Por: Felipe Godoy. Líder del Área Tecnología y Derecho Corporativo de Grupo Wolf
Es una realidad innegable que la tecnología ha modificado en forma radical los principales aspectos de nuestras vidas. Desde el acceso inmediato a la información global, automóviles que se conducen de manera autónoma, el control y la automatización inteligente de la vivienda a través de la Domótica, hasta la posibilidad de consumir bienes y servicios on demand, son algunos de los ejemplos acerca de cómo la tecnología está transformando nuestro día a día.
El impacto lo podemos apreciar no sólo a nivel personal, sino también en los distintos mercados en los cuales nos desenvolvemos. En este sentido, existen empresas que están utilizando la tecnología como una ventaja competitiva en sus respectivas industrias y la razón principal se debe a que permite lograr una eficiencia en los procesos tanto internos como externos, generando grandes beneficios a nivel de costos, control, análisis de data relevante para la toma de decisiones y generación de valor en beneficio de los clientes.
En el caso de nuestro país, luego de vivir un estallido social el pasado 18 de octubre y ahora una pandemia que ha azotado tanto nuestro sistema de salud como nuestra economía; implementar estrategias de transformación digital en los negocios dejó de ser un privilegio, instaurándose como una necesidad para enfrentar esta nueva realidad de los mercados.
Según el estudio publicado por el Comité de Transformación Digital; la Cámara de Comercio de Santiago (CCS) y la consultora PMG, para el año 2019, “casi el 80% de las empresas del país presenta niveles de evolución de Intermedio digital o menor; es decir, niveles medios-bajos de avance en sus procesos de transformación”. Estas cifras demuestran que si bien se ha iniciado un camino de transformación, los niveles de adopción siguen siendo bajos, por lo que esta carrera está recién comenzando.
En el caso del mercado legal, el cual siempre se ha caracterizado por tener niveles de adaptación más lentos a los cambios en comparación a otras industrias, no ha estado ajeno a este impacto. Hemos visto cómo muchos abogados y estudios jurídicos han tenido que acelerar sus procesos de transformación digital o, en algunos casos, recién comenzar a delinear el camino para sumarse a este cambio. El time to market en estas situaciones cobra más importancia, ya que aquellas empresas o abogados que no se encontraban preparados para vivir esta transición digital, claramente pierden terreno frente a otros competidores que ya tienen implementadas determinadas tecnologías como la automatización de contratos, herramientas de practice management, inteligencia artificial, entre otras.
Es fundamental que tanto las empresas del mercado legal como del resto de las industrias, hagan un diagnóstico del status actual de sus respectivos negocios. En dicho análisis deben considerar, dentro de muchos aspectos, que la digitalización de un proceso no conlleva necesariamente a una transformación digital; y contar con un equipo multidisciplinario para abordar e implementar este proceso es fundamental.
Finalmente, es necesario involucrar al capital humano, ya que la tecnología por si sola no producirá los beneficios esperados, sino que son las personas quienes deberán adoptarla y obtener su máximo beneficio.
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