Por: Giovanna Amaya Peña. Seremi del Medio Ambiente, región de O’Higgins
El cambio climático ha aumentado la frecuencia e intensidad de las precipitaciones en la zona centro y sur de nuestro país. Uno de los fenómenos que contribuyen a estas condiciones extremas son los llamados “ríos atmosféricos”. Estas son corrientes estrechas de vapor de agua que se mueven de regiones tropicales y subtropicales hacia latitudes más altas. Cuando estos ríos atmosféricos se encuentran con la isoterma 0 en altura, el punto en la atmósfera donde la temperatura desciende a 0°C, se produce una liberación masiva de precipitaciones en forma de lluvias torrenciales. Esto puede desencadenar inundaciones repentinas y desbordamientos de ríos.
La semana pasada fuimos testigos de este fenómeno que afectó a 6 regiones del país lo que provocó severas inundaciones que han puesto de manifiesto los desafíos que enfrentamos debido al cambio climático. Quedó demostrado que con la Naturaleza “no se juega” y que tarde o temprano se manifestaría con lo que nos duele, la pérdida de infraestructura civil y habitacional de los territorios.
La construcción de viviendas en zonas vulnerables, como las áreas ribereñas, agrava los riesgos asociados a las inundaciones. Estas viviendas se encuentran expuestas a los desbordamientos de los ríos y corren el peligro de sufrir daños catastróficos. Además, la urbanización descontrolada puede alterar los patrones naturales de drenaje y aumentar la velocidad del flujo de agua, agravando aún más los efectos de las inundaciones.
Otro factor que contribuye a la intervención de los ríos y el aumento del riesgo de inundaciones es la extracción indiscriminada de áridos de los cauces fluviales. Esta actividad puede alterar el equilibrio natural de los ríos, afectando su capacidad de drenaje y exacerbando los eventos de inundaciones.
Durante las inundaciones, los ríos se convierten en corrientes poderosas que arrastran consigo una gran cantidad de basura y desechos. Estos residuos, que incluyen plásticos, envases, materiales de construcción y otros desechos sólidos, tienen un impacto devastador en los ecosistemas fluviales y en la calidad del agua. Además, la acumulación de basuras en puentes y otras estructuras puede obstruir el flujo del agua, aumentando el riesgo de inundaciones y causando daños adicionales. Tal es el caso de Las Cabras, cuya basura arrastrada por el Tinguiririca y el Cachapoal, llegaron al río Rapel (cuenca donde depositan sus aguas).
Por ello, una solución será la puesta en marcha de las metas de recolección y valorización de envases, embalajes y neumáticos fuera de uso que contempla la Ley de Reciclaje (Ley 21.920) , también conocida como Ley REP, que obligará al generador de estos residuos, hacerse cargo de la problemática que conlleva su acumulación y disposición, sobre todo en lugares no autorizados (como riberas de ríos). Pero también es importante el llamado a los municipios de no seguir con la misma fórmula “pasada de moda” de que todo lo recolectado se va a disposición final (algunas veces insegura), no incentivando el reciclaje de aquellos residuos que tienen más vida útil.
La infraestructura civil tradicional por sí sola no es suficiente para hacer frente a estos eventos extremos. Es aquí donde entran en juego las soluciones basadas en la naturaleza. Los humedales, por ejemplo, desempeñan un papel crucial en la regulación de los flujos de agua durante las inundaciones. Actúan como esponjas naturales, absorbiendo el exceso de agua y reduciendo el riesgo de desbordamientos. Además, los humedales ayudan a filtrar y purificar el agua, y brindan refugio a una gran diversidad de especies. Tal es el caso del Humedal de Cahuil, donde gracias al sistema de telemetría instalado por el proyecto “GEF Humedales Costeros” de nuestro ministerio, se pudo actuar a tiempo y lograr la contención de la crecida del Estero Nilahue.
La planificación urbana debe tener en cuenta la conservación y restauración de los humedales, así como la implementación de medidas de adaptación en la construcción de viviendas e infraestructuras. Además, se deben promover estrategias de gestión del agua que consideren la conservación de cuencas hidrográficas y la captación y almacenamiento de agua de lluvia.
Es fundamental que las autoridades, la comunidad y los actores involucrados trabajen de manera conjunta para implementar soluciones efectivas y sostenibles. El Gobierno Ecológico del Presidente Gabriel Boric está trabajando en la transición hídrica justa, por ello comenzamos a armar los consejos de cuenca (que permitirá gestionar un uso más sostenible de los recursos hídricos).
Lo anterior se complementará con el trabajo de la Mesa Regional de Humedales y el Comité Regional de Cambio Climático (todas las instancias lideradas por el Gobierno Regional), donde la planificación y ejecución de las iniciativas deben responder a un modelo de desarrollo e infraestructura resiliente al clima, ya que no podemos depender únicamente de la infraestructura civil tradicional, al abrazar soluciones basadas en la naturaleza, comprender los fenómenos climáticos relevantes, y educación ambiental para promover una cultura de responsabilidad y cuidado del entorno, podemos proteger nuestras comunidades, ecosistemas, y construir un futuro más seguro y sostenible en la región de O’Higgins.
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