[Opinión] Umberto Eco, de la estupidez a la locura

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Por: Antonio Leal L. Sociólogo. Doctor en Filosofía. Académico de la Universidad Mayor


Umberto Eco fue filósofo, semiólogo, novelista, comunicador, profesor universitario e intelectual de vanguardia y mucho más por su capacidad para superar las fronteras entre las diversas disciplinas y mantener juntos los sistemas filosóficos, los temas etimológicos y ontológicos, con los fenómenos de la cultura popular, lo sofisticado de la cultura con la vida cotidiana.

Eco partía, me parece, en toda su obra, que reúne más de 50 volúmenes de dos presupuestos claves: el convencimiento de que todo concepto filosófico, toda expresión artística y toda manifestación cultural, de cualquier tipo que sean, deben situarse en su ámbito histórico; y la necesidad de un método de análisis basado en la teoría semiótica, que permita interpretar cualquier fenómeno cultural como un acto de comunicación regido por códigos y, por lo tanto, al margen de cualquier interpretación idealista o metafísica.

Recordamos “Apocalipticos e Integrados” de 1964, un libro determinante para la teoría de los mass media, estudiado aún hoy en todo el mundo, También el volumen de 1977 Kant e l’ornitorinco, compilación de ensayos con los cuales revisa sus propias reflexiones de su Tratado de Semiotica General y que abarca también las ciencias cognitivas, y la filosofía  desde Aristóteles a Heidegger.

Pero es con su actividad de novelista y en particular con su obra El Nombre de la Rosa de 1980 donde Umberto Eco alcanza un éxito planetario. Inspirada en una Abadía del 1327 donde se organiza una reunión entre los delegados del Papa y los líderes de la Orden Franciscana en la que se debe discutir la supuesta herejía de la doctrina de pobreza apostólica promovida por la Oden de los Espirituales y en medio de la cual suceden numerosos asesinatos cuya investigación es parte de la trama de la gran novela. La misma inspiración está en la base de El Péndulo de Foucault y cuyo título está referido al péndulo con el cual el físico Jean-Bernard Leon Foucault comprobó la rotación de la Tierra.

Sin embargo, su última obra, que es como su último respiro ya que aparece a una semana de su fallecimiento en Febrero del 2016, es una recopilación de columnas que en los últimos treinta Eco escribió en el semanario italiano L’Espresso. Su título en italiano es Pape Satan Aleppe, una cita de Dante tomada del Infierno, o en su edición posterior “De la estupidez a la locura” subtitulado como Crónicas para el futuro que nos espera  y que coloca a Eco en una gran sintonía con la elaboración del filósofo polaco Zygmunt Bauman.

En ellas Eco desacredita el rol de la televisión “que ha promovido al tonto del pueblo, con respecto al cual el espectador se siente superior” y de internet y de las redes sociales que “han multiplicado la soledad y dan el derecho de hablar a legiones de idiotas”

Umberto Eco registra en estas crónicas su preocupación por lo que considera un mundo a la deriva, marcado por una crisis de las ideologías y de los partidos, por un individualismo desenfrenado y una sociedad líquida donde no es fácil encontrar el norte.

Lo que está en crisis y desapareciendo, enfatiza Eco siguiendo a Bauman, es el Estado y con ello las ideologías, los partidos y en general la comunidad de valores que permitían a las personas sentirse parte de algo que interpretaba anhelos y necesidades.

Eco traduce las tesis de Bauman sobre la liquidez justamente en la crisis del concepto de comunidad, que da paso, nos dice, a un individualismo desenfrenado, a la competencia, al antagonismo que apaga el sentido de la solidaridad, todo lo cual crea un tipo de subjetividad que mina las bases de la modernidad y de sus características filosóficas.

Liquidez, para Eco, es la perdida de certezas en las instituciones que había sido “el centro” de la vida política, social, espiritual de la modernidad y del industrialismo por siglos. y donde la respuesta que surge, al faltar todo punto de referencia, es el aparecer y el poseer, como valores, es decir, el ser simplemente conocido en el mundo de la TV y las redes sociales y el consumismo como factor de realización y de poder.

Eco sostiene que esta liquidez, vale decir el desarrollo del capitalismo en la fase de extrema abundancia de medios y productos, y del predominio de la postmodernidad valórica, crea un sujeto que hace del producto un objeto de deseo, pero efímero, porque este ya está obsoleto cuando llega a sus manos y, por tanto, lo obliga a pasar de un consumo a otro en lo que Eco llama “una verdadera orgía del deseo.

Por ello llama al filósofo polaco Zygmunt Bauman ​​  “la vox clamantis in deserto” asociándose a su elaboración sobre la sociedad líquida, la incertidumbre, la velocidad de los acontecimientos creada por una revolución digital de la información que reestructura el tiempo y el espacio en la vida de los seres humanos y donde todo se vuelve el ahora, el presentismo, como contexto de las pasiones humanas.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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