Por: Carlos Waech. CEO de Uroff
La pandemia no solo ha desatado una grave crisis sanitaria, sino también, una compleja situación económica y social que tardará en recuperarse. En medio de este escenario, cuando hace poco más de un año el teletrabajo comenzó a extenderse inexorablemente a raíz de las estrictas cuarentenas y las empresas e instituciones gubernamentales entendieron que era la única manera de sobrevivir, ahora sabemos, -con certeza-, que el teletrabajo se ha transformado no solo en una realidad que se adelantó al menos una década, además, se convirtió en el antídoto más efectivo contra la pandemia.
Esta nueva realidad ya se consolidó y hoy, en Chile y el mundo, muchas compañías ya saben que el trabajar desde la casa se mantendrá. De hecho, según un estudio de las Universidades de Stanford, Chicago y del Instituto Tecnológico Autónomo de México, el 20% de los días laborales completos se trabajará desde la casa en la postpandemia.
Así, la aparición del Covid-19 ha llevado a la humanidad a acelerar y profundizar las grandes transformaciones y cambios en todos los ámbitos y en especial en el mundo del trabajo. Un gran desafío para las empresas y la sociedad en su conjunto que debemos enfrentar con innovación.
Sin duda tenemos que ser disruptivos y recordar a Charles Darwin cuando escribió: “no es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio”.
Hay que tener la claridad que ya nada será igual, y debemos buscar la manera de pasar de la denominada nueva normalidad, a una “mejor normalidad”. Es que los avances científicos y tecnológicos abren oportunidades de crecimiento y mayor bienestar, sin embargo, este progreso no está exento de dificultades.
La sociedad del conocimiento premia a quienes se hacen expertos en el manejo de las tecnologías y desprotege a la gran mayoría que no logra subirse a ese carro, agudizando la desigualdad. Sin darnos cuenta, vimos que nuestra economía no era tan sólida como imaginábamos y que la normalidad a la que estábamos acostumbrados no iba más en muchas áreas y actividades. Pasamos de ir a un lugar específico de trabajo, con horarios establecidos y ese escritorio “regalón” que tiene nuestras fotos, a llevarnos obligatoriamente la “pega” a casa, quisieras o no.
Con todo, ya nada será lo mismo, porque frente a una nueva amenaza sanitaria, nuestras economías son frágiles y vulnerables, y ahora, el día a día tiene nuevas formas de decidir qué hacer y como movernos, es decir, nos entregó el control. Las personas dejaron de trasladarse a sus antiguos lugares de trabajo y deciden todo de otra forma, tan solo cliqueando la pantalla de su celular o desde el computador. Tienen nuevas conductas y dan prioridad a la administración de su tiempo. Es por ello, que es vital implementar nuevos caminos en base a la flexibilidad y descentralización.
Así, permitiremos que nuevas zonas urbanas se desarrollen y aporten económicamente al país, aprovechando la tecnología a nuestro favor como una herramienta que facilita el teletrabajo, cuidándonos y evitando los riesgos del trabajo presencial, y para que decir, de los traslados ya sea en el metro o en el transporte público, contribuyendo así, a la disminución del CO2.
No obstante, existen llamados exigiendo volver presencialmente a las oficinas, lo cual representa un peligro latente para las personas, por ello, es clave tomar conciencia de la tragedia que estamos viviendo y aprender de ella. Lo cierto, es que, en materia laboral, el teletrabajo fue, es y será una gran solución y antídoto para combatir el Covid-19, y lo seguirá siendo frente a cualquier pandemia que surja en el planeta.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.