Por: Marcela Marzolo M. Directora Ejecutiva de la Fundación Educacional Oportunidad
La educación ha sido uno de los ámbitos más afectados por la actual crisis sanitaria y el Covid 19 nos ha obligado a salir de nuestra zona de confort para innovar en la manera de educar a nuestros niños, niñas y jóvenes.
En este tiempo, la familia se ha destacado como un aliado fundamental para los educadores y docentes, relevándose su importancia en el proceso de enseñanza-aprendizaje de los niños y niñas.
Por otro lado, ante la imposibilidad de utilizar las salas de clases como un espacio educativo, hemos podido valorar aún más las interacciones que allí suceden, tanto entre adultos y niños como entre los propios estudiantes.
Hoy, aún no sabemos cuánto nos queda de pandemia, y por tanto de educación remota o a través de algún sistema híbrido, pero debemos aprovechar este tiempo para recoger aprendizajes, compartir buenas prácticas y concentrar nuestros esfuerzos en que ningún estudiante se quede atrás. Para esto, debemos buscar las mejores estrategias para seguir acompañándolos y fortaleciendo aprendizajes a través de los equipos educativos y las familias.
Esperamos que todo lo aprendido durante este año, como la importancia del aprendizaje emocional, del trabajo articulado y colaborativo con las familias y entre las comunidades educativas, las nuevas formas de enseñar y de aprender, se mantengan y pasen a formar parte de la cultura escolar.
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