Por: Eduardo Rojas P. Director everis Chile
Es probable que antes de marzo de 2020, muy pocas personas hayan tenido la experiencia de asistir a una consulta médica a través de una videollamada. Pero la pandemia de Covid-19, las consecuentes restricciones de desplazamientos, sumado a la necesidad de continuar los tratamientos y diagnósticos de diferentes enfermedades nos obligaron a sacar mayor provecho a los canales digitales, permitiendo una atención de salud continua que rompe con la visión tradicional que tenemos de la medicina a través de las consultas presenciales y la hospitalización.
Pero este cambio es más profundo. La tecnología está dando pie para un nuevo paradigma, donde las posibilidades se multiplican. Y con el Covid-19 se ha comenzado a hablar más de la telemedicina, pero ésta es solo un canal más de atención. Lo que vemos que está ocurriendo es un cambio en donde la medicina cuenta con una cobertura de canales más amplia, como lo son Whatsapp, la mensajería o el correo electrónico. Y así estamos viendo que la interacción del médico con el paciente empieza a ser asincrónica.
Esta mayor cobertura permite dar al paciente continuidad en la atención. Ya no es solo atenderme en un lugar, sino que poder enviar una pregunta al médico, y que éste me responda, sin necesidad de esperar otra consulta. Es un continuo, a través de canales físicos y digitales, que abre oportunidades para ambos lados.
El paciente no es un evento que ocurre en una consulta, es una persona que vive muchas cosas antes de llegar a una próxima consulta. Para ciertas patologías, como por ejemplo pacientes con cáncer, darles la posibilidad de hacer un control rápido después de una quimioterapia, en caso que se sientan mal, abre un nuevo espacio de interacción y vínculo.
Desde el punto de vista de la gestión del médico y los equipos de salud, se suman otros avances como la digitalización de las fichas clínicas que -bajo los resguardos adecuados de privacidad- permiten que los profesionales de la salud cuenten con la información de los pacientes, no importando en qué lugar se encuentren, con lo cual mejora la atención, especialmente en casos de emergencia.
En ese sentido, los modelos de salud europeos pueden resultar mejor como referencia para este nuevo paradigma, donde el modelo de salud familiar no está centrado en la consulta médica, sino en contar con un médico de cabecera que puede dar un servicio y enfoque continuo -físico y digital- y preventivo, viéndolo como un todo y aumentando las posibilidades de interacción. En el caso de Chile, vemos que este modelo ya se está impulsando con algunos programas específicos en sector público y privado, permitiendo avanzar hacia una atención más continua y preventiva.
Asimismo, los canales digitales están también favoreciendo un mayor desarrollo de la interacción entre médicos que pueden estar distantes, y que a través de la tecnología pueden colaborar en las diferentes especialidades. Una situación especialmente favorable, sobre todo cuando se trata de casos difíciles y se busca una segunda opinión.
En cuanto a la capacidad tecnológica, como país tenemos la oportunidad de aprovechar la tecnología 5G que se está implementando, y que hará factible conducir en tiempo real y de forma remota intervenciones quirúrgicas, exámenes y tratamientos, aumentando de forma exponencial las opciones para la medicina.
La pandemia ha tenido impactos impensados en diversos ámbitos, pero sin duda ha generado que muchos paradigmas y trabas que frenaban la adopción de tecnologías hayan sido dejados de lado. Estos cambios nos ofrecen la oportunidad de incrementar el alcance de una medicina para más personas, no solo cuando las enfermedades ya están presentes, sino también aumentando la gestión preventiva, a través de la mayor capacidad de alcance y la facilidad para dar continuidad y seguimiento a cada paciente. Si ya contamos con la tecnología, ahora nos queda el desafío de impulsar estas adopciones, y generar la conciencia colectiva de que la prevención es la clave para una mejor medicina.
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