Por: Viviana González. Gerente BPO y Plataformas en Grupo Avanza
A comienzos de 2023, una encuesta del instituto de investigación británico YouGov mostró que aproximadamente el 48% de las empresas en todo el mundo están optando por externalizar servicios, mientras que otro estudio de la consultora estadounidense Bain & Company, reveló que el 82% de las grandes compañías de Europa, Asia y América del Norte tienen algún tipo de outsourcing.
El mercado global de la subcontratación se ha valorado en 92,5 mil millones de dólares, siendo el de servicios de TI el que realiza la mayor contribución, con una participación de mercado que bordea el 25%.
En Chile, el panorama es similar. De acuerdo al Observatorio del Contexto Económico de la UDP, entre diciembre de 2021 y febrero de 2022, un 15,6% de los formaban parte de alguna modalidad de subcontratación, siendo el retail, la minería, empresas de servicios básicos, banca y salud quienes más contratan este tipo de servicios para la gestión de personas.
Y lo hacen porque hoy en día, contratar y mantener talento es uno de los principales retos que enfrenta el sector privado.
El proceso es especialmente desafiante cuando la selección de personal ocurre en empresas de gran tamaño, donde puede tomar varios meses debido a la alta burocracia y un sinnúmero de aprobaciones de diferentes oficinas, sobre todo si se trata de compañías transnacionales.
Este punto es especialmente crítico cuando la firma necesita con urgencia de nuevos talentos para optimizar su labor, pero se ve entrampada por los protocolos internos y a la larga, se provoca un desgaste en los equipos y aumentan los costos económicos y emocionales. Pensando en cómo resolver este reto, el outsourcing, o la contratación de servicios o funciones específicas de una corporación por parte de terceros proveedores en lugar de llevar a cabo esas actividades de manera interna, se vuelve una opción cada vez más recurrente.
Esta opción tiene varios beneficios, entre ellos, permite a las compañías centrarse en sus prioridades y delegar en otras áreas que toman más tiempo y que pueden realizar especialistas externos de forma más eficiente, manteniendo los niveles de eficacia, calidad y cultura interna de quienes solicitan este servicio de personas para la gestión del trabajo.
Cuando las empresas adquieren servicios profesionales externos pueden ahorrar de varias maneras, por ejemplo, en los costos por eventuales retrasos en las entregas, multas por errores, en los tiempos y valores de capacitación y también en los gastos asociados a mantener personal no calificado, lo que va en desmedro del resultado final de los proyectos. En términos cualitativos, mejora la percepción de satisfacción del cliente, el clima dentro de los equipos de trabajo y disminuye el estrés de no disponer de determinados profesionales en el momento preciso.
No sólo eso, esta medida aporta flexibilidad para aumentar o reducir la cantidad de servicios de acuerdo a la oferta y demanda del mercado o la estacionalidad del rubro. Un ejemplo de esto es lo que ocurre en la industria minera, donde los procesos de due diligence con los proveedores expertos en el área son fundamentales para evitar el riesgo de fatalidades y accidentes laborales durante la operación; o donde administrar grandes dotaciones es complejo y resulta mucho más óptimo contar con profesionales externos en el área de la tecnología, contabilidad o auditoría, entre otras.
A largo plazo, el servicio de profesionales para la gestión del trabajo sirve para potenciar el mercado laboral y ayudar a las empresas a contar con los mejores talentos en los momentos en que más se les requiere. Los requerimientos de personal son cada vez más complejos, exigentes y acuciosos, pero al dejar que servicios expertos se encarguen de tareas específicas, hay mayores probabilidades de cumplir con éxito los desafíos corporativos actuales.
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