[Opinión] Seguel, Gricelda y Rancagua

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Por: Esteban Valenzuela Van Treek. Doctor en Historia. Escritor y académico universitario


Un gran acto de justicia histórica realizó el destacado periodista Francisco Castillo para escribir un libro extraordinario sobre Rodolfo Seguel, a quien le tocó “por suerte” liderar la histórica huelga del cobre y protesta nacional del 11 de mayo de 1893. Es el último trabajo del periodista que falleció el 2019 y hace una gran historia en base a entrevistas con Seguel, Gricelda y sus hijos; a dirigentes sindicales, intelectuales, políticos y periodistas que le acompañaron y conocieron en momentos claves (desde Eduardo Thayer asesor de la CTC a María Olivia Monckeberg).

Hay trabajo de archivos,  fotografías, libros y artículos sobre aquella época que está en disputa en la historiografía, entre tres visiones: la macro que se centra en las correlaciones de fuerza internacionales, la crisis económica de 1982, la ola redemocratizadora mundial; la elitista que ha centra la historia en la dirigencia de centro y tensiones intra dictadura cívico-militar con expresiones desde las crónicas de Ascanio Cavallo al cine de Matte Larraín y la historia del No; y la corriente socio política que hemos colocado el acento en el rol de los movimientos sociales y redes socio políticas que tienen un gran actor en los partidos de izquierda, el “chasconaje” DC y la Iglesia liberadora del Cardenal Silva Henríquez.

En nuestro temprano “Fragmentos de una Generación” (Emisión, 1987) contamos la lucha desde “adentro” y advertimos algo esencial que el propio Seguel enfatiza: la Alianza Democrática (DC, PR y socialistas moderados) busca subestimar el rol de las organizaciones sindicales y estudiantiles con las negociaciones que inicia Jarpa y termina desmovilizando, además de la fractura por el tema de todas las formas de lucha con el PC.

El libro logra hacernos parte de una historia multi dimensional con pasión, contexto y densidad literaria:

Personal: del jovencito que de vender pan y ser anti UP, entra a El Teniente el 75  y se hace activo opositor en la crisis de 1982 y el 83 tiene la suerte de la salida de Emilio Torres, quien había articulado a la oposición en la CTC, y pasa a ser el líder y vocero del llamado a la protesta nacional del 11 de mayo de 1983.

Local: el núcleo del cobre de la Democracia Cristiana de Rancagua tiene un rol clave desde la figura de Milton Muga relegado en los 70s por los primeros pliegos, luego en ganarle sindicatos de Guillermo Medina y los pinochetistas en alianza con comunistas (Manuel Rodríguez desde el Caletones), socialistas y el eje Mapu-IC. Es esencial Hernán Garrido que le acompaña y es su chofer, el comunista Julio Muñoz que lo esconde y protege (luego lo asesina la dictadura), Eugenio López, el periodista DC Benito Limardo Casanova, “desde la capital del cobre de Chile” en Radio Cooperativa.

Sindical: el enorme rol de Seguel y Manuel Bustos- ambos diputados en 1990- junto a comunistas como Sergio Troncoso, mapucistas Arturo Martínez y Favor Verdugo, socialistas como Dinamarca, lideresas DC como María Rozas. Descabezada la CTC y expulsados los dirigentes, el Comando Nacional de Trabajadores, CNT, juega un rol articulador de la oposición versus la dispersión y diferenciación que provoca la Alianza Democrática, el MDP marxista y el Bloque Socialista. Allí va mostrando las peripecias de la opción movilizadora pacífica que logra integrar estudiantes, pobladores, dirigentes sindicales moderados, segmentos empresariales. El rol de solidaridad de las federaciones internacionales, de gringas a europeas.

Cristiana liberadora: el apoyo del Cardenal Silva en 1983- de hecho el encuentro de la CTC que llamó a la protesta fue en la casa de retiros de Punta de Tralca en abril-, el apoyo de la Vicaría Obrera a cargo de Alfonso Baeza y el Pepe Aguilera, ambos firmantes de los Cristianos para el Socialismo en la época de Allende. Seguel se había casado con la adventista Gricela y a fines de los 80s pide su matrimonio “católico”.

Familiar: la vida de Gricelda que deambula buscándole cuando desaparece y le detienen muchas veces entre 1983-1985, se enfrente a policías, hace huelgas de hambre, enfrentan la brutal agresión de militares y alcaldes pinochetistas en una parrillada en Rancagua, colocar una pared de ladrillo en su casa amenazada, el Bulling de sectores de izquierda en su autoexilio en Australia el 87 en la opción por salvar la familia, los orgullos y dolores de los hijos por llevar el apellido Seguel.  Mi padre, José Darío, que  fue dirigente del núcleo del cobre de la DC en Rancagua, contaba de los sacrificios de Gricelda y el abandono a los dirigentes que habían sido exonerados del Teniente.

Nacional: las articulaciones, conflictos, traiciones (el sindicalista Berrios que era informante), insólitos contactos y diálogos con militares- partiendo de una cena con Ernesto Videla-, los diálogos con Gabriel Valdés y los futuros presidentes Aylwin, Frei y Lagos.

Internacional: Seguel que nunca había subido a un avión, pasa de ir a Calama en un vuelo para agitar el paro, a ser invitado a una frenética gira a fines del 1983 donde estuvo con la esposa de Walesa al recibir el Nobel- y llevarle espuelas de plata “rancagüinas” de regalo, tras reunirse con Lula en Brasil de la CUT en el debate de crear el PT, con Ted Kennedy en USA, con exiliados pro lucha armada en Madrid, con la solidaridad de los sindicatos italianos, franceses, belgas y alemanes.

Seguel es el protagonista y habla con la sinceridad, foco y valores que siempre ha tenido: un social cristiano que deplora las dictaduras en cualquier lugar, pero que en un momento histórico se unió con la izquierda y no miró partidos, para encabezar desde Rancagua el histórico ciclo de protestas que abrió el proceso de democratización en Chile y respeto a los derechos humanos.

Seguel fue un líder valiente y la historia lo enaltecerá a él, los suyos y sus aliados de Rancagua, de los mismos barrios y poblaciones nuevas que recorrió vendiendo pan y al amanecer de los días de protestas y las redes fecundas de la rebeldía de los 1980s.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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