cellus por nombrar algunos, pero debemos señalar que todos ellos se han establecido -mayormente desde sus comienzos- en EE.UU, Europa o se han desarrollado en colaboración con socios internacionales.
Si bien, a nivel internacional, no desempeñamos un rol relevante en materia biotech, lo cierto es que dentro de Latinoamérica- tenemos un potencial clave en esta materia, pues contamos con un ecosistema empresarial sólido y un entorno económico estable. Además, nuestra ventaja por sobre otros países, es que nuestros costos son menores en materia de investigación, prototipación o validación. Lamentablemente aún no contamos con un entorno regulatorio, lo que nos significa una debilidad.
En países donde existen sistemas de innovación biotecnológicos maduros, los gobiernos han tomado acciones significativas en esta materia, proporcionando incentivos tributarios que van desde ventajas fiscales, hasta financiamientos de recursos humanos; todo apalancado con organizaciones privadas.
Dado esto, quisiera recalcar que necesitamos aumentar los incentivos, requerimos de instrumentos gubernamentales atractivos para alentar y apoyar iniciativas centradas en biotecnología y que hoy en día -a menudo- se excluyen, dado el número relativamente bajo de proyectos en comparación con los de corte tecnológico.
Esperamos que con la creación del nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación se pueda robustecer este ecosistema y transitar desde un entorno emprendedor a un impulso de la industria biotecnológica nacional y desarrollar un ecosistema biotecnológico internacionalmente reconocido que contribuya significativamente a la economía futura de Chile.
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